Anoche, en Medellín, Colombiamoda cerró con éxito rotundo, y desde ya los amantes de la moda se preparan para asistir al Caliexposhow 2011 que, como ya es usual, traerá invitados internacionales de primera (se habla de Alberta Ferretti, también de la famosa casa italiana Moschino, y cruzamos los dedos por Dolce & Gabanna). Y mientras los mejores creadores nacionales se preparan para enfrentar el frenesí de las pasarelas, hay una diseñadora valiente que se arriesgó a hacer un alto en el camino y se tomó un año sabático alejada de las ferias de moda. ¿Su propósito? Detenerse a pensar. Sí, a pensar en esa industria en la que trabaja sin parar desde hace más de dos décadas, a veces dejando en segundo plano su vida personal. Se trata de María Elena Villamil, quien se pregunta, y creo que con toda razón, cuándo las academias de moda del país empezarán a formar productores de moda para periódicos, revistas y portales web; mejores costureros, mejores patronadores; expertos en historia del arte e historia de la moda que puedan llegar después al periodismo para relevar a una generación caduca de editores y periodistas de moda que reducen el lenguaje del estilo a adjetivos vacíos como “elegancia, distinción y mucha sofisticación…”, “detalles de fina estampación” o peor aún: “de fina coquetería”. Para los nuevos diseñadores, que con muy buena fe van año tras año a las ferias de moda convencidos por sus maestros de que la ‘creatividadad’ consiste en diseñar vestidos galácticos inspirados en Saturno y rodeados de anillos de asteroides, también sería buen momento para detenerse a pensar. Que piense la academia, pero también la empresa privada que en lugar de apoyar el talento de los nuevos creadores termina usándolos para diseñar trajes con latas, paquetes, envolturas y demás referencias comerciales que sólo buscan un posicionamiento de marca que jamás lograrán por esta vía: ¿A qué revista seria le interesa publicar un vestido hecho con sobres de un nuevo sabor de sopa? No es un tema trivial. La industria de la moda en Colombia, para alcanzar todo su potencial generador de empleos y desarrollo, necesita fortalecerse desde varios ángulos. Las ferias de moda son necesarias y desables, pero no son lo único que se necesita con urgencia. Por ejemplo: en estos momentos, en Cali, si un diseñador serio quisiera expandir su negocio y tuviera el dinero para hacerlo, de todas maneras le sería casi imposible lograrlo, y la razón es que no encontraría patronadoras y costureras formadas en alta costura. El resultado inevitable de esta escasez de mano de obra calificada -reflexiona María Elena- es que los recursos se canibalizan, las pocas costureras saltan de un lado para el otro con todo y secretos empresariales, moldes y hasta listas de clientes, y al final nadie crece: ni el que plagia, ni el que innova, ni el que forma empleados, ni el que los sonsaca, ni el público que lee, ni el comprador que no logra entender por qué un diseñador que paga impuestos y salarios le cobra más por un vestido que aquel que le ofrece una copia barata pagando a sus empleados sueldos de hambre. Celebro que Colombia haya entrado en la era de las ferias de moda, considero que son fundamentales para la formación de todos los involucrados en la cadena, incluidos nosotros los compradores. Pero, sobre todo, sirven para ponernos a pensar, como está haciendo María Elena.