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Pacífico rico, Pacífico pobre

"Con la ampliación del Canal de Panamá, ¿están Colombia, Buenaventura y el resto del Litoral Pacífico preparados para beneficiarse de la revolución que implica el tránsito de los gigantes del transporte marítimo mundial frente a sus costas?".

28 de junio de 2016 Por:

"Con la ampliación del Canal de Panamá, ¿están Colombia, Buenaventura y el resto del Litoral Pacífico preparados para beneficiarse de la revolución que implica el tránsito de los gigantes del transporte marítimo mundial frente a sus costas?".

La ampliación del Canal de Panamá, una de las mayores obras de ingeniería de los últimos tiempos, le brinda a América Latina la oportunidad de reimpulsar el sector exportador. ¿Están Colombia, Buenaventura y el resto del Litoral Pacífico preparados para beneficiarse de la revolución que implica el tránsito de los gigantes del transporte marítimo mundial frente a sus costas?Si en 1914 la inauguración del Canal marcó un hito al conectar el Océano Atlántico con el Pacífico, acortar las distancias intercontinentales y reducir los costos de movilización de la carga, su ampliación significa ponerse al día con las exigencias del comercio internacional y cubrir las necesidades de ese sector de la economía. Panamá cumple de esa manera el compromiso de modernizar su infraestructura, en el que se empeñó desde el momento en que Estados Unidos le devolvió su administración en el año 1999.Los beneficios para el istmo son evidentes: si hasta el domingo anterior por las esclusas del Canal pasaban barcos con capacidad máxima de 4.000 contenedores, ahora recibirá las llamadas embarcaciones neopanamax que pueden transportar hasta 14.000 contenedores por viaje. Así como se triplicará la cantidad de la carga en tránsito, lo harán los ingresos que se le aportan a las arcas del país, que se calcula crecerán hasta llegar a dos mil millones de dólares anuales para el 2021.Esas bondades justifican la inversión cercana a US$6.000 millones para la ampliación del Canal, los sobrecostos adicionales que podrían generarse por demandas de la firma constructora e incluso los retrasos que sufrió la obra y alargaron durante nueve años su culminación. Más allá de las críticas que esto generó, Panamá hizo el tránsito que necesitaba hacia la modernidad y hacia su futuro.Mientras todo ello sucedió en el país vecino, Colombia no fue capaz de montar a su litoral Pacífico en ese mismo barco asociado al progreso de la región. Buenaventura, el puerto por el que la nación mueve el 50% de la carga de exportación e importación, sigue sin desarrollar la infraestructura que requiere -incluyendo las vías de comunicación y el dragado hacia los muelles- ni está preparado para ser punto de tránsito de las embarcaciones que desde el domingo anterior circulan por el Canal de Panamá. Y ni hablar del resto de la Costa Pacífica, que sigue en el mismo abandono, en igual miseria y genera la misma indiferencia desde antes que empezara a funcionar el Canal hace 102 años. Ni su riqueza natural, ni sus ventajas geográficas, ni sus múltiples potenciales se han tenido en cuenta para llevar el desarrollo que se merece y preparar a la región para aprovechar las ventajas económicas y comerciales que hoy ofrece la ampliación del Canal.Ojalá ahora que se habla del fin del conflicto se piense en cambiar esa realidad, y alcanzar la paz signifique que se deja atrás la indolencia del centralismo. Sin la guerrilla de las Farc, sin el negocio del narcotráfico que ellas han controlado y con un país vecino que le abre un mar de posibilidades a Colombia, es hora de mirar al Pacífico, sacarlo del ostracismo y arrancarlo de la pobreza a la que se le ha sometido.

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