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Los tibios

Voté por Fajardo y aunque faltaron los cinco para el peso, diría como Maturana, “perder es ganar”.

7 de junio de 2018 Por: Beatriz López

Voté por Fajardo y aunque faltaron los cinco para el peso, diría como Maturana, “perder es ganar”. El hecho de que en un país polarizado como el nuestro existan casi cinco millones de tibios, que rechazan los dos extremos en contienda, los cuales amenazan con hacer tabla rasa a la Constitución, eliminar las Cortes, repartir las tierras, uno para los ricos y el otro para los pobres, crear utopías sobre educación gratuita y copiar modelos de socialismos fallidos, perseguir la oposición y reacomodar el Acuerdo de paz, hasta disolverlo y generar el regreso a la guerra.

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Las opciones hoy, están entre Iván Duque y Gustavo Petro. Gane el que gane, tendrá que soportar la más feroz oposición, idéntica a la que tuvo Juan Manuel Santos con Uribe.

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Santos le apostó todo su capital político a la paz, firmó el Acuerdo, asistió a la entrega de las armas, recibió el Nobel, y pare de contar. Abandonó a su suerte a los guerrilleros desmovilizados. Las disidencias de las Farc se unieron a grupos narcotraficantes y la violencia en Catatumbo, Chocó y Nariño reinició la guerra. Sus ministros no hicieron la tarea en Justicia, ni en seguridad, ni en el reparto equitativo de las partidas para el postconflicto. El Ministro de Defensa ha debido quedarse como líder gremial, el de Hacienda nos clavó el impuesto del IVA y el Alto Comisionado de Paz dejó inconcluso el acondicionamiento de la guerrilla desmovilizada. La paz de Santos requiere un reversazo de sesenta grados o desaparece.

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¿Cuál de los dos candidatos, Duque o Petro, hará el reversazo, no solo de la paz sino de las tareas que quedaron inconclusas, como la seguridad, la lucha contra el narcotráfico, el desempleo, la migración de venezolanos, la salud, la pobreza, el medio ambiente, etc.?

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Iván Duque genera confianza por su personalidad amable, carismática y sencilla, como de lavar y planchar, lo que aterra es quienes lo rodean. Además de los suficientemente conocidos, cometió el error de aceptar alianzas de los partidos en extinción, con figuras como el expresidente Gaviria, que no solo hizo trizas al partido liberal sino que abortó la elección de Humberto de la Calle. También de Vargas Lleras, que después de dilapidar su llegada a la Presidencia, puso en bandeja al posible ganador, su maltrecha maquinaria. Atrás quedaron las expresiones llenas de virulencia del uno y del otro contra Uribe, el mentor de Iván. Eso se llama continuismo, es decir, los mismos, con las mismas.

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En cambio Petro que tiene una personalidad autoritaria, ególatra y populista está mejor rodeado que Duque. Además de la vicepresidenta, Ángela María Robledo que aporta su sello de serenidad, señorío y coherencia a la Colombia Humana, se acaban de adherir Íngrid Betancourt, Navarro Wolf, Mockus y Clara López. Además ha recibido el apoyo de parte de la élite académica del país, no solo de las universidades públicas, la Nacional y la del Valle, sino las muy conservadoras Javeriana y Externado de Colombia.

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Ante la duda abstente, decía mi padre. ¿Podrá el joven y carismático Iván Duque, mantener a raya a la nueva jauría que lo acompaña? O, ¿será que el Petro de la Alcaldía de Bogotá, prepotente y megalómano, y últimamente mesiánico, que ‘reencarna’ a Moisés, Gaitán y Galán, le hará caso a su fórmula vicepresidencial, a Navarro Wolf, que trabajó con él o a los catedráticos e intelectuales? Mejor voto en blanco, y que Dios guarde a Colombia.