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Óscar Sandoval, kinesiólogo del América de Cali. | Foto: Aymer Andrés Álvarez / El País

FUTBOL COLOMBIANO

Historia: Óscar Sandoval, el alma del América de Cali que sueña con la estrella 14

Óscar Sandoval es una metáfora viva de la pasión roja. Lleva 28 años dedicado a los jugadores con sus masajes y amistad. Su sueño, pensionarse con la estrella 14.

4 de diciembre de 2019 Por: Daniel Molina Durango - Reportero de El País

El alma del América iba de un lado a otro cargando tubos y bolsas. La acompañaba una expresión seria y también algo de prisa, evidente en sus movimientos ágiles a la hora de regar en el suelo los elementos que ya había descargado para luego agacharse y empezarlos a acomodar como un arquitecto elaborando una maqueta.

De pronto alzó la mirada y dejó caer un: “Por favor, hágame las preguntas que me tiene que hacer, porque los muchachos no demoran en llegar y esta piscina de hielo tiene que estar lista ya”. Los tubos blancos ya estaban puestos en cada esquina y solo hacía falta enfundarles el plástico azul que estaba a su espalda.

Óscar Sandoval es kinesiólogo. Caleño. Tiene 66 años, pocas palabras, pero un amor desmedido por el América, equipo en el que labora desde 1992. Ese martes, en el Hotel NH, al sur de Cali, el viejo, como le dicen los futbolistas rojos, estaba encargado de hacerle los trabajos de recuperación al plantel luego del empate 0-0 ante Junior en el partido de ida de la final de la Liga Águila disputado en Barranquilla. Una labor en la que es experto desde hace más de 28 años.

Por sus manos de masajista pasaron hombres como el ‘Patrón’ Bermúdez, Fredy Rincón, ‘Polilla’ Da Silva y ahora Michael Rangel, Duván Vergara, Matías Pisano y compañía, los jugadores que este sábado podrían darle la estrella catorce al América en el Pascual Guerrero. Una estrella que sería un regalo hermoso para Óscar, quien después de ese partido disfrutará de su pensión y del tiempo que tendrá para dedicarse a su nieto de cinco años, que también respira rojo.

Sandoval empezó su carrera como masajista en los torneos empresariales que se jugaban en Cali en la década de los ochenta. Él se ganaba la vida como mensajero en el Centro Veterinario El Vaquero y allí comenzó a acompañar al equipo de la empresa en sus competiciones.

Ayudaba llevándole a los jugadores la hidratación y otros elementos. “Y allí fue que se atrevió a dar sus primeros masajes”, cuenta Óscar Sandoval Junior, su hijo, vinculado hasta este año a las divisiones menores del América.

Su labor como masajista tomó forma cuando un amigo de ese contexto deportivo lo invitó a una carrera de ciclismo nacional para que les repartiera a los pedalistas frutas y bocadillos en las zonas de hidratación. Esa fue su llave para ser contactado por los equipos que representaban al país en Europa, como el Manzana Postobón y el Café de Colombia. “Le hacía masajes a grandes figuras como Lucho Herrera y Martín ‘Cochise’ Rodríguez”, recuerda Sandoval.

Su trabajo serio y esa manera especial de calar en las personas, llamó la atención del prestigioso médico deportólogo Héctor Fabio Cruz, con quien trabajó a sol y sombra en pro del ciclismo nacional. Fue Cruz quien en el 92 lo trajo al América que dirigía Francisco Pacho Maturana. “En todos estos años, el día más feliz de todos fue cuando entré al equipo”, dice Óscar.

Cuando la piscina de hielo estuvo armada, comenzaron a llegar los jugadores. Los primeros fueron el lateral Edwin Velasco y el volante argentino Matías Pisano, quien, según su hijo, es el gran consentido que tiene en estos momentos.

“Mirá al viejo este, uno lo desconoce cuando se pone serio”, dijo entre risas el jugador gaucho, que asegura que Sandoval ha sido una de las claves de esta gran campaña del equipo: “Él es fundamental acá. Nos cuida, nos trata bien, está pendiente de nosotros. Su buen humor nos lleva para adelante, aunque también le hago bromas, porque verlo enojado es divertido”.

Velasco, lateral zurdo, dice que Sandoval es una persona “pequeñita y picantosa” que siempre los respalda. “A veces recolectamos para comprar pan con queso, y si yo no he ido al lugar donde están merendando, él va hasta mi habitación y me saca para que vaya a comer”, contó.

Sandoval, sin embargo, no solo es carisma, sino también confianza. “Fredy Rincón, campeón en el 92, le dejaba su cadena de oro y su plata, entonces uno veía a mi papá en los partidos con un canguro cuidándole las cosas al ‘Coloso’”, recuerda Óscar Junior.

Jorge el ‘Patrón’ Bermúdez y ‘Polilla’ Da Silva, otros de sus consentidos en esa época, lo recuerdan a la distancia con ese cariño singular.
“De Óscar recuerdo esa sencillez, esa humildad. Es un hombre dedicado al trabajo al cual le tengo cariño y agradecimiento”, dijo ‘El Patrón’, exdefensa rojo.

“Con él tenía una gran relación. La noche previa a los partidos, tras su ronda de masajes, se iba a la habitación en la que yo estaba con Wílmer Cabrera y nos pasábamos horas charlando. Daba placer dialogar con él”, cuenta el uruguayo Da Silva.

Para Sandoval, ese es su mayor regalo: “Que los muchachos me aprecian, me respetan y me dan todo ese cariño”.

El amor de Óscar por el rojo va más allá de los triunfos. Su humanidad, incluso, se ha visto más en esos momentos en donde toca perder.
“Cuando descendimos en el 2011, todos salieron a correr porque los de Barón Rojo se iban a meter a la cancha. El técnico Wilson Piedrahita estaba devastado y tirado solo sobre la pista atlética, y el único que fue a abrazarlo y a consolarlo fue mi papá”, cuenta Sandoval Junior.

Esa nobleza fue premiada el jueves pasado, antes del partido en el que América certificó su paso a la final tras vencer 2-0 a Santa Fe. El equipo rojo publicó la imagen de Óscar en la pantalla de norte para felicitarlo por su pensión y agradecerle por casi 30 años de fidelidad.

“Me alegró mucho verlo allí. Es que Óscar Sandoval es la fiel representación del sentimiento americano”, dice Él Patrón’ Bermúdez.

El sábado, con un Pascual teñido con el color de su vida, el alma del América espera dar una nueva vuelta olímpica, tal vez la más inolvidable de todas.

En detalle
Sandoval estuvo también en dos Mundiales con la Selección Colombia (1994 y 1998). También fue partícipe del título de Copa América del 2001.

Su hijo Óscar, de niño, llegó a ser mascota del América.

El equipo buscaría una manera de seguir contando con él el otro año.
Nació el 22 de diciembre de 1956 en Cali.

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