A propósito de la declaratoria de este desfile como Patrimonio Inmaterial de Colombia, en las redes sociales se reactivó la discusión sobre el desfile. Uno de los caleños que participa en su conceptualización lo analiza.

Muchas ligerezas se están diciendo en Cali y en las redes sociales ante la declaratoria del desfile del Salsódromo como Patrimonio Inmaterial, Cultural, Artístico y Folclórico de la Nación. Y conviene confrontarlas para que el sano debate sobre la relación Cali-Cultura Salsera, que ya entró en la agenda del  alcalde Maurice Armitage, no se haga sobre falsas premisas.

No es una discusión de poca monta, como algunos quieren hacerlo parecer, como quiera que tiene relación con un rasgo profundo de nuestra identidad y nuestra cultura. Y, además, hace referencia a un sector que representa una enorme oportunidad de redención social y progreso económico para esta ciudad. 

Veamos cuáles son esas ideas erradas que empiezan a moverse en medio de la conversación callejera sobre el asunto.

1. “Con el nuevo status de patrimonio el Salsódromo resuelve su futuro”

Falso. La declaratoria que se logró es un hecho de gran importancia, y sin duda alguna constituye un apoyo crucial para que el desfile sea cada vez mejor. Pero no resuelve los múltiples desafíos que tiene la ciudad con este evento.

Para empezar, esta decisión no fue fruto de un proceso técnico. Se logró por la vía legislativa. Es decir, fue un hecho político. No se surtió el largo y exhaustivo análisis que exige el Ministerio de Cultura para que una manifestación cultural haga parte de la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de Colombia.

Quienes aprobaron la declaración no fueron los funcionarios técnicos del Ministerio que estudian y avalan estos procesos, sino un grupo de congresistas – todos ellos muy juiciosos y de muy buena voluntad, no cabe ninguna duda –, pero algo va de una cosa a la otra.  

¿Cuál es la diferencia? Podría decirse que, en teoría, el resultado es el mismo. Pero en la práctica muy seguramente esto puede tener implicaciones distintas. Sobre todo cuando ese  Ministerio, por cuya evaluación no pasó nuestro Salsódromo, defina sus prioridades de inversión para este y los próximos años.

2. “Viene mucha plata para el Salsódromo”Falso. Con esta declaratoria la Nación no va a salir a girarle mañana al Municipio los  más de $3.500 millones que cuesta hacer el Salsódromo. No es cierto que alguien en Planeación Nacional o en el Ministerio de Hacienda vaya a ordenar, de un plumazo, que le entreguen a Cali ese dinero. Bájense de esa nube. Lo que se hizo fue abrir formalmente, por mandato de la Ley, una puerta para que lleguen de forma regular recursos del Estado central.

¿Cuánto? ¿Cuándo? Eso dependerá de dos cosas. Primero, de la gestión que haga el Municipio ante el Ministerio para conseguirlos. Eso significa que la Secretaría de Cultura de Cali tiene que llevar proyectos y argumentos lo suficientemente fuertes para que puedan competir con los que presenten otras regiones del país, y así obtener una buena cantidad de recursos para el desfile.

Y segundo, también dependerá de las decisiones internas que tome ese Ministerio sobre en qué invertir sus recursos. Un dato adicional para los que no lo sepan: a la cartera de Cultura ya le hicieron un drástico recorte presupuestal para el 2016, como resultado de las afugias fiscales que  padece el Gobierno.

3. “Como ya es patrimonio, tiene que volverse gratuito”

Discutible. El principal desafío que tenemos en Cali con el Salsódromo es que cada vez más caleños puedan gozarlo, sin tener que pagar por ello. El desfile no puede perpetuarse como un escenario que remarque las profundas diferencias sociales que han lastimado el alma de Cali. Todo lo contrario: debe ser un motivo de unión y orgullo. Trabajar por la inclusión es una necesidad.

Pero esa mayor inclusión no se logra necesariamente por la vía de la gratuidad total, como dicen algunos por ahí. No al menos en las condiciones fiscales que tiene hoy el Municipio de Cali.

¿Por qué? Porque la Feria de Cali no se hace exclusivamente con dineros públicos. El Municipio no aporta todos los recursos que se necesitan para hacerla. Cada año hay que salir a conseguir en el sector privado más de $6.000 millones que hacen falta para realizarla. Y los patrocinadores que se consiguen aportan el dinero para pagar, entre otras cosas, los casi $25 millones que se entregan a cada una de las 20 escuelas de bailarines que participan en el Salsódromo.

Por otro lado, como en cualquier otro evento del mundo, hay cada vez más turistas dispuestos a pagar por ver el desfile con un poco más de comodidad. ¿Se renuncia a ello cuando las cifras muestran que falta dinero para sostener el evento?

Con todo, es un hecho claro que se deben buscar mecanismos para darles más tiempo, más espacio y mejores condiciones de Salsódromo a quienes no pueden pagar una boleta. Y cobrarles a quienes sí quieren pagarla, para que subsidien a los primeros.

¿Un Salsódromo más extenso? ¿Menos graderías y más espacios gratuitos? ¿Dos días de Salsódromo en Feria, uno de ellos totalmente gratuito? ¿Eliminar otro evento de la Feria y destinar sus recursos al Salsódromo para que este tenga más zonas gratuitas?

Estas, y muchas otras, son alternativas que Corfecali debe estudiar para buscar soluciones. Pero quienes dicen que Cali tiene que hacer un desfile como los de Barranquilla o de Medellín, porque esos sí son gratuitos, mienten.

