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Agua en el Sur, frío en el norte

20 de diciembre de 2010 Por:

"Las alarmas sobre las consecuencias del calentamiento global no son una especie de alerta apocalíptica, sino una realidad que ya nos está afectando".

“Si por acá llueve, por allá no escampa”, podría decirse para registrar la tragedia invernal que hoy azota al mundo entero, y no sólo a las regiones tropicales del planeta. Desde luego, en áreas pobladas por gente sin recursos el drama es mayor, pero también es grave en las regiones desarrolladas.El continente europeo, en particular, desde España hasta Rusia, está sufriendo las consecuencias de un invierno que parece no tener antecedentes cercanos. Para el diario alemán Bild, éste es “el comienzo de diciembre más frío del siglo”. Las temperaturas han descendido hasta cifras récord. Moscú alcanzó los -23 grados centígrados, la cifra más baja desde 1931. Y en Polonia fue aún peor, en la población de Bialystock se registraron -26 grados.Decenas de personas han muertos congeladas al mismo tiempo que se disparan los precios del gas y la electricidad, mientras aumenta la demanda de estos recursos energéticos. El caos amenaza con instalarse en las principales capitales europeas. Gran parte de los aeropuertos de Reino Unido, Francia y Suiza han sido cerrados, y en Alemania y España se han cancelado un buen número de vuelos.El servicio de trenes, que es vital para la ciudadanía europea, pasa por graves dificultades. La mitad de los viajes de Eurostar, que comunica al continente, han sido cancelados. En Francia, a su vez, se ha suspendido buena parte del tráfico de camiones. Y en Gran Bretaña 6.500 escuelas han suspendido sus labores.Tampoco se escapa Italia, país en el que las lluvias han inundado el norte del territorio, mientras los ciudadanos de Roma observan con alarma cómo el río Tíber se encuentra cercano al desbordamiento.Peor aún, el desánimo. Pues la mayor parte de los países europeos aún se encuentran sufriendo las consecuencias de la pasada crisis financiera, por lo que en algunos de ellos los salarios han bajado, las prestaciones sociales disminuido, y los recursos estatales son escasos para hacer frente a una tragedia de tanta magnitud.Observando los campos colombianos anegados, se comprende mejor cómo el clima del mundo está interconectado, y las alarmas sobre las consecuencias del calentamiento global no son una especie de alerta apocalíptica, sino una realidad que ya nos está afectando.Este drama que vive Europa y buena parte del mundo tal vez ayude para que los líderes planetarios comprendan el alcance de los riesgos que le esperan a la humanidad, si no somos capaces de actuar con prontitud y aún de sacrificar cierta cantidad de bienestar, con tal de garantizar un mejor futuro para las nuevas generaciones, e incluso para nosotros mismos.El frío que sufre Europa también recorre el universo. Y la disyuntiva resulta clara: o el mundo toma las medidas ya sugeridas para detener la catástrofe ambiental, o se congelarán tanto las capitales de Europa como la savia vital de la humanidad.Es preferible preparase para lo peor y actuar contra los factores que multiplican el poder destructor de fenómenos que parecen naturales, si no queremos ser asfixiados por las aguas.

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