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El último tramo

"De que se cumplan las normas sobre garantías electorales creadas para evitar desequilibrios y manipulaciones, dependerá mucho de la credibilidad en las instituciones de nuestro país. Más aún, cuando la política ha experimentado una transformación, donde los partidos se diluyen, dando paso a un personalismo nocivo para la democracia".

7 de agosto de 2013 Por:

"De que se cumplan las normas sobre garantías electorales creadas para evitar desequilibrios y manipulaciones, dependerá mucho de la credibilidad en las instituciones de nuestro país. Más aún, cuando la política ha experimentado una transformación, donde los partidos se diluyen, dando paso a un personalismo nocivo para la democracia".

Hace tres años, Juan Manuel Santos asumió la Presidencia de la República y sus ejecutorias y las de su gobierno son hoy objeto de toda clase de análisis. Pero ante la trascendencia que tendrá para Colombia, lo que debe interesar es lo que sigue durante el próximo y último año de su mandato. Lo primero a destacar es el proceso de diálogo que el gobierno estableció con las Farc. Iniciativa audaz que está influyendo cada vez más en la vida nacional. Es claro que el accionar de la Fuerza Pública en la última década y la decisión que generó entre los colombianos el fracaso de los diálogos del Caguán, han llevado a la guerrilla a aceptar una negociación. Pero también es inocultable que su discurso sigue siendo arrogante, y que sus proclamas diarias crean confusión sobre lo que se está negociando, además de restarle credibilidad al esfuerzo promovido por el presidente Santos. No en vano las encuestas publicadas en los últimos días dan cuenta de la forma en que la Nación pierde confianza sobre lo que ocurre en La Habana.De otra parte, a partir de ahora y hasta mayo de 2014, el país vivirán en medio de elecciones. O más preciso, de reelecciones, protagonizadas en primer lugar por muchos de los integrantes del Congreso, quienes en los comicios de marzo próximo aspiran a continuar en sus curules hasta el 2018. Y en segundo término, por el presidente Santos, quien deberá definir en noviembre si inscribirá su nombre en el proceso electoral que tendrá lugar en mayo de 2014. Además, deberá tenerse en cuenta el riesgo que significa el que se mezclen la reelección y los diálogos, algo inevitable que repercutirá sin duda sobre el proceso electoral. Y estar atentos para evitar que la paz se asimile al diálogo en Cuba y sea usada como bandera para ganar adeptos o descalificar a quienes aprueban o desaprueban las conversaciones. De confirmarse la aspiración del Primer Mandatario, será la segunda vez que un presidente busca reelegirse en períodos sucesivos, lo que indica la inexperiencia de nuestro país en esa materia, donde gravita siempre la posibilidad de que se use el poder que otorga el ser el jefe del Estado para mantenerse en el cargo. De que se cumplan las normas sobre garantías electorales creadas para evitar desequilibrios y manipulaciones, dependerá mucho de la credibilidad en las instituciones de nuestro país. Más aún, cuando la política ha experimentado una transformación, donde los partidos se diluyen, dando paso a un personalismo nocivo para la democracia. También se espera que el Gobierno pueda ejecutar el compromiso de impulsar las cinco locomotoras que deben mover el desarrollo en Colombia y la responsabilidad de guiar la economía por la senda del crecimiento que ha transitado en la última década. Y que se complete la reforma a la Salud, uno de los asuntos que más afecta a los colombianos. Así mismo, está pendiente la reforma a la educación superior. Pero, por encima de todo y ante la posibilidad de su reelección, el último año del mandato al presidente Santos será una gran prueba para sus dotes como estadista y defensor de la democracia.

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