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Vicky Perea García

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La ‘dinámica’ de la política

Y nosotros, los del común, los que aún mantenemos la fe en los demás, aquellos que cada cuatro años nos tomamos el trabajo de escoger a conciencia a quienes queremos que nos representen y creemos en sus promesas, seguimos de ingenuos, convencidos de que sí es posible acabar con esos hábitos perversos que siempre han permeado a la política en Colombia.

17 de abril de 2024 Por: Vicky Perea García

A veces paso por ingenua. Por ejemplo, estaba convencida de que el ‘cambio’, ese terminó etéreo del que se apropió el presidente Gustavo Petro desde sus épocas de campaña y que repiten hasta el cansancio sus seguidores así no comprendan del todo a qué hace referencia, había llegado al Congreso de la República.

El archivo del proyecto de reforma a la salud en la Comisión Séptima del Senado, luego de haber sido aprobada por la Cámara de Representantes, demostraba una madurez y una independencia de varios partidos políticos y de algunos de a quienes escogimos para que fueran nuestras voces en el Legislativo.

Quienes tuvieron esa responsabilidad demostraron en ese momento que por encima de cualquier consideración debe primar la razón, que es necesario construir sobre lo construido, que no vale borrar de tajo lo que se ha hecho bien, y que hay que dar debates abiertos y sensatos que permitan realizar las transformaciones, que sí se necesitan, sin poner en riesgo el derecho fundamental a la salud.

La decisión del Presidente del Senado de suspender una Plenaria en protesta por la forma en que el Primer Mandatario había tratado a la corporación y a quienes echaron para atrás su reforma -que de todos modos se está imponiendo a la fuerza al mejor estilo de los regímenes autoritarios-, llevaba un mensaje de dignidad y autonomía.

Pero entonces cayó el baldado de agua fría. Una sentadita del Ministro del Interior con algunos congresistas, un mensajito por aquí y otro por allá del señor Presidente, un puestico público que no se le niega a nadie si hace favores y ¡zaz!, ahora el Ejecutivo cuenta con mayorías en las dos cámaras legislativas para asegurar que sus reformas pasen.

Es la ‘dinámica’ de la política, me dirán algunos más conocedores que yo acerca de esos intríngulis. Es la ‘mermelada’ de siempre, la que cambia de nombre según el comensal que presida la mesa, la que se vuelve a servir una y otra vez en bandeja de plata, esa que se unta sobre cualquier pan, la que empalaga y produce tanto éxtasis al paladar, digo yo.

Parece ser que las malas costumbres arraigadas nunca cambian, que se heredan de padrinos a aquellos ahijados que resultan los mejores aprendices, que en las ‘altas esferas’ incluso se ven bien “porque así se ha hecho siempre” y que ni siquiera el ‘Gobierno del cambio’ se salva de la tentación de recurrir a las viejas prácticas.

Y nosotros, los del común, los que aún mantenemos la fe en los demás, aquellos que cada cuatro años nos tomamos el trabajo de escoger a conciencia a quienes queremos que nos representen y creemos en sus promesas, seguimos de ingenuos, convencidos de que sí es posible acabar con esos hábitos perversos que siempre han permeado a la política en Colombia. Nada cambia, como nos quedó clarísimo esta semana.

Posdata: El domingo 21 de abril se le tomará el pulso a la opinión pública nacional con la marcha convocada en contra del gobierno de Gustavo Petro. Si se pretende que tenga validez y represente el sentir de buena parte del país, tiene que estar libre de protagonismos individuales, no debe llevar ningún ‘inri’ partidista y es necesario que transcurra en total tranquilidad.

Otra cosa es que el Presidente de la República quiera escuchar, acepte que hay colombianos que no están de acuerdo con él y entienda que ellos también son ciudadanos con derechos.

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