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Vista aérea del incendio forestal que afecta los cerros de la ciudad de Vi a del Mar en el sector Las Pataguas, Chile, tomada el 3 de febrero de 2024.
Vista aérea del incendio forestal que afecta los cerros de la ciudad de Vi a del Mar en el sector Las Pataguas, Chile, tomada el 3 de febrero de 2024. | Foto: AFP

Editorial

La tragedia de Chile

Y lo más grave, como han confirmado las autoridades, hay evidencias claras de que los puntos de fuego que dieron inicio a la devastación fueron provocados por manos criminales, posiblemente en lugares en los que hay asentamientos ilegales.

5 de febrero de 2024 Por: Editorial

La ecuación es la misma en Colombia, en los Estados Unidos, en España o en Chile. A un verano intenso, ahora ponderado por el Fenómeno de El Niño, se suman manos criminales o descuidadas, y el resultado es una tragedia de proporciones impensables. Chile es hoy la nueva víctima.

Los incendios que golpean desde el 2 de febrero a la Nación austral se han convertido en una de las mayores catástrofes de los tiempos modernos, apenas por debajo del terremoto ocurrido el 27 de febrero del año 2010. En tres días el número de muertos alcanza el centenar, mientras unas 370 personas más, según reportes oficiales, se encuentran desaparecidas y el temor es que estén debajo de los escombros que han dejado las conflagraciones.

La zona más afecta es Valparaíso, donde 16 poblaciones, incluida parte de la reconocida Viña del Mar, han quedado en ruinas debido a las llamas. Entre tres mil y seis mil de viviendas han sido arrasadas por el fuego, las calles están convertidas en cementerios de carros quemados -muchas de las víctimas mortales quedaron dentro de ellos en su intento de huir de los incendios-, mientras el daño ambiental es incalculable.

En la noche de ayer seguían siete conflagraciones activas, una sola de las cuales ya había arrasado con 9.300 hectáreas. Y lo más grave, como han confirmado las autoridades, hay evidencias claras de que los puntos de fuego que dieron inicio a la devastación fueron provocados por manos criminales, posiblemente en lugares en los que hay asentamientos ilegales.

Es decir, una historia similar a la que se vive en ciudades como Cali, donde la quema de sus cerros tiene, en buena parte de los casos, la intención de despejar terrenos para propiciar posteriores invasiones. Y es parecido a lo que recientemente ocurrió en los cerros orientales de Bogotá o en Santander en el Páramo de Santurbán, que ardieron durante días causando la pérdida de ecosistemas valiosos, afectando a la fauna y acabando con las fuentes que generan agua, es decir, la vida.

Es el momento de solidarse con Chile y brindarle el acompañamiento que pueda necesitar para detener la desolación que están dejando sus incendios forestales, extendidos a las ciudades y con la trágica pérdida de vidas humanas, así como de la destrucción de sus poblaciones. Una vez se logren exterminar los puntos de fuego que aún se mantienen, comenzará la labor más ardua, costosa y que requerirá de la solidaridad internacional. Reconstruir las zonas afectas de Valparaíso necesitará recursos y tiempo.

De lo que pasa en Chile o en Colombia, en lo que también tienen amarga experiencia los Estados Unidos, Canadá o España, hay que sacar reflexiones. Si bien en la mayoría de los incendios hay manos humanas involucradas, es por igual cierto que en su propagación y letalidad influyen el cambio climático, el calentamiento global, la destrucción del medio ambiente.

El mundo ya está en una carrera contra reloj para detener sus acciones y ojalá reversar el daño causado al Planeta, para que tragedias como la de Valparaíso dejen de repetirse en cualquier parte del globo terráqueo.

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