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4. “¿Por qué no se les paga mejor a los bailarines?”

Para la realización del Salsódromo se selecciona y se contrata a las mejores escuelas de Salsa de Cali, con las cuales el operador del evento (Corfecali) establece una relación contractual.

Aunque muchos ciudadanos no las vean así, una escuela de Salsa es, simplemente, una empresa privada como cualquier otra. Son sus representantes legales quienes firman el contrato que los acredita como proveedores para el Salsódromo y reciben a cambio la contraprestación económica establecida.

Así las cosas, son los dueños de las escuelas quienes deciden cómo y en qué cuantía pagan a sus bailarines por actuar en el Salsódromo.

Lo deseable es contar con mecanismos que permitan hacer una mejor redistribución del ingreso entre los artistas que hacen parte del desfile. Pero lo real es que el Estado no tiene competencias legales para decirle a un empresario cuánto debe pagar a sus empleados.

Este es uno de los grandes ejercicios de autocrítica que el gremio de los bailarines y las escuelas en Cali tienen pendiente por dar.

5. “Ahora sí vamos a tener el espacio adecuado para el Salsódromo”Cierto. La Ley sancionada por el Presidente faculta al Gobierno Nacional “para que efectúe las asignaciones presupuestales pertinentes para la construcción del Bailódromo en la Ciudad de Cali”.

La pregunta es, ¿cuándo? Tal como lo informa El País, el Bailódromo es un proyecto que está en planos, pero no se tiene claro cuánto se debe invertir para construirlo, ni cuándo se apropiarán esos recursos.

Eso significa que, al menos por este año, el Salsódromo se tendrá que seguir haciendo en la Autopista Suroriental entre carreras 39 y 66. Que no es un espacio adecuado para su realización, porque además de causar un fuerte impacto sobre una amplia zona residencial, dificulta la gigantesca operación logística requerida para el desfile y limita las posibilidades de mejorar algunos componentes artísticos.

¿Por qué no cambiar, entonces, de sitio? Porque las exploraciones que se han hecho durante los últimos dos años en los cuatro puntos cardinales de Cali no han permitido encontrar, aún, un espacio mejor.

El Salsódromo requiere un espacio totalmente llano a lo largo de 1,5 kilómetros para show, sin ningún tipo de elevación, más zonas de armado, preparación y desmonte; con anchos suficientes para el desfile de los artistas, el espacio del público, las estructuras de luces y sonido, los  corredores de movilidad para medios y personal logístico, y las zonas delimitadas para posibles emergencias.

Cada árbol sembrado en el terreno, por pequeño que sea; cada poste instalado, cada puente peatonal que atraviese el trayecto, determina lo que se puede o no hacer en un desfile de esta naturaleza.

Aunque así no lo parezca en televisión, el Salsódromo es un desfile único en el mundo. Su concepción, estructura y desarrollo son muy distintas a la del Sambódromo de Río. Entre otras, por cosas elementales que algunos olvidan, como que el Samba y la Salsa son géneros de origen africano, pero con ritmos, tiempos y, ante todo, formas de baile muy diferentes. En este frente, la comparación no aporta mucho a la evolución.

6. “La declaratoria es una exaltación de los bailarines de Salsa en Cali”

Cierto. En Cali, a diferencia de lo que pasa en Bogotá, Medellín, Barranquilla, San Juan o Nueva York, la Salsa no solo es un estilo de vida, una afición o una diversión. Es, ante todo, una forma de resistencia. Miles de hombres y mujeres en los rincones más apartados y marginales de esta ciudad han hecho del baile de la Salsa una trinchera para resistir con dignidad el embate de enemigos aterradores: la droga, el sicariato, la delincuencia, el desempleo, el hambre, la falta de oportunidades.

Otra sería la historia de Cali si los miles de muchachos que bailan Salsa hubieran elegido apretar un gatillo. Así que elevar el Salsódromo a nivel de Patrimonio es también rendirles tributo a ellos. Pero, ¿eso basta? ¿Es suficiente? ¿De qué nos sirve?

La realidad es que, a pesar de sus buenas intenciones la Ley aprobada se queda corta. Porque le da al Salsódromo un tratamiento de ‘evento’, cuando lo que necesitamos es que Cali asuma ese bello desfile como un ‘proceso’.

Y no nos digamos mentiras: eso es lo que no hay.  Dentro de las escuelas a los bailarines solo se les enseña a bailar. Pero nada más. No hay una formación integral que les asegure un desempeño artístico de mayor calidad, pero también mejores condiciones de vida para ellos y sus familias. La informalidad reina en el gremio, que padece un grave problema de redistribución del ingreso.

Como consecuencia, el éxodo de artistas hacia otros destinos (muchos de ellos rodeados de circunstancias peligrosas) es una constante. La continuidad de los esfuerzos que se realizan cada año para lograr un Salsódromo de calidad, se pierde al siguiente. La integración de las escuelas con los colectivos de músicos y orquestas, que crearía una alianza potente para el espectáculo, es casi nula.

Cuando termina el desfile, el mercado para los bailarines durante el resto del año se hace estrecho, feroz. Al turista que llega a la Capital Mundial de la Salsa un lunes o un miércoles le resulta imposible encontrar un show de salsa para conocer de qué se trata esto.

Es allí donde el Municipio, después de esta declaratoria, tiene un enorme campo de oportunidad. Para que el amor por el baile de la Salsa, ese que ahora nos llena de tanto orgullo, sea realmente un patrimonio productivo para Cali.

*(Ossiel Villada Trejos es miembro del Comité Conceptual del Salsódromo)