El pais
SUSCRÍBETE

La protesta del Chocó

"El problema es el abandono secular, es la indiferencia ante los dramas que azotan a los chocoanos y destruyen la credibilidad del Estado. Por ello, es hora de escuchar la protesta del Chocó".

18 de agosto de 2016 Por:

"El problema es el abandono secular, es la indiferencia ante los dramas que azotan a los chocoanos y destruyen la credibilidad del Estado. Por ello, es hora de escuchar la protesta del Chocó".

Anunciado desde el 20 de julio como protesta al abandono en que ha estado sumergido, el Chocó empezó ayer un paro que se anuncia como indefinido. Es la queja de un departamento que, como todo el litoral Pacífico, reclama atención y decisiones para devolver a sus habitantes las oportunidades de las cuales carecen. Aunque parezca increíble en el Siglo XXI y después de doscientos años del nacimiento de Colombia, once de los treinta municipios del Chocó están sin luz, y las promesas de realizar la interconexión eléctrica se han quedado sólo en eso. Tal indicador permite entender por qué la generación de empleo, así como la posibilidad de progreso, son casi nulas. La salud por su parte está en niveles catastróficos y con la educación, junto a la que reciben el grueso de las transferencias que debe hacerle la Nación, son la presa de la corrupción. Los alcantarillados y los acueductos de agua potable en la región con mayor índice de pluviometría del mundo, son casi inexistentes De otra parte, la generación de recursos locales y regionales es poco menos que nula. Es la pobreza que impide el desarrollo, mientras las conductas criminales como la siembra de cultivos ilícitos y el narcotráfico, transforman la vida y destruyen las culturas de esa rica región. Mientras tanto, la minería ilegal acaba con las cuencas de los ríos que deberían ser protegidos de la depredación, amenazando la salud con la contaminación de mercurio sin control.Y qué decir de la infraestructura. La única carretera que ha merecido atención es la que une a Quibdó con Medellín. Sin embargo, van cuatro décadas en su construcción, faltan más de ochenta kilómetros de pavimentación y sólo la presencia de tragedias como el derrumbe ocurrido hace poco revive las promesas del centralismo de terminar lo que sin duda es un monumento a la desidia. Así mismo, la ausencia de adecuados y decentes centros de salud y de educación se complementan con la corrupción y el clientelismo que se permite, o por lo menos no se persigue para castigar el desfalco a los recursos que deben atender las necesidades de una de las regiones más afectadas por la pobreza en toda Colombia. Eso explica que, para colmo de males, el Chocó sea hoy un expulsor de colombianos que emigran en busca de oportunidades. Lo cual se traduce en la destrucción del capital humano necesario para construir futuro en cualquier sociedad. Y en la presencia de múltiples formas criminales que han ido reemplazando las actividades legítimas, en tanto que la labor política se vuelve una especie de negocio a espaldas de la voluntad popular. Eso y muchos otros males, hacen que la gente del Chocó pierda la paciencia y los que la han llevado a iniciar un paro cívico. Que no puede ser resuelto ya con las consabidas mesas de concertación que derivan en promesas, o con ayudas asistencialistas que no resuelven el problema ni crean las oportunidades que necesitan los chocoanos. El problema es el abandono secular, es la indiferencia ante los dramas que azotan a los chocoanos y destruyen la credibilidad del Estado. Por ello, es hora de escuchar la protesta del Chocó.

AHORA EN Editorial