El representante Roosvelt Rodríguez, uno de los conciliadores de la Reforma a la Justicia, dice que faltó sentido de oportunidad para denunciar los ‘micos’.

Roosvelt Rodríguez, coordinador de ponentes de la Cámara de Representantes de la Reforma a la Justicia, dijo que cometió un error al no salir a denunciar las irregularidades durante la conciliación y que se confió por el trabajo que se había hecho en los debates.¿Los ‘micos’ en la reforma a la Justicia venían del Senado o realmente los metieron en la conciliación?Lo que denominan ‘micos’, para referirme de manera puntual al juzgamiento de los aforados, es el Artículo 17, la conciliación recoge de manera mayoritaria textos aprobados en Senado y en la conciliación de ese artículo está la primera falla: eliminar la transitoriedad. Nosotros previmos desde Cámara que era necesaria la transitoriedad para evitar que alguien pudiera salir a reclamar amparo sin tener derecho. Me atrevo a decir que con la transitoriedad que habíamos aprobado en Cámara, el juzgamiento de congresistas, casi no se vería afectado. El segundo error grave fue incluir como aforados a ministros, gobernadores, magistrados del Tribunal, que hoy los investiga la Fiscalía, pero se les trasladó a la Sala de Investigación que creamos, pero que no existía. Es decir, hay una interinidad y casi que un vacío por el que pudieran colarse personas y salir en libertad.¿Por qué cree usted que se incluye ese grupo de aforados?Yo hablaba con Germán Varón por teléfono y le decía ¿tú recuerdas en qué momento se coló esto, la discusión del Artículo 17?, él me dice: la tengo en nebulosa. Fueron once horas sentado, yo me encalambré al final de la jornada, uno no se levanta sino al baño y vuelve, porque como yo era el coordinador, tenía que estar muy pendiente. Cada decisión que se toma no se mete a la fuerza, hay una argumentación.Por ejemplo, qué se argumentó en el caso de por qué a esta gente se le quita de la Fiscalía y lo montan en la Sala de Investigación de la Corte, es que a estos señores los investiga la Fiscalía, pero es más drástica la Corte que la Fiscalía. Entonces, la intención no es mala, lo que perturba y pone en dificultades ese proceso es la interinidad, la falta de transitoriedad. El error fue eliminar la transitoriedad. El segundo caso es el de la administracion de Justicia, que es otro problema de transitoriedad. Finalmente, decidieron que la Sala Administrativa no tenía transitoriedad, entonces cómo así y quién asume las funciones: el Director administrativo, porque la Sala Administrativa quedará a la espera de que se dicte una ley estatutaria y tiempo que se demora, mínimo un año.¿Supo de una reunión previa en la casa del senador Eduardo Enríquez Maya y que algo olía mal?Como coordinador ponente de Cámara, debí convocar a los representantes conciliadores para hacer un estudio el lunes. Me confíe y pensé que lo de nosotros está tan trabajado, que no creí necesario convocar a reunión. Los senadores sí se convocaron y dicen en los medios que en la casa del doctor Enríquez, a mí no me consta. Pero ellos sí nos dijeron en la reunión: ‘Nosotros nos reunimos ayer durante seis horas a hacer el estudio de los textos de Cámara y Senado’. ¿Qué trajo eso como consecuencia? Que los de Senado tuvieran una postura unificada, y los de Cámara, cada uno una diferente. Cuál era la mía, la del texto que estaba aprobado, porque esa era mi obligación como coordinador. Y otros como Germán Varón, estaba casado con el texto trabajado. Los otros colegas, tenían algunas opiniones divididas frente a los textos.¿Cometieron un error al no reunirse?Yo creo que hoy a los del Senado los condenan porque se reunieron el lunes y de allí se deduce que ya iban acordados en cosas malas. Ellos llegaron con criterios muy claros frente a lo que querían. Yo no sé si fue un error, pero yo hoy le doy gracias a Dios que cometí la omisión de no convocar a la Cámara.