Transmilenio transporta cada día un millón y medio de usuarios. El sistema se quedo corto para la demanda que registra Bogotá en la actualidad, de ahí que los buses permanezcan colmados.

Luego de más de diez años de operación, Transmilenio, un proyecto de transporte que le cambió la cara a la capital y transporta cada día a un millón y medio de bogotanos, empieza a mostrar sus debilidades.El concejal del Distrito Juan Carlos Flórez advirtió que actualmente en los buses del sistema viajan 9 personas por metro cuadrado, cuando deberían haber 5 personas por metro cuadrado. Por eso la gente viaja como en una lata de sardinas.Indicó que hace tres años no entra un solo bus al sistema y algunos sostienen que fue una decisión de la pasada alcaldía del Polo para presionar la salida de los transportadores.La Alcaldía busca renegociar los contratos, en los que los privados se llevan el 95% de los ingresos, pero estos caducan cuando los buses cumplan su vida útil de quince años. Sin embargo, como hay que estar metiendo flota, ésta no va a expirar y por eso la Alcaldía dice que los transportadores pretenden eternizarse en Transmilenio. Víctor Raúl Martínez, el mayor transportador de Transmilenio y socio mayoritario de Unimetro, en Cali, asegura que la izquierda bogotana ha montado una campaña de desprestigio en contra de los empresarios del transporte. Y asegura que las fallas en el sistema no son su culpa, sino del Distrito que no ha hecho las obras que faltan ni permitido el ingreso de nueva flota.Otro lío es la venta de tarjetas de viaje. Quienes las distribuyen están obligados a hacerlo dentro de las estaciones, lo que genera congestión. “Esto es un acumulado de ausencia de gerencia”, resaltó Flórez.Las obras incompletas (igual que el MÍO), es otro problema. Allá faltan 20 pasos deprimidos que no se hicieron y las troncales de la 7 y la 10. De los 388 kilómetros de vías que ya deberían estar construidos sólo hay 88, “lo que impide la movilidad”, sostuvo el concejal Antonio Sanguino.