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Diagnóstico incierto

Es innegable que el sistema de salud colombiano actual es imperfecto y, como todo en la vida, es susceptible de mejoras. También es innegable que intentar cambiarlo todo trae sus riesgos y más si de por medio está la vida de tantos colombianos.

18 de abril de 2024 Por: Gabriel Velasco

La discusión sobre el sistema de salud colombiano sigue robándose las páginas principales de la discusión política nacional. Lo cierto es que la reforma agoniza tras la votación negativa que ordenó su archivo el pasado 3 de abril. Muchos llegaron a pensar que con esto se moría el tema. Sin embargo, la incertidumbre sobre el futuro de la salud de los colombianos está más viva que nunca.

Lo primero que habría que decir es que todavía el paciente no ha fallecido, y aunque su supervivencia es poco probable, solo podría salvarse en el improbable caso de que la plenaria del Senado acepte la apelación realizada por el senador Wilson Arias.

Lo cierto es que a la fecha de escribir esta columna, el Presidente del Senado estaba por redefinir la comisión que la estudiaría, debido a la renuncia de algunos de sus miembros designados.

Paralelo a esta situación sobrevinieron las intervenciones del Gobierno Nacional a tres de las más importantes EPS del país: Sanitas, Nueva EPS y SOS, las cuales se ejecutaron, una el día de la votación de la reforma y las otras en los días subsiguientes. A lo anterior se suma la solicitud voluntaria de liquidación, presentada por Compensar.

Las intervenciones han sido cuestionadas incluso por entes de control como la Procuraduría, y han traído un nuevo aire de incertidumbre y tensión al país, en donde algunos han interpretado la acción del Gobierno Nacional como una represalia por el hundimiento de la reforma.

Lo cierto es que como consecuencia de las intervenciones de las EPS mencionadas, el gobierno queda con el manejo de más de 10 millones de usuarios del sistema de salud.

Por otro lado, se han conocido también informes de la Contraloría en los cuales se habla de presuntos detrimentos patrimoniales por parte de las EPS, por lo que la Fiscalía ha anunciado investigaciones.

La cosa no termina ahí y el Ejecutivo ha anunciado la expedición de múltiples decretos, que buscan implementar el grueso de las medidas propuestas en la reforma a la salud. Ya incluso se anunció, recientemente, que el gobierno logró un acuerdo con seis EPS, para que estas se conviertan en gestoras de salud.

La realidad de los hechos descritos es que tal vez se muera el proyecto de ley, pero la discusión y posible implementación de un nuevo modelo de salud muestra síntomas de estar bien alentado y parece abrirse camino por otras vías.

La incertidumbre es muy grande, pues muchos nos preguntamos: ¿Qué pasará con los pacientes? ¿Podrá el Estado prestar un buen servicio? ¿Qué va a suceder con el sistema? ¿Qué suerte tendrán los decretos, si estos llegan a ser demandados? ¿Cuáles serán las medidas para afrontar la crisis que puede enfrentar el país en materia de salud?

Nadie parece tener la bolita mágica para predecir el futuro y hacer el diagnóstico.

Es innegable que el sistema de salud colombiano actual es imperfecto y, como todo en la vida, es susceptible de mejoras. También es innegable que intentar cambiarlo todo trae sus riesgos y más si de por medio está la vida de tantos colombianos.

No olvidemos la frase que alguna vez dijo un técnico de fútbol: “Equipo que juega bien no se toca”.

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