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Tijeretazo ambiental

El medio ambiente no se cuida solo. Protegerlo, recuperar lo perdido y hacer la labor necesaria para que cumpla su función vital, demanda recursos importantes. Sin embargo, Colombia en lugar de fortalecer ese presupuesto plantea un recorte para el 2017.

28 de julio de 2017 Por: Editorial .

El medio ambiente no se cuida solo. Protegerlo, recuperar lo perdido y hacer la labor necesaria para que cumpla su función vital, demanda recursos importantes. Sin embargo, Colombia en lugar de fortalecer ese presupuesto plantea un recorte para el 2017.

De los $632.000 millones que se destinaron al trabajo ambiental en este año, se podría pasar a $232.000 millones para el 2018. Eso es un recorte del 63,3% que sentirán la Dirección de Parques Nacionales, el Ideam, el Instituto Humboldt y el resto de entidades que dependen del Ministerio del Medio Ambiente. $400.000 millones de menos afectarán los programas que se adelantan y son indispensables para conservar el activo más importante que tiene el país: sus recursos naturales.

Si se concreta el recorte presupuestal tal como hoy está en el borrador del proyecto que se presentará ante el Congreso, se estará arriesgando el trabajo de entidades que han mostrado su compromiso y comienzan a presentar resultados. Porque no se puede negar lo que ha significado la labor de investigación científica del Instituto Humboldt para emprender la preservación de los ecosistemas colombianos, o el empeño por recuperar y proteger los grandes parques naturales del país, así haya aún pendientes por cumplir.

Tampoco es posible desconocer la importancia que ha adquirido una entidad como el Ideam en tiempos en que las temperaturas se asemejan más a una brújula descontrolada que pasa del calor extremo e intenso a temporadas invernales sin precedentes. De su resorte es la gestión del riesgo frente a las catástrofes que pueda acarrear el cambio climático, así como la previsión y coordinación de la atención de emergencias.

La disminución del presupuesto ambiental también será una daga sobre la cabeza de los programas de prevención y recuperación que está en la obligación de adelantar la Nación. Si con los recursos actuales ha sido imposible conseguir que la deforestación disminuya y por el contrario se haya incrementado en un 44% en el último año, con menos dinero se puede descartar la posibilidad de cumplir el compromiso hecho con el mundo de llegar una tasa cero de tala de bosques en los próximos dos años.

Incluso en momentos en que se plantea arreciar la lucha contra el narcotráfico y la minería ilegal, no contar con presupuesto suficiente será una amenaza. Que no se le olvide al Gobierno Central que además de disminuir el número de hectáreas sembradas con cultivos ilícitos o sacar de los lechos de los ríos o de las entrañas de las montañas la maquinaria infernal que extrae sus riquezas minerales, su obligación es recuperar los ecosistemas y tierras que han sido afectados. Eso sólo debería ser argumento para multiplicar las arcas ambientales.

Colombia tiene un extenso saldo en rojo con el cuidado de sus riquezas naturales y con la educación que debe impartir a su población para que se convierta en guardiana de ellas. Todo ello hace que quitarle las dos terceras partes al presupuesto actual sea un golpe demasiado duro contra uno de los patrimonios más importantes que tiene el país: su medio ambiente.

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