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La Cumbre de Tuxtla

27 de octubre de 2010 Por:

"Los asistentes a la cumbre de Tuxtla expresaron su alarma..."

A consecuencia del referendo sobre la legalización de la marihuana que tendrá lugar en California el próximo 2 de noviembre, la XII Cumbre de Tuxtla, donde los presidentes de Centroamérica y el de Colombia debían hablar de integración, se convirtió en una cumbre antidrogas. Los presidentes de Colombia, México, Honduras, Guatemala, Costa Rica y Panamá, se reunieron en Cartagena para hablar de medio ambiente, de seguridad y de instituciones democráticas. Y debían abordar temas claves para la integración de lo que llaman Mesoamérica como la interconexión eléctrica, vial y de telecomunicaciones. Ese es el espíritu que en 1991 dio vida al ‘Mecanismo de Diálogo y Concertación de Tuxtla’, compuesto originalmente por doce países a los cuales se sumaron con posterioridad Colombia y República Dominicana.“Para Colombia son muy importantes las relaciones con Centroamérica y México, queremos ser la bisagra con Sudamérica”, dijo la canciller, María Ángela Holguín, definiendo el interés de nuestro país por un grupo con grandes posibilidades de compartir sus recursos para impulsar el desarrollo de sus pueblos y la integración bajo objetivos comunes. Por eso, la cumbre que tiene lugar en la Heroica tiene una trascendencia notoria, ratificada por la presencia de cinco presidentes. Pero el temario que debería tratarse en la cumbre fue desplazado por el referendo sobre la legalización de la marihuana que se celebrará en uno de los Estados con mayor peso de los Estados Unidos. La razón salta a la vista: durante las últimas tres décadas, Colombia y los países de Centroamérica han sufrido el embate del narcotráfico que intimida a sus sociedades con violencia y afecta a sus instituciones a través de su poder corruptor, a la vez que financia poderosas organizaciones que incluso amenazan la democracia, como ha ocurrido en Colombia. En esas condiciones, era de esperar la reacción de los países que padecen la maldición de ser productores o de ser usados para el tránsito del narcotráfico. Además, deben destinar sus recursos públicos, escasos por cierto, en perseguir al que ha sido calificado como uno de los grandes enemigos de la humanidad. Es el cumplimiento de un compromiso que además refleja el interés por detener el daño que las drogas les causan a países cuyas sociedades padecen el consumo, como los Estados Unidos.Por eso, los asistentes a la cumbre de Tuxtla expresaron su alarma sobre las consecuencias que tendrá para América y el mundo el que California apruebe el referendo. Entendiendo que la lucha antidrogas reclama una revisión en sus objetivos y resultados, tal decisión no puede ser unilateral ni basarse sólo en los ingresos que percibirá ese Estado por concepto de impuestos. Es desconocer los sacrificios de muchos países que padecen la tragedia de tener el narcotráfico en sus entrañas. Aunque el gobierno de los Estados Unidos ha expresado su oposición a esa iniciativa en caso de que sea aprobada, es posible anticipar que, de ser aprobado, el referendo alterará seriamente las relaciones de ese país con América Latina. Y será un golpe mortal a la corresponsabilidad que siempre ha reclamado en el combate al narcotráfico.

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