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Poesía homosexual en la Esquina

A las 7:30 pm de esta noche estarán dos ‘grandes ligas’ en el Teatro Esquina Latina: el santandereano Hernán Vargascarreño (Zapatoca, 1960) y el español Luis Antonio Villena (Madrid, 1951).

26 de julio de 2017 Por: Julio César Londoño

A las 7:30 pm de esta noche estarán dos ‘grandes ligas’ en el Teatro Esquina Latina: el santandereano Hernán Vargascarreño (Zapatoca, 1960) y el español Luis Antonio Villena (Madrid, 1951). El conversatorio con estos dos poetas hace parte de Poesía en la Esquina, un programa que dirige la escritora venezolana Betsimar Sepúlveda, se realiza el último jueves del mes y hoy cumple su cuarta edición. En la primera estuvo Horacio Benavides, una voz antigua y poderosa, quizá la más potente de la poesía latinoamericana contemporánea. En la segunda el invitado fue Fabio Ibarra, de quien dijo un crítico: “En su poesía, hasta la mano que levanta el puñal avanza, libre de culpa, por el río del sueño”. La tercera edición fue un evento de homenaje y solidaridad a Elmo Valencia, a quien le han tocado, “como a todos los hombres, malos tiempos en que vivir”.

Vargascarreño tiene una sólida producción literaria y le queda tiempo para traducir y publicar las obras de otros poetas. Su voz es clara, honda y tranquila. Como Arturo, vuela bajo para llegar más lejos.

“La María Lucía ya deja asomar las ganas de un hombre. Ya no nos mira a los ojos porque nos sabe sus hermanos. Pero nos atisba el torso desnudo y sudado cuando cargamos leña, se alela por momentos en nuestras grandes manos callosas, y hasta la he visto oliendo mi sombrero cuando desincha la bestia. La María Lucía pasa ahora como una sombra entre nosotros, que somos oscuro zumo y semen sombrío de estas montañas. María Lucía precisa su luz bien lejos, al otro lado de las cordilleras, donde hay valles de sol, y los hombres pueden ser tan alegres como sus perros”.

Villena es un estudioso de la poesía goliárdica medieval y tiene un posgrado en filología románica y un doctorado honoris causa de la Universidad de Lille, Francia. Ha traducido a William Bekford, al latino Cátulo y los sonetos de Miguel Ángel, y no sufre de temblores en el pulso:

“Es un putito, solamente un putito…/ Da pequeños saltos al andar/ y su mirada es afilada, tiernamente golfa./ El pelo algo revuelto, silvestre, no muy largo./ El cuerpo es delicado y ágil, adolescente absoluto/ que ha cumplido ya 22 años./ Pero es tan grande y poderoso su miembro/ tan colmados y colgantes sus compañones…/ Si le das la vuelta, la pelusilla forma/ un jardín limpiamente oscuro, y allá es fácil entrar o besar, lamer o quedarse…/ Una amorosa gruta habituada al habitante./ Golfo, te guiña un ojo cómplice desde el coche./ ¿Es eso un putito? ¿Desdeñarás algo tan grato?/ ¿Ofendes a tu carne maltratando su carne?/ Él te la cede a buen precio, amigable./ Y lo que es más y superior a todo:/ ¿sin tu lengua en su móvil lengua/ cómo fielmente recordar la vida?”

El poema se llama Dani, forma parte del libro ‘Proyecto para excavar una villa romana en el páramo’ y ha sido tildado de pornográfico.

Villena y Vargascarreño tienen varias cosas en común: ambos son traductores, poetas, críticos, gestores culturales. Ambos mueren por los muchachos y versifican el amor homosexual, un filón rico con un nombre espantoso, poesía homoerótica. Pero sus estilos divergen de manera ostensible. Villena es libresco, dandy, decadente. Vargascarreño, austero, seco y monumental, como el Cañón del Chicamocha.

P.D.: Siguen abiertas las inscripciones para los talleres de escritura creativa (crónica, poesía y ensayo) en Cali, Palmira, Buga y Tuluá. Informes en las oficinas de Comfandi de estas ciudades y en j-clondono@hotmail.com.

Sigue en Twitter @JulioCLondono