¿Si usted y Varón Cotrino se opusieron tanto, por qué no salieron inmediatamente a denunciar las anomalías?Por falta de tacto político. La primera denuncia debimos haberla hecho con el Ministro de Justicia; cuando a él le dicen que tiene que irse, el Ministro toma una actitud casi de entrega y dice: 'Bueno, yo respeto la autonomía del Congreso'.¿Era obligación del Ministro estar en la conciliación?Legalmente no hay una obligación de que el Ministro tenga que estar ahí. El Congreso reclama autonomía y en ese sentido le dice 'Ministro hemos decidido, la mayoría, que usted debe esperarnos afuera, mientras conciliamos los textos. Una vez los tengamos, lo llamamos para indicarle qué es lo que hemos hecho'.¿Les faltó valor civil para salir a denunciar eso?Nos faltó sentido de oportunidad y esa es parte de mi responsabilidad. He dicho que asumo la responsabilidad que me toca y una es esa. Hubiéramos puesto las condiciones nosotros. Siento que faltó tacto y sentido de oportunidad para molestarnos y decir, no señor, si el Ministro no está, no estamos nosotros.¿Usted cree que la 'echada' del Ministro fue premeditada?No sé si lo habían decidido antes, pero cuando yo llegué a la reunión, que llegué muy puntual, tomó la palabra uno de los senadores y le dijo 'Ministro, la mayoría hemos tomado la decisión de que vamos a hacer uso de nuestra autonomía para tomar unas decisiones con respecto a este texto y le pedimos el favor de que se retire'. Y ese era mi reclamo: el Gobierno no se puede retirar, además yo pensaba que el retiro del Gobierno deslegitimaba la reforma.¿Conocía el Gobierno el texto de Reforma a la Justicia conciliado o los congresistas se lo ocultaron al Ministro de Justicia?El Ministro no tuvo el tiempo para reflexionar el texto. Seguramente lo leyó, pero son temas complejos, que cada renglón, cada inciso, uno tiene que tratar de interpretarlo, de digerirlo. El Ministro no tuvo tiempo de digerir el texto. Seguramente, esto tenga un costo político, pero puedo decirle que lo firmamos los conciliadores, y yo en particular, sin saber exactamente qué era lo que estaba consignado allí. Confiamos en lo que se había trabajado en Cámara.Es decir, ¿usted no se dio cuenta cuando le colgaron los ‘micos’?No tengo plena conciencia en qué momento exacto se discutió el Artículo 17 (de los aforados) y se eliminó la transitoriedad. Yo insistí mucho en la transitoriedad, creo que es un error quitarla. Firmé el informe de conciliación, pero no tenía copia en ese momento y se estaba venciendo el tiempo para radicarlo. Nosotros tuvimos acceso al texto de lo que firmamos al otro día en la mañana. Hubo premura por el tiempo, pues el Congreso salía a vacaciones el 20 y el texto había que radicarlo el 19, si no, no había reforma. Con el Ministro estábamos en que no se podía hundir. Tenía que salir porque tiene cosas muy importantes. Esa premura, finalmente es la que atenta contra todo.Pero a muchos les puede sonar esto como disculpa...Sí claro. Pero yo lo que trato es de explicarlo, pero no de justificarlo.Si bien es cierto que usted se opuso a varios puntos, también es cierto que usted es corresponsable, lo siente así?Sí, indudable. Y asumo la responsabilidad que me toca. Yo no puedo evadir una responsabilidad cuando yo estuve presente, cuando estuve ahí, cuando era mi obligación percibir lo que pudiera suceder con lo que se estaba decidiendo en la Conciliación. Creo que no tuve conciencia de la oportunidad, me faltó consistencia en la argumentación.Usted aspira llegar al Senado. ¿Este hecho cree que le va a generar un costo político para su carrera?Esto tiene un costo político en algunos escenario donde me muevo, que son académicos. Difícilmente, la gente va a creer que yo he actuado de buena fe. La gente que me conoce y sabe cómo soy, creerá en mi buena fe y que hice lo que estaba a mi alcance para evitar esta catástrofe.¿Por qué se nombró como conciliadores a congresistas que no eran de Comisión I ni eran ponentes?Hubo un error garrafal en la designación de conciliadores y esa es responsabilidad de los presidentes del Senado y de la Cámara. Ahí hay una gran responsabilidad de todo lo que ha pasado. Si Prada y Rivera están, seguramente habríamos armado un equipo mucho más consolidado en la Cámara para confrontar argumentos.