La agente Luz Ery de la Torre lidera proyecto de prevención con niños a orillas del río Cauca. Es finalista por el Valle al premio Mujer Cafam, galardón que premia la labor humana sin interés económico.

“¿Que si ella es de buen humor? ¿Eso quiere decir sonriente o risueña? Entonces sí. También es una dura”.La espontaneidad y sinceridad manifiestas a los 9 años califican al estudiante de cuarto de primaria Jammer Guarín Rodríguez para definir a Luz Ery de la Torre, la mujer policía que le entrega sus horas libres, descansos y vacaciones a los niños del corregimiento de Navarro, a orillas del río Cauca, en el oriente de Cali.La ha conocido aprendiendo de ella por fuera de las clases y en forma lúdica y recreativa, pero eso sí, con la disciplina en la que se formó y de la que la agente no ha declinado ni un solo día durante sus 41 años de vida.El pequeño Jammer participaba la semana pasada de un taller de artes manuales a cielo abierto cuando fue apartado aleatoriamente del grupo de chiquillos que estaba sentado alrededor de “mi agente Luz Ery”, sobre el colchón de residuos vegetales que dejó el último desbordamiento del río, destruyendo las eras que ella y los niños habían cultivado con tanto esmero antes de la pasada ola invernal.Ni siquiera los empujones de otros compañeritos que se colaron a curiosear el interrogatorio lograron interrumpir su respuesta.“Nos enseña mucho, que no todo lo que botamos no sirve. Ella es muy buena”, sintetizó el niño que vive en el sitio conocido como Paso de la Barca.La demostración de lo mucho que ella ha calado en los pequeños con su proyecto ambiental y la improvisada entrevista motivó a otro de los pequeños, aparentemente con más ‘kilometraje’, que quiso dejar sentada su posición: “Ella es muy amorosa... y además bien linda”, aseveró Luis Eduardo Cardona, de 12 años, estudiante de 6o. año, residente en el barrio Valle Grande.Ambos niños estudian en la Institución Educativa de Navarro, contigua al ‘Parque educativo ambiental autosostenible para el uso creativo, recreativo y formativo del tiempo libre’, que la líder estableció a orillas del río Cauca desde hace cuatro años y medio.En ese espacio ella ha puesto todas sus fuerzas y empeño. “Espero sembrar la semilla para que otros niños, ojalá algún día de todo Cali, vengan aquí y aprendan a querer el medio ambiente y la naturaleza”. Quien alcance a seguir sus pasos percibe que la agente Luz Ery es un volcán del que brota una energía incontenible de afecto, convencida de que lo que se haga temprano por los infantes “prevendrá comportamientos qué lamentar”.Amante de la salsa como la más caleña, el Grupo Niche, la lectura y el mango viche, esta hija de nariñenses se esforzó por seguir las enseñanzas y ejemplo de su padre policía.Al culminar el bachillerato, a los 17 años, tuvo que aplazar su sueño por minoría de edad. Entre tanto estudió sistemas, inglés y todo curso que le abriera la oportunidad de concretar su aspiración, la que finalmente se dio.Cuando terminó en la Escuela de Policía Alfonso López Pumarejo de Suba, en Cundinamarca, fue asignada en su patria chica a las filas de Infancia y Adolescencia de la Policía Metropolitana de Cali.Por eso desde sus inicios le tocó enfrentar la grave situación de niños en la calle siguiendo los pasos de los criminales. Y desde muy joven se convenció que es con el arma de la prevención que se debe librar esa batalla. Siempre con los más necesitados Con dos compañeros dio clases en una escuela abandonada en el barrio Belén a la que los profesores temerosos no volvieron, a raíz de la secuela que dejó el accionar del M19 en las laderas de Cali. Fungía como maestra hasta 4o. de primaria, cuando los niños ya estaban preparados para ingresar a una institución reconocida oficialmente.Así lo hizo durante quince años hasta que una cadena de supermercados extranjera y el Plan Padrinos recuperaron el plantel y lo dotaron.“Afortunadamente mi Dios me ha puesto donde tenía que ser y me ha protegido”.Su afirmación no es gratuita, aunque reconoce que no ha tenido que enfrentar riesgos graves e incluso la muerte como otros uniformados, salvo una vez que se salvó de un ataque cuando realizaba una requisa de rutina en el barrio El Vergel.“Salgo con mi cuerpo entero y no he pisado una cárcel”, dice con satisfacción cuando ya soprepasó los 20 años que la institución exige para el uso del buen retiro. Actualmente es la coordinadora de Organización Comunitaria del Grupo de Protección Ambiental que imparte desde la Estación de Policía de La Floresta, cargo que desempeña desde hace dos años cuando fue reasignada.“Es exigente y por lo mismo muy disciplinada, pero disfruta al máximo de su trabajo, estoy convencido de que lo haría gratis”. Así la ve su cuñado Carlos Alberto Villegas, casado con Dalia, la hermana menor. Un concepto que amplía su comandante. “Es de admirar el amor conque hace su labor, es de un carisma especial, emprendedora, inquieta, le nace el trabajo con la comunidad, tiene aptitud y actitud, es una líder, convoca con alegría”, sostiene el sargento primero Ángel Yovanny Ñáñez, comandante de la Policía Ambiental de Cali. Y concluye: “Es un orgullo que haya sido escogida como la Mujer Cafam del Valle”.Es vista como “sencilla, de una sensibilidad tal que cautiva, lo que predica lo siente y proyecta, hace que los niños cambien de actitud y se valoren, trabaja por rescatar la imagen de ellos. Ella no tiene límites”, es el concepto que exhibe la profesora Dora Galviz.La agente Luz Ery no oculta su dosis de vanidad. “Me considero hermosa y preparada”. Sus 1,60 metros y 58 kilos no son obstáculo para divulgar sus medidas: 90-68-94. Y reafirma que debajo del uniforme hay toda una mujer.La uniformada da rienda suelta a la conversación, habilidad de la que se precia. “Ser policía no es sólo ponerse el uniforme. Hasta el último día hay que demostrar la verraquera”. Es tal vez a esa obstinación por lo que hace y al trabajo que por añadidura se echó encima a lo que ella adjudica la ruptura del hombre con quien concibió “la más bella criatura”: su hija Daniela Guerrero, de 14 años. Su franqueza sale a relucir nuevamente al reconocer que a pesar de la decisión sigue enamorada. “Pero me gusta llevar la batuta y...”. interrumpe, prefiere hacer a un lado ese tema.Tiene muchos planes. Sobre lo que hará en su retiro sostiene: “Me encantaría constituir una fundación para continuar esta labor con los niños, pero tengo que asesorarme pues no sé nada”.Así, con esa sinceridad que no es capaz de disimular llega la caleña Luz Ery de La Torre a este 7 de marzo como finalista y en representación del Valle del Cauca, al XXIV Premio Cafam a la Mujer.