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Regresa la amenaza

"...además de disparar las alarmas sobre lo que puede ocurrir en el Jarillón que defiende a Cali de la crecida del afluente, la ciudad empieza a padecer inconvenientes en el suministro de agua potable, causados por la contaminación de sólidos que le llegan por el crecimiento de los tributarios".

15 de abril de 2011 Por:

"...además de disparar las alarmas sobre lo que puede ocurrir en el Jarillón que defiende a Cali de la crecida del afluente, la ciudad empieza a padecer inconvenientes en el suministro de agua potable, causados por la contaminación de sólidos que le llegan por el crecimiento de los tributarios".

De nuevo, el invierno causa estragos en toda la geografía colombiana. Y el Valle del Cauca empieza a reclamar la declaratoria de emergencia manifiesta para poder enfrentar las amenazas que ya se presentan en la región.Contrario a la esperanza de que pasara la época de lluvia, tradicional en estos meses de abril y mayo, el clima ha cumplido hasta ahora las previsiones que desde el Ideam y la CVC advirtieron sobre el recrudecimiento de las lluvias. Hoy, 18 de los 42 municipios vallecaucanos enfrentan graves problemas de deslizamientos e inundaciones. La Unión, Bugalagrande, Jamundí, Trujillo, Cali, Versalles, Andalucía, Buga, San Pedro, Roldanillo, Yumbo, Palmira, Yotoco, Candelaria, Tuluá, Argelia, El Águila y Sevilla están padeciendo los problemas que fueron previstos desde que se anunció la presencia del fenómeno meteorológico conocido como La Niña. De nuevo, el corregimiento de Juanchito sufre las consecuencias del crecimiento del río Cauca. Y además de disparar las alarmas sobre lo que puede ocurrir en el Jarillón que defiende a Cali de la crecida del afluente, la ciudad empieza a padecer inconvenientes en el suministro de agua potable, causados por la contaminación de sólidos que le llegan por el crecimiento de los tributarios, como el río Palo, los cuales arrastraron una palizada inusual. Mientras tanto, el sur de Cali padece de inundaciones causadas por la crecientes de las quebradas que llegan al río Pance, aumentadas sin duda por el crecimiento urbano que registra la ciudad sin una planeación adecuada. Y en Colombia, las tragedias no se hacen esperar. Desde el crecimiento de una quebrada en cercanías de Manizales, que atrapó un bus y causó 18 muertes, hasta la inundación de sectores aledaños al Cauca como la Virginia en el Cauca, aumentan los hechos que golpean a la Nación. Por otra parte, embalses como el de Prado en el Tolima están llegando a sus niveles de saturación, lo que obliga a prever sus peligrosos efectos en el caudal del río Magdalena.Hay pues un panorama difícil en esta temporada de Semana Santa. Y mientras eso ocurre, las medidas tomadas por el Gobierno en la pasada emergencia ya parecen insuficientes. Si bien parece satisfactoria la atención que recibieron los damnificados de la anterior ola invernal, de nuevo las dificultades para movilizar los recursos del Estado se convierten en obstáculos para enfrentar el cambio climático. Cambio que, por demás, ya no parece ser pasajero, si se tiene en cuenta la dramática variación que experimenta el globo terráqueo. Son demasiados motivos para estar alerta y para movilizar al país con el objeto de que pueda atender la amenaza de un nuevo desastre invernal. Ojalá la temporada actual no se extienda. Pero aunque así sea, para los colombianos es obligatorio aceptar que la variación que experimenta el clima en el mundo y los consecuentes cambios extremos son una realidad que toca ya a la Nación. Y que hay que estar preparado en forma permanente para contrarrestar con oportunidad sus peligrosos efectos.

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