¿Cree que es ético que se nombrara a congresistas investigados?Yo tengo la fortuna de no estar en ninguna de esas situaciones ni en la Corte ni en la Procuraduría ni en el Consejo de Estado. En el Congreso la gente tiene pánico permanente y se declara impedida para todo. Esto no fue pensando para favorecer a nadie en particular. Para actos legislativos, que son los que reforman la Constitución, no debería haber impedimentos.Hay quienes aseguran que usted votó la conciliación para proteger a su jefa política Dilian Francisca Toro...Eso es infame. Con Dilian nunca hablamos de este tema. Entre otras, ella conmigo es muy respetuosa, sobre todo cuando actúo en temas de tanta envergadura. Me parece que es hilar muy delgado, ella no tiene nada qué ver.¿Una reforma como esta, tan accidentada y cuestionada, no hubiera sido mejor que se hubiera hundido?Justamente lo más gratificante del octavo debate fue haber salvado todos esos obstáculos. Estuvimos en foros, en universidades y siempre nos identificamos con el Gobierno en la necesidad de hacer una reforma que nos permitiera ampliar los operadores de Justicia, consolidar la parte presupuestal, que le pudiéramos entregar una nueva administracion, garantizarle al Congreso por lo menos la doble instancia y la separación del juzgamiento de la investigación. Esos eran nuestros propósitos y son sanos.Sin embargo, las cortes nunca estuvieron de acuerdo porque no les solucionaba el problema ni la descongestión...Hoy hay una ley de descongestión que viene implementándose hace tiempo y la congestión en los despachos judiciales, en lugar de mejorar, se agravó. Hoy en día hay más 2.500.000 procesos represados en todos los despachos judiciales. El Gobierno entiende que esa ley de descongestión no es suficiente, que se hacen necesarias unas medidas mucho más novedosas en esa materia. Por eso propone la designación de funciones jurisdiccionales a notarías, centros de conciliación, de arbitraje.Pero dicen que es una manera de privatizar la Justicia...Pero se dice no podrán entregarles funciones jurisdiccionales a ningún operador en materia penal, contencioso administrativa, constitucional y al final se dijo que tampoco en materia disciplinaria. Lo segundo, son excepcionales, transitorias, coyunturales y están bajo la dirección y manejo del poder judicial. Ni el Gobierno ni el Congreso tienen nada qué ver con ese tema.¿Para usted, entonces, la reforma estaba bien concebida, pero se quemó en la puerta del horno?El remate sí, se nos quemó en la puerta del horno. Yo creo que la reforma, hasta el octavo debate,con algunas dificultades y cosas que podían mejorarse, sobre todo lo que corresponde a Cámara habíamos hecho un texto que se defendía ante la opinión pública.Lo que queda es la sensación de que la conciliación se hace a la carrera...Las conciliaciones no se pueden seguir haciendo como se están haciendo, sin reglas claras, desde la misma designación de los conciliadores hay una falencia enorme. Por ejemplo. de esas sesiones, hoy nos dolemos, Germán Varón y yo, de que no hubiera una forma de dar fe de nuestra actuación allí. Debiera haber una grabación por lo menos que fuera obligatoria para saber al final cómo fue que se desarrolló la conciliación. Una conciliación de un tema que se ha trabajado diez meses en ocho debates, no es posible sacar un buen texto conciliado en una sesión de diez, doce horas, que fue la que nosotros tuvimos. Ese será un tema que trabajaremos en adelante, una conciliación no se puede hacer en un día.¿Se lavó el Presidente las manos con el Congreso o la responsabilidad es completamente de ustedes?Yo pienso que esto no es ni siquiera responsabilidad del Congreso; esto es culpa de los conciliadores. Los textos conciliados llegan a las plenarias casi un día antes, se hacen publicar ya sobre la marcha. Yo sé que lo que voy a decir no es lo más ortodoxo, pero toca decirlo, y es que finalmente las plenarias confían en sus conciliadores. La gente sabe que el conciliador lleva un texto bien elaborado. Yo debo salvar la responsabilidad de las plenarias en este sentido.