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Si el país no quiere enfrentarse a un apagón como el de 1992, hay que atender las recomendaciones de ahorro. | Foto: Sxc

Editorial

Llegó el racionamiento

Si los vallecaucanos, incluidos los 2,5 millones de caleños, no empiezan a racionalizar el uso de los servicios de agua y energía, y si las lluvias no llegan con la abundancia que se espera en las próximas semanas, la posibilidad de que se den cortes en el suministro se volverá real.

9 de abril de 2024 Por: Editorial

El fantasma del racionamiento, que planeaba desde hace semanas por diferentes regiones del territorio nacional, se volverá real para Bogotá a partir de este jueves 11 de abril, cuando empiecen los cortes de agua por 24 horas. Ninguna parte de Colombia, incluidos Cali y el Valle del Cauca, se libra de esa posibilidad, por lo que hay insistir en el llamado de las autoridades para que los ciudadanos hagan un uso racional de los servicios públicos esenciales.

Las imágenes que se han compartido sobre el bajo nivel de los embalses muestran la compleja situación por la que atraviesa Colombia, luego de un prolongado fenómeno de El Niño y de una temporada de lluvias que se asoma, pero no termina de entrar con la fuerza que se espera. Ya lo venían advirtiendo las empresas de acueducto y energía, así como los gremios de esos sectores, el riesgo era inminente y cabía la posibilidad de tener que adoptar, más temprano que tarde, decisiones drásticas sobre el suministro de agua y luz.

A la capital del país le llegó la hora porque su principal fuente de abastecimiento, el sistema Chingaza conformado por los embalses de Chuza y San Rafael, llegó al mínimo de su capacidad -16,1%- para suministrarle el líquido vital a once millones de usuarios de Bogotá y diez municipios cercanos. Al Distrito no le quedó opción diferente a decretar el racionamiento por 24 horas, una vez a la semana, en cada una de las nueve zonas en que fue dividida la ciudad, para así ahorrar dos metros cúbicos de agua por segundo. ¿Por cuánto tiempo? No hay ninguna certeza.

De ahí a una restricción en el servicio de energía puede haber apenas un paso. En su mayoría, las hidroeléctricas están trabajando con los niveles mínimos de agua de sus embalses, que se encuentran en promedio en un 31,6% de su capacidad, con casos extremos como los del oriente del país que llegan al 12%, lo que además ha llevado a un incremento en el valor en bolsa del kilovatio hora de energía. Si el país no quiere enfrentarse a un apagón como el de 1992, hay que atender las recomendaciones de ahorro.

En Cali y el Valle, donde las autoridades ambientales hicieron un trabajo anticipado para mantener en niveles aceptables los embalses, lo que permite que hoy su promedio supere la media nacional, el riesgo no está conjurado. Si los vallecaucanos, incluidos los 2,5 millones de caleños, no empiezan a racionalizar el uso de los servicios de agua y energía, y si las lluvias no llegan con la abundancia que se espera en las próximas semanas, la posibilidad de que se den cortes en el suministro se volverá real.

Frente a fenómenos de la naturaleza como El Niño, que se volverán cada vez más intensos y tendrán consecuencias incalculables a futuro, la sociedad no puede quedarse de brazos cruzados. Si bien hay que pedirles a las autoridades que tomen las medidas necesarias para hacerles frente a las situaciones extremas, como construir la infraestructura energética adicional necesaria o acelerar la adopción de fuentes de energía sostenibles, nada será efectivo si la población no toma conciencia y aprende a ahorrar y hacer un uso adecuado de sus servicios públicos vitales.

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