'Lucho' ahora hace parte del grupo de Alcohólicos Anónimos. Esta vez, como portavoz de experiencias de buena voluntad para ayudar a otros a salir de lo que él llama un 'infierno'.

“Muchas personas arriman a la Iglesia porque le tienen miedo al infierno. Yo arrimo a la comunidad de Alcohólicos Anónimos porque yo vengo del infierno”. Así recuerda ‘Lucho’ la época en que el alcohol gobernó su vida. Pero hoy, sin ninguna vergüenza, es un ejemplo para los demás porque lleva 3 años sobrio y sigue asistiendo a la comunidad de Alcohólicos Anónimos para ayudar a otros.

Por eso, cuenta su historia cuantas veces sea posible para evitar que su experiencia se repita en otros. 

Tiene 58 años, pero no pensó vivir tanto. Pasó 25 años de su vida como habitante de la calle en pleno corazón de El Calvario, centro de Cali, y estuvo cerca de la muerte más de mil veces.

'Lucho' es caleño, el cuarto de siete hermanos. Viene de una familia que le ofreció la mejor educación y las comodidades de viviendas en estratos 5 y 6; lo tenía absolutamente todo. Fue estudiante de la Universidad del Valle. 

Y entonces, ¿por qué cayó en el alcohol?. 'Lucho' dice que vivía irritado por la injusticia social, detestó siempre todo tipo de autoridad, no quería vivir pagando impuestos, ni como una persona “normal” que debe rendir cuentas a un patrón. Esa ideología lo llevó a la calle a los 30 años de edad.

“Mis problemas no empezaron desde que tomaba alcohol ni consumir drogas. Yo nací con un problema de aceptar la vida tal cual me la ofrecían”, añade.

En el Calvario se encontró con mujeres filósofas, políglotas, que se prostituían por una dosis; doctores, profesionales, personas que habían vivido en un estrato social alto y otros que no, “uno se encuentra lo que sea, gente de otro país, gente que lo tuvo todo y gente que siempre fue marginada”, afirmó.

'Lucho' considera sus 25 años en la calle como una pesadilla, allí “yo nunca creí tener problemas y no hay nada que más haga enojar a una persona en situación de calle o alcohólico que te digan que tienes un problema”.

Recuerda que su primera borrachera fue a los diez años de edad, en una reunión familiar; bebió alcohol a escondidas, sin parar y comenzó su calvario pero también recibió varias lecciones. 

Para ‘Lucho’, no todo bebedor tiene problemas de alcoholismo y los divide en tres tipos. El primero es el ‘normal’, la persona que puede tomarse un par de cervezas o cenar con un buen vino y parar. El segundo son los fuertes, aquellos que beben muchísimo pero no les da muy duro. Y, por último, “estamos nosotros, los que bebemos cualquier cantidad de licor y nada nos para”. En realidad, “el alcoholismo es una enfermedad, por ser un problema de salud pública y en Colombia se reconoce a medias”, dice 'Lucho'.

Por alguna razón siempre lo llamaba El Calvario, hasta que un amigo del mismo sector le pidió que lo acompañara por un desayuno. El desayuno en realidad era un grupo de Alcohólicos Anónimos, donde le ofrecieron una tostada y un café.

En ese lugar se encontró con historias de personas a quienes les pasaban lo mismo que a él, como tomar y no poder parar, tener lagunas mentales o el terror de levantarse y no saber qué había pasado el día anterior; si había hecho algún daño o pero aún, haber herido alguien sin darse cuenta. Y entonces empezó a reconocer y aceptar su problema.

A la semana de estar en la comunidad, le entregaron el texto básico de Alcohólicos Anónimos, como una 'biblia”, un libro completamente espiritual y no religioso. 

Le dijeron que su concepto de Dios podría ser cualquiera, no debía pertenecer a ninguna religión y solo debía tener un poder superior a él mismo y ese poder superior podría ser el grupo o lo que él quisiera. Tan solo debía tener una sola cosa y era el deseo de dejar de beber.

Cuando abrió el libro se encontró dos sorpresas y fueron las referencias de dos libros que a él lo habían marcado: el primero fue 'Un mundo feliz', de Aldous Huxley, y después aparece 'El extraño caso, del doctor Jekyll y el señor Hyde', novela de Robert Louis Stevenson que también le gustó muchísimo.

“La comunidad nació por una persona que estuvo interna en los años 30's y anteriormente no había grupos sino hospitales de reposo para desintoxicarse. Uno era un corredor de bolsa de EE.UU. y el otro un inminente medico con problemas de alcohol. A uno de ellos se le ocurrió la idea de que calmar la ansiedad para beber es hablar con otro que tenía lo mismo que él. Y con ese experimento se le quitó la compulsión de beber. Su idea compulsiva de beber la aplazó por 24 horas y en 1935 nace la comunidad que ahora esta por el mundo entero. En Cali, hay 35 grupos con 500 personas y es bienvenido de manera gratuita todo aquel que tenga el deseo”.

Porque para 'Lucho' y los demás, no pudo el llanto de sus madres, las cárceles de quienes estuvieron encerrados, no pudo la psiquiatría, ni los trabajos sociales. Solo hablando con otra persona para empezar el reconocimiento fue lo que los salvó.

Ahora 'Lucho' se dedica a ayudar a otros con alcoholismo, con quienes se siente identificado de lo que fue en el pasado. No va a las cantinas a decirle a la gente que tiene problemas, pero si se acerca a los colegios, a las cárceles y a los hospitales, a hablar con personas que están en diferentes problemáticas para que se identifiquen y así empezar a trabajar con ellas.

Hasta ahora ha ayudado aproximadamente a una docena de personas a rehabilitarse. Dos casos lo han marcado: el primero es el de una mujer, profesional en la salud, de aproximadamente 50 años. Al llegar al grupo pensaron que era un caso perdido, pero 'Lucho' sabía que con buena voluntad ella lograría salir del problema.

Cuenta que los ojos de la mujer lucían desorbitados, sus pies los arrastraba, balbuceaba las palabras y estuvo durante años internada en un hospital psiquiátrico.

'Lucho' logró verla recuperar su sano juicio, lo llama algo indescriptible. Tan solo con contar experiencias, la energía espiritual del grupo y el apoyo entre todos, este exhabitante de calle y otros rehabilitados lograron que ahora ella sea un caso de admirar. Es ahora una mujer que coordina las reuniones de Alcohólicos Anónimos.

El segundo es un habitante de la calle, analfabeta, que según 'Lucho' "llegó hecho un desastre, sucio y confundido, pero con el tiempo fue recuperando su autoestima. Aprendió a leer, a servir a los demás y ahora es una persona productiva y autosuficiente".

“No hay nada mas increíble que ver a una persona llegar y que siga yendo a los encuentros. Los milagros a la manera de A.A los vemos a diario”, concluye 'Lucho'.

La comunidad no recibe dinero de instituciones. Se mantiene con sus propias contribuciones.El anonimato es una de sus premisas sagradas. Si un miembro de la comunidad se encuentra con otro en la calle no menciona absolutamente nada del alcoholismo, al menos si está con otras personas integrantes del grupo. El anonimato también es garantía para que otras personas que estén interesadas en ser parte de la comunidad lo hagan sin temor.