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La arremetida del invierno

"El Valle del Cauca ha sufrido un invierno que podría ya calificarse sin precedentes por su crudeza. Hoy son 7.776 personas las damnificadas por las aguas. 25 de los 42 municipios padecen la amenaza de inundaciones y tanto sus vías rurales como lo cascos urbanos de municipios como Sevilla, Florida o Buga experimentan destrucciones importantes".

13 de diciembre de 2011 Por:

"El Valle del Cauca ha sufrido un invierno que podría ya calificarse sin precedentes por su crudeza. Hoy son 7.776 personas las damnificadas por las aguas. 25 de los 42 municipios padecen la amenaza de inundaciones y tanto sus vías rurales como lo cascos urbanos de municipios como Sevilla, Florida o Buga experimentan destrucciones importantes".

Dos meses después de iniciada la última oleada del invierno, las consecuencias no podrían ser más preocupantes para las miles de familias que han sido azotadas en todo el país. Razón suficiente para aceptar con franqueza que lo del cambio climático es una realidad en Colombia a la cual hay que enfrentar con la decisión que corresponde para detener una amenaza que en algunos lugares es realidad devastadora. El Valle del Cauca ha sufrido un invierno que podría ya calificarse sin precedentes por su crudeza. Hoy son 7.776 personas las damnificadas por las aguas. 25 de los 42 municipios padecen la amenaza de inundaciones y tanto sus vías rurales como lo cascos urbanos de municipios como Sevilla, Florida o Buga experimentan destrucciones importantes. Y el río Cauca se mantiene en alerta roja, inundando ya de manera permanente a zonas como Juanchito en Candelaria o los barrios La Playita y Pueblo Nuevo al lado de Cali.La Sabana de Bogotá, y en especial los vecinos de su río tutelar, han recibido como nunca el impacto de un invierno que no parece tener fin. Son miles de hectáreas anegadas y barrios enteros de la capital de la República donde hasta el consumo de agua se convierte en causa de desastres. Y si bien se puede responsabilizar al nivel de lluvias que han caído sin pausa, los dramas que se viven son causados también por la urbanización de humedales, es decir, por haberle quitado al río áreas que servían como colchón de seguridad. Pero ese panorama preocupante de estragos se extiende también a lo largo de los ríos Cauca y Magdalena, donde se asienta más del 70% de las poblaciones de la zona andina y la Costa Atlántica. Así mismo, muchos de los municipios ubicados en las laderas y montañas de los departamentos de Santander y Norte de Santander padecen la tragedia del aislamiento así como tantos otros en el sur del país aguardan el socorro del Estado.Hace un año, y a raíz del paso asolador del fenómeno de ‘La Niña’, el Gobierno Nacional debió echar mano de la emergencia legal para afrontar el desastre. De allí nació la Corporación Colombia Humanitaria, que sin duda ha prestado un servicio importante a muchas localidades y familias damnificadas. Sin embargo, el 2011 fue escenario de una nueva arremetida invernal cuyas consecuencias son ya peores, como lo demuestran las cifras del Valle. Es entonces la notificación de que Colombia está obligada a adoptar decisiones de fondo que implican a su vez mayor agilidad en la respuesta a los desastres naturales y mayores recursos para anticiparse a situaciones tan graves como la interrupción del paso de la Línea o el aislamiento del Centro con la Costa Atlántica.Esas son realidades que nos está dejando el invierno cada vez más duro y más destructor. Sus secuelas se reflejarán en pobreza y crecimiento de los dramas sociales, así estemos celebrando el crecimiento del PIB o la disminución del desempleo. Son verdades que no pueden ocultarse y demandan la adopción de medidas de solidaridad con las víctimas, de defensa de la infraestructura vial y de todo género contra los efectos de fenómenos climáticos que parecen convertirse en permanentes.

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