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María Curie: punto y seguido

No sé si les pase a algunos de ustedes, pero ese ‘santoral’ particular que levantamos a lo largo de la vida -hecho de genios, poetas y locos-, no siempre coincide con el de la familia.

27 de noviembre de 2017 Por: Víctor Diusabá Rojas

No sé si les pase a algunos de ustedes, pero ese ‘santoral’ particular que levantamos a lo largo de la vida -hecho de genios, poetas y locos-, no siempre coincide con el de la familia.

Lo mío es Machado (Antonio, por supuesto) y en casa se lee más a García Lorca. Quiero seducir con Eduardo Mendoza y encuentro banderas plantadas de Paul Auster. Y cuando pongo Sabina es muy posible que termine coreando a Serrat.

De un tiempo para acá, otro nombre se había vuelto común en mi entorno, sin que, lo confieso, me diera por enterado. María Sklodowska-Curie iba y venía en libros y tertulias, hasta elevarse a causa que se hacía sentir. Ahora sé por qué: la heroína que cambió el curso de la humanidad revive con formidables bríos para darnos lecciones de que la vida es una sola y hay que disfrutarla intensamente en todos sus frentes, sin dejar un minuto al azar (valga decir, así exista el azar).

Lo comprobé la semana pasada, cuando María (como se llama en polaco) pasó por Bogotá, encarnada en otras dos mujeres: Belén Yuste y Sonnia L. Rivas-Caballero. Las dos, españolas ellas, resultan tan apasionadas con el personaje que no parece haber minuto de la vida de la doble premio Nobel (Física y Química) que les resulte ajeno. Así lo comprobaron las magníficas concurrencias que asistieron al Centro Cultural Reyes Católicos y a la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, actos que contaron con la colaboración de la Embajada de Polonia en Colombia.

¿Qué mantiene tan vigente, no solo aquí sino en diferentes lugares del mundo, a María Curie? ¿Su tributo a la humanidad, al descubrir el radio y no patentarlo, para permitir así que la comunidad científica pudiera investigar más sobre él, y con él como herramienta? ¿Su espíritu de servicio a los demás, como cuando en la Primera Guerra Mundial, mediante la radiografía móvil, ayudó a centenares de combatientes a apurar el alivio de sus heridas, tras dar mediante ese sistema, con los daños de los trozos de metralla y similares que yacían en sus carnes? ¿La dignidad de una mujer que no aceptó vivir en segunda línea para dar gusto al machismo? ¿Esa otra muestra de valor que fue plantarle cara a las calumnias de las redes sociales de la época -chisme puro- sobre su vida privada? ¿El desinterés por lo metálico (nunca mejor dicho), cuando puso su capital (incluido el oro de las medallas del Nobel ) a disposición a un mundo postrado por los efectos de la guerra?

Quizás todo eso y mucho más, en especial la reivindicación del papel de la mujer en la investigación. Si de 881 premios Nobel, sólo 48 (¡apenas un 5%!) han terminado en manos de mujeres, no es porque ellas no hayan hecho más, sino porque (y eso lo vivió la Curie en carne propia) la discriminación de género ha sido más que un deporte.

Hoy en Colombia, de los más de ocho mil investigadores categorizados por Colciencias, un 37% corresponde a mujeres. A simple vista, nada mal. Lo grave es que, como en otros ámbitos, ahí se les atraviesa ese ‘techo de cristal’ que casi siempre castiga su condición de mujeres. Y no porque, como dijo una de ellas, los hombres seamos malos sino es que, simplemente, no nos damos cuenta. Como venía pasando a este servidor con usted, Madame Curie. Mis respetos y sabrá perdonarme.

Sobrero: Este sábado 2 de diciembre, a la una de la tarde, buena oportunidad para ver y sentir las bravuras de Guachicono y Alhama en la fiesta campera prevista en la parcelación La Dolores. Examen de categoría para Guerrita Chico, Ramsés, Ricardo Rivera y Luis Miguel Castrillón.

Sigue en Twitter @VictorDiusabaR

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