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La encrucijada de Emcali

Por supuesto, el compromiso hay que cumplirlo. Pero Cali espera que se le diga la verdad sobre la situación por la que atraviesa la empresa y qué ocurriría si no tiene la plata para adelantar las obras con las cuales cumpliría el compromiso, y menos para pagar los intereses.

1 de febrero de 2016 Por:

Por supuesto, el compromiso hay que cumplirlo. Pero Cali espera que se le diga la verdad sobre la situación por la que atraviesa la empresa y qué ocurriría si no tiene la plata para adelantar las obras con las cuales cumpliría el compromiso, y menos para pagar los intereses.

Con la llegada del nuevo Gobierno, queda claro que uno de los grandes problemas por resolver es la situación de Emcali. Como se pactó desde el 2002, la entidad debe regresarle a la Nación el billón de pesos que asumió por la construcción de la Ptar, con inversión en obras en la ciudad. Ese compromiso fue ratificado el 25 de junio del 2013 cuando se le devolvió la empresa a Cali, luego de 13 años de intervención, lapso en que fue imposible hacer los trabajos de mantenimiento y renovación que requieren unas redes de más de 40 años y una ciudad que crece en forma desordenada. Ahí está una de las razones para que las pérdidas de agua tratada sean del 60%. Lo que quiere decir que por cada peso que debe generar Emcali por los servicios de acueducto y alcantarillado, está perdiendo 60 centavos. Situación insostenible que obliga a tomar acciones.Por supuesto, el compromiso hay que cumplirlo. Pero Cali espera que se le diga la verdad sobre la situación por la que atraviesa la empresa y qué ocurriría si no tiene la plata para adelantar las obras con las cuales cumpliría el compromiso, y menos para pagar los intereses.La realidad es que, como lo ha manifestado su nueva gerente, Emcali ha perdido mucho de su capital en los últimos años por no tomar decisiones o por hacerlo de manera errada. Ello ha sucedido con el componente de Telecomunicaciones, sobre el que quien dirigió la Superintendencia durante la intervención tuvo la clara intención de venderla. No se hizo entonces, y el resultado es que cada día pierde competitividad y dinero. Por lo cual la ciudad va camino a desperdiciar uno de sus mayores patrimonios, arrastrado por avances tecnológicos que no puede alcanzar y por unos competidores más eficientes.El componente de energía también tiene problemas. No sólo se vendieron los activos que Emcali tenía en la generación de energía, sino que está expuesta como compradora al vaivén del mercado. Se hizo evidente en el 2014, cuando el anuncio de la llegada inminente del fenómeno de El Niño disparó la especulación, no se le permitió comprar en bolsa la energía a largo plazo y debió someterse al incremento en los precios.En el 2015, con la llegada de El Niño, Emcali ha tenido que pagar las tarifas más altas de Colombia y sigue expuesta a la posibilidad de un racionamiento. Pocos beneficios parecen reportarle su participación en Epsa, que podría ser diluida por el socio mayoritario el grupo Celsia S.A. de Antioquia, si no tiene la posibilidad de hacer la capitalización que demanda la fusión propuesta.Y queda la parte administrativa de Emcali, que debe lidiar con una nómina extensa, con sindicatos que han querido cogobernar la empresa y la han sometido a sus exigencias, y con la politiquería que se ejerce para toda clase de nombramientos.Por todo ello, no puede desconocerse que Emcali está en la encrucijada. Para salir de ella se requiere respaldar la labor de la gerente, quien ha demostrado su capacidad y su compromiso con Cali, en vez de hacerle presiones que solo se explican por el interés de mantener cuotas burocráticas y de poder dentro de la institución que es de todos los caleños.

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