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Presidente y director general de GM Sudamérica, Santiago Chamorro
Presidente y director general de GM Sudamérica, Santiago Chamorro | Foto: Semana

Editorial

El efecto Colmotores

Colmotores cesó sus operaciones, después de una trayectoria de casi 70 años, por un conjunto de factores que terminaron haciendo insostenible financieramente su negocio: la feroz competencia de vehículos importados...

30 de abril de 2024 Por: Editorial

El sorpresivo cierre de Colmotores, anunciado la semana pasada por la multinacional General Motors, es una lamentable noticia que debe motivar una reflexión profunda sobre la real situación en que se encuentra hoy la economía colombiana.

No solo por el duro golpe que este hecho conlleva para el empleo -unos 800 puestos de trabajo formales se pierden-, sino también porque a partir de él puede desencadenarse una crisis mayor en la industria automotriz y otros sectores relacionados con ella.

Colmotores cesó sus operaciones, después de una trayectoria de casi 70 años, por un conjunto de factores que terminaron haciendo insostenible financieramente su negocio: la feroz competencia de vehículos importados que hoy entran libremente al mercado colombiano, el duro impacto de la pandemia del 2021 sobre los consumidores, la inflación galopante y el encarecimiento del crédito, entre otros.

La compañía, sin embargo, venía dando la pelea para sostenerse. Hace apenas un año había invertido más de US$50 millones para la producción del modelo Chevrolet Joy, el cual esperaba exportar a Argentina y Ecuador. Pero la crítica realidad de las cifras del mercado llevaron a su casa matriz a incluirla dentro de un plan de reorganización, que también incluye el cierre de una planta en Ecuador y la relocalización de la producción entre Brasil y México.

Y es que las ventas de la industria automotriz en Colombia vienen en picada desde hace casi dos años. Después del duro revés de la pandemia, y la recuperación que se dio entre 2021 y 2022, se esperaba que el año pasado Colombia volviera a superar los niveles de 300.000 carros vendidos. Pero el resultado fue el contrario: las ventas cayeron hasta las 186.000 unidades. Y los mismos industriales del sector estiman que este año apenas se llegará, con suerte, a los 165.000 vehículos vendidos.

Pero la gravedad de este panorama contrasta con la tranquilidad de las autoridades económicas para enfrentarlo. Aunque diferentes sectores productivos han insistido reiteradamente sobre la necesidad de poner en marcha cuanto antes un plan de reactivación de la economía, dadas las señales de alerta que empiezan a verse en múltiples indicadores, el gobierno del presidente Gustavo Petro no parece darse por enterado.

Esa pasividad se suma al muy pobre nivel de ejecución que ha hecho del presupuesto de inversión nacional. Según un estudio de Anif, en el primer trimestre de su segundo año el mismo llegó apenas al 9,1%, el más bajo de los últimos tres gobiernos.

La gran pregunta que plantea el cierre de Colmotores es si se trata de un hecho aislado o si, por el contrario, es el inicio de un efecto cascada en la industria y en otros sectores de la economía colombiana.

Al respecto, es preciso tener en cuenta que de los 433 concesionarios de vehículos que existen en el país dependen 190.000 empleos directos y 60.000 más indirectos. Son cifras que deberían motivar una acción inmediata del Gobierno, pues una crisis de empleo mayor a la que ya tenemos podría traducirse en efectos sociales catastróficos para el país.

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