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Relevo en la ONU

Pero que la ONU está en crisis, es un hecho. Y la solución, antes de pasar por un hombre con todas las capacidades de Guterres, está en quienes tienen el poder real para promover los valores que le dieron nacimiento a esa entidad.

10 de octubre de 2016 Por:

Pero que la ONU está en crisis, es un hecho. Y la solución, antes de pasar por un hombre con todas las capacidades de Guterres, está en quienes tienen el poder real para promover los valores que le dieron nacimiento a esa entidad.

"Humildad para las difíciles tareas y humildad para servir a los más vulnerables, a las víctimas de la guerra, del terrorismo, de las violaciones de los derechos humanos". Las palabras del portugués António Guterres, nuevo secretario general de la ONU, muestran el reto que tiene por delante.No obstante, esa es apenas una parte de la tarea que le espera. Su antecesor, Ban Ki-Moon, fue objeto de un torrente de inconformidades y críticas, casi sin antecedentes en la historia de ese cargo, que no se refieren sólo a su gestión. El problema de la ONU no es ese. Es decir, no está en los Secretarios sino en las limitaciones de una organización cada vez más irrelevante frente a los desafíos que debería ayudar a solucionar según lo pensaron sus fundadores. Lo comprueba Siria, presa de una guerra interna donde el engendro del Estado Islámico es la gran amenaza a la paz, sin que el Organismo pueda hacer algo para combatirlo. Y es el escenario para una nueva guerra fría entre Estados Unidos y Rusia. ¿Qué hace la ONU allí, más allá de pronunciarse? Poco, puesto que esas potencias más los otros miembros del Consejo de Seguridad que nombran al Secretario la amarran e impiden que pueda actuar como el resto del planeta lo espera. Y las víctimas de las que habla Guterres, vagan en busca de solidaridad y acogimiento. A cambio reciben encendidos discursos xenófobos y portazos. ¿Dónde está ahí el verdadero papel de la ONU?Igual pasó en la guerra de Ucrania, donde las ambiciones expansionistas de Vladimir Putin no encuentran respuestas para detenerlas, salvo el sacrificio del pueblo ucraniano. ¿Hay algo que esté haciendo la ONU en Corea del Norte, bajo la férula de Kim Jong-un, o en Filipinas, donde van más de tres mil ejecuciones en los primeros 100 días de gobierno de Rodrigo Duterte? Y en Venezuela, donde los atropellos de la dictadura anuncian una confrontación. La respuesta siempre es frustrante. Pero hay que decir aquí que tan responsable es la ONU y su gigantesca burocracia, como quienes la crearon, las naciones poderosas que determinan la dinámica mundial y sólo le permiten acciones no riesgosas para sus intereses como prestar sus servicios para facilitar la paz en Colombia. Arabia Saudí, por ejemplo, amenazó con recortar el presupuesto que destina a causas humanitarias, una vez se le incluyó en la lista de la coalición que mataba y reclutaba niños en Yemen. No obstante, la Organización de las Naciones Unidas ha conseguido avances innegables. Hechos como lograr que el mundo entero se empiece a unir para enfrentar el cambio climático, o el descenso marcado de la pobreza consecuencia de las políticas de desarrollo sostenible, enseñan resultados palpables. Pero que la ONU está en crisis, es un hecho. Y la solución, antes de pasar por un hombre con todas las capacidades de Guterres, está en quienes tienen el poder real para promover los valores que le dieron nacimiento a esa entidad. Son los países que lo acaban de designar al mando de la Organización, lo cual determina también el escaso margen de maniobra del Secretario General.

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