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El ejemplo a seguir

Cuando se ve que en el Valle ha sido posible emprender acciones para la recuperación de las cuencas más deterioradas, que ha habido la debida planificación, se han gestionado los recursos para inversión y existe un compromiso real, se debe preguntar por qué en Cali no se ha hecho lo mismo para salvar sus siete ríos.

4 de mayo de 2018 Por: Editorial .

El proceso de recuperación de cinco cuencas prioritarias en el Valle es un ejemplo del que se puede aprender. En especial Cali debería tomar nota de lo que se está haciendo, a ver si al fin emprende un trabajo similar, serio y bien articulado para salvar sus siete ríos, a cual más enfermo hoy.

El Niño que tanto afectó al departamento hace un par de años tuvo su lado positivo en medio de los daños que ocasionó y de las penurias que les hizo pasar a los municipios que padecieron por los racionamientos de agua. El fenómeno meteorológico creó conciencia de la necesidad de hacer algo para recuperar y conservar a futuro aquellas cuencas hidrográficas más deterioradas, donde nacen y por las que corren los ríos que abastecen a buena parte de las poblaciones de la comarca.

En estado crítico se encontraban las cuencas de Guachal, Guabas, Pescador, Yumbo-Arroyohondo y Dagua-La Cumbre-Bitaco, situación que llevó a sentarse en la misma mesa a ocho administraciones municipales, la CVC, el Consejo Departamental de Política Ambiental y Gestión del Recurso Hídrico, Codeparh, así como a comunidades, acueductos regionales y el sector privado con influencia en esas zonas. A comienzos del 2017 se reunieron 21 entidades que definieron un plan de acción para tres años en el que invertirían $158.000 millones. Hoy son 33 integrantes y los recursos suman $246.000 millones.

El trabajo hecho en el primer año ha permitido recuperar 3784 hectáreas así como proteger 289 nacimientos de agua de los que se benefician 172 acueductos municipales y veredales. Además se han sembrado 606.684 árboles a los que se les hace seguimiento y mantenimiento permanente. Esos logros no se hubieran conseguido en tan corto tiempo de no ser la alianza pública-privada-comunitaria, que ha sido un gana-gana para todos.

Si las metas se cumplen como están previstas, al finalizar el 2019 el estado de las cinco cuencas dejará de ser crítico, se habrá garantizado la conservación de sus recursos hídricos a la vez que se asegurará el abastecimiento de agua para medio millón de vallecaucanos. Tan importante como ello es que las comunidades estén participando de manera activa en el proceso porque ellas, como guardianas naturales de los recursos ambientales que las rodean, serán las encargadas de su preservación a futuro.

Cuando se ve que en el Valle ha sido posible emprender acciones para la recuperación de las cuencas más deterioradas, que ha habido la debida planificación, se han gestionado los recursos para inversión y existe un compromiso real, se debe preguntar por qué en Cali no se ha hecho lo mismo para salvar sus siete ríos. Pocas ciudades en el mundo tienen semejante privilegio ni permitirían que sus afluentes padecieran una muerte lenta como la que sufren los ríos caleños.

La capital vallecaucana tiene la responsabilidad de cuidar sus cuencas hidrográficas porque de ellas depende el agua para sus dos millones y medio de habitantes, así como para las generaciones venideras. Si se quiere recuperarlas y conservarlas hay que hacer las inversiones necesarias, pero sobre todo es necesario educar a los caleños para que respeten, cuiden y protejan su recurso natural más importante.

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