¿Cuál es el camino para la reforma ahora?Ahora venimos a la discusión jurídica si es procedente lo que hizo el Gobierno en materia de objeciones a reformas constitucionales, solo hay un antecedente de 1910. Antes era posible. Luego, en el 2009 la Corte Constitucional hace un pronunciamiento y expresa que cuando hay vacíos es posible acudir en materia de constitucionalidad hay que acudir a lo que está regulado para las leyes y de eso echa mano el Gobierno para hacer las objeciones, que pudieran sin por inconveniencia o por inconstitucionalidad. Nosotros vamos a estudiar las objeciones, como se trata de un asunto novedoso en el que no hay antecedente, el Congreso seguramente ya tendrá a sus abogados estudiando qué es lo que hay que hacer.¿Está de acuerdo con la propuesta de que se hunda la reforma?Yo pienso que, no obstante tener cosas muy buenas, en materia de Justicia, de Gobierno, del poder judicial, de que aquí estaba materializado el derecho que tenemos congresistas de tener la doble instancia, de tener la separación de juzgamiento de la investigación, yo creo que la reforma tiene que hundirse. Creo eso porque ya nadie nos va a creer, la opinión pública está volcada hoy en contra de la reforma. Cualquier maquillaje que pudiéramos ponerle para salvarla, no sería suficiente para acallar las voces que hoy se expresan en contra de la reforma.¿Usted cree que está bien la convocatoria a extras que hizo el Gobierno?El Gobierno está corriendo un riesgo muy grande y es que mañana se le acuse al Presidente por estar echando mano de un elemento extrajurídico que es para una convocatoria a extras para que tramite objeciones de carácter constitucional, pero no hay otro camino de reestablecer el orden institucional.¿Por qué si éste es un error del Congreso, la iniciativa de devolver la reforma es del Gobierno y no hay una solución desde el mismo Congreso?Lo que he recogido es que el Congreso no está muy animado a hacer sobrevivir la reforma, pero al igual que el Gobierno el mecanismo utilizado es extraordinario, como casi que supraconstitucional, no está consagrado en ninguna parte que pueda hacerse, el Congreso no tiene un mecanismo habilitado hoy en la ley, en la Constitución para tener la osadía de decir pásenme esa reforma para acá que la vamos a hundir. El próximo miércoles y jueves los debates van a ser muy fuertes.Sigue en pie la propuesta de referendo revocatorio, ¿que opiníon le merece?Esa es la democracia. Contra esta reforma, con una buena o una mala conciliación, se veía el referendo, porque estábamos ya advertidos del tema. Entonces, el referendo que se está promoviendo hoy no es consecuencia de la conciliación. El referendo que hoy se está proponiendo es un referendo que nos lo vienen anunciando algunas personas de esas organizaciones desde los debates, del primer debate. ¿Qué piensa sobre las denuncias contra los conciliadores?Esa es una muy mala noticia para quienes hemos hecho este trabajo, y ahora lo que nos toca es demostrar que ninguno de esos supuestos delictivos se dieron en este proceso de debate, y por supuesto de conciliación. Yo estoy tranquilo. Sabe qué me preocupa, un abogado ante la Corte vale mucha plata y la verdad es que yo no tengo la plata para eso, me tocará defenderme a mí mismo.¿Usted le puede decir a los vallecaucanos y colombianos que lo eligieron, que actuó de buena fe?Puedo jurar con la mano en la Biblia que yo actúe siempre de buena fe y esta no ha sido la excepción.Con en este escándalo de la reforma a la Justicia y los demás cuestionamientos que han rodeado al Congreso, su credibilidad está cada vez más minada. ¿Cómo hacer para que la gente le pueda creer de ahora en adelante al Legislativo?Son cuestiones muy subjetivas. Yo pienso que el Congreso siempre ha sido y será cuestionado, históricamente lo ha sido. Nadie se ha inventado una forma de recuperar el prestigio y la imagen del Congreso, lo que se trata es actuar con buena fe.