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La crisis de Argentina

Con Cristina de Kirchner, los desequilibrios han llegado a extremos desproporcionados. El crecimiento del dinero en circulación, los salarios y los ingresos fiscales llevan varios años creciendo a tasas próximas al 30% anual. Las empresas exportadoras argentinas con esas subidas de costes salariales han dejado de ser competitivas.

4 de agosto de 2014 Por:

Con Cristina de Kirchner, los desequilibrios han llegado a extremos desproporcionados. El crecimiento del dinero en circulación, los salarios y los ingresos fiscales llevan varios años creciendo a tasas próximas al 30% anual. Las empresas exportadoras argentinas con esas subidas de costes salariales han dejado de ser competitivas.

Si bien el gobierno de Cristina Fernández nos quiere convencer de que las dificultades para pagar la deuda pública se debe a los manejos especulativos de los “fondos buitres”, la realidad es que hay razones de fondo que se relacionan de manera directa con la política económica inaugurada por el peronismo, sustentado siempre en el populismo.El reconocido economista español Juan Carlos Díaz ha señalado que el mal endémico de la Argentina es la inflación. Y no porque los argentinos tengan un elevado nivel de vida. El problema es que tienen una economía anémica que no permite abastecer su nivel de consumo público y privado en las fases expansivas y que les genera muchos desordenes monetarios y de balanza de pagos.Díaz muestra en sus estudios cómo, al acabar la segunda guerra mundial Argentina más que doblaba el nivel de vida en España. Pero entonces llegó Perón. Su capitalismo populista se concentró en distribuir la riqueza olvidando la generación de la misma. Tras Perón vinieron los militares que fueron aún peor e institucionalizaron el peronismo. Con Cristina de Kirchner, los desequilibrios han llegado a extremos desproporcionados. El crecimiento del dinero en circulación, los salarios y los ingresos fiscales llevan varios años creciendo a tasas próximas al 30% anual. Las empresas exportadoras argentinas con esas subidas de costes salariales han dejado de ser competitivas.Díaz dice que el otro problema es el déficit fiscal. A pesar de recaudar el impuesto inflacionista y de subir su presión fiscal por encima del 40% del PIB, 10 puntos más que después de la crisis de 2002, su gasto es próximo al 45%. Argentina tiene niveles de presión fiscal europeos sin tener las empresas y capacidad de crecimiento ni la riqueza acumulada de los europeos. Cualquiera puede concluir que en esas causas se encuentra la explicación real a la crisis financiera actual. Gastar más de lo que ingresa y subsidiar lo que no alcanza para mantener contentos a los electores. Para mantener esta política caótica han impuesto toda serie de controles de cambios e intervención en la economía para retrasar al máximo el desastre. El cambio de equipo económico a finales de 2013, ha precipitado el proceso. Los policías exigieron en diciembre una subida salarial del 50% y la Presidenta cedió. Los maestros un 40% y la Presidenta cedió. Esto aumentó significativamente las expectativas de inflación para 2014. Los inversores, especialmente los ahorradores argentinos, que conocen bien los efectos desastrosos de la inflación sobre su capacidad de compra huyen en manada de la Argentina. Llegados a este punto, Argentina está obligada a elegir entre lo malo y lo peor. La depreciación de su moneda aumenta los precios de los bienes importados y se habla que la inflación podría registrar subidas del 6% mensual desde enero. Eso supone una tasa anualizada del 60%, similar a la de Maduro en Venezuela. Desde Perón, Argentina no ha entendido que el gasto público se debe corresponder con los ingresos y que ninguna economía puede alcanzar la prosperidad al debe sin pagar las consecuencias.

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