Cali, bañada por siete ríos y que cuenta con varios humedales, es una ciudad donde el agua pareciera ser un recurso ilimitado. La cultura del cuidado del agua debe abarcar a todos los estratos sociales.

Cali, bañada por siete ríos y que cuenta con varios humedales,  es una ciudad donde el agua pareciera ser un recurso ilimitado. Sin embargo (he aquí la paradoja), las constantes suspensiones del suministro y las dificultades para tener acceso a dicho líquido se han convertido en el pan de cada día de muchos citadinos, sobre todo de los más humildes, que viven en zonas donde no existen fuentes limpias de agua. El hecho de no contar con una sola gota de agua en un día permite reflexionar sobre las consecuencias de la falta de cultura ciudadana, administración y gestión del sistema administrativo del Municipio y, aún más, falta de conciencia individual.

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El abastecimiento de la ciudad depende de los ríos Cauca,  Meléndez y Cali, y las tres cuencas presentan problemas de deforestación, pérdida de calidad por minería ilegal, exceso de uso del recurso, entre otros. Entonces, el problema de abastecimiento de agua de la ciudad no solo es por que falte cantidad en los caudales, por el Fenómeno del Niño. También es un problema de calidad, debido a los manejos inapropiados de los nacimientos y  las cuencas que se han transformado en alcantarillados a lo largo de  sus recorridos.

No solo se trata de las afectaciones climáticas, que a pesar de ser previstas no han sido manejadas con medidas de choque que garanticen el cuidado del recurso. Hay diferentes actores que intervienen en el problema: campesinos que viven aguas arriba o cerca a sus nacimientos y que no cuentan con herramientas para que generen ingresos sin tener que intervenir el bosque que protege las fuentes de agua;  ciudadanos sin conciencia que creen que por ser un derecho fundamental  solo se debe pagar a las entidades que purifican y bombean el recurso, sin aportar  nada para su conservación;  desplazados e inmigrantes  que consideran que por llegar a la ciudad pueden asentarse en zonas de riesgo y protección que tienen las cuencas y fuentes de agua; y las industrias y empresas que producen residuos líquidos, que en buena parte no cuentan con sistemas de limpieza del agua que utilizan, y que vierten sus contaminantes  en los ríos sin tratamiento adecuado.

Está también  el  sistema administrativo, algo insuficiente,  que a la hora de tomar decisiones ante estos problemas, que debieron ser tratados hace tiempo, no lo han hecho con la premura debida, muy posiblemente por falta de continuidad a las  propuestas que nacieron en las administraciones de turno, lo que ha permitido el deterioro del sistema hídrico de la ciudad. Falta  planeación y gestión.

Es necesario que los niños y jóvenes comprendan que el futuro que les espera no será nada fácil desde la mirada del acceso al agua, de ahí que el papel de las instituciones educativas es fundamental. Se necesitan, además,  programas de educación de los entes gubernamentales para  promover el cuidado del agua y el medio ambiente. La cultura del cuidado del agua debe abarcar a todos los estratos sociales.

Es de vital importancia que los ciudadanos nos eduquemos en lo ambiental y que se fortalezcan los procesos administrativos que se deben implementar para proteger y valorar más este elemento esencial que nos permite vivir dignamente. Todo esto, para  no tener ante nuestros ojos un panorama oscuro  frente a  las necesidades de abastecimiento de agua en una ciudad que crece y que necesita soluciones definitivas para este fin.