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Reto presidencial

El próximo presidente va a tener que buscar más que cualquiera de sus antecesores recientes la unión de todos sus conciudadanos pues Colombia está en un punto de quiebre histórico

10 de junio de 2018 Por: Alejandro Éder

Qué elección tan larga y tan desgastadora. En cierto sentido es un final entendible dados estos últimos 5 o 6 años de polarización política aguda. No obstante, no debemos minimizar el hecho que, como lo he expresado en columnas previas, estas elecciones son históricas pues son las primeras sin la amenaza permanente del terrorismo de las Farc y donde las propuestas sobre cómo manejar el orden público no son el tema central. Sin esta cortina distorsionante, en Colombia prima un afán saludable por cambiar y abordar temas como la lucha contra la corrupción, la inequidad social, el rezago de muchas regiones y la ineficacia del Estado. Las claves para que el próximo presidente pueda resolver estos problemas y otros de manera efectiva y sostenible son varias.

Lo primero es que el nuevo mandatario deberá revalidar que la democracia y la economía de libre mercado son el esquema que necesita Colombia para lograr su desarrollo. Esto significa un análisis sincero del porqué de la ineficacia de lo público para resolver las necesidades de los ciudadanos. Hoy pareciera que el sector público no es efectivo en nada desde la oferta de Justicia hasta el trámite de un simple permiso oficial. Si bien esta ineficacia es explicada en parte por la corrupción o el clientelismo, también la explica la debilidad institucional. El presidente venidero tendrá que buscar una manera para que los mejores talentos quieran trabajar en lo público sin temor a ser enredados en escándalos o a que tendrán que trabajar con presiones de cualquier índole, incluyendo las ideológicas.

Adicionalmente, las soluciones que plantee nuestro nuevo mandatario deben ser institucionales. Esto significa construir sobre lo construido y echar a andar las instituciones existentes para verificar si funcionan o no antes de desmontarlas. Por ejemplo, con todos los problemas que tienen la implementación de los acuerdos con las Farc, más que borrón y cuenta nueva, el primer paso debe ser buscar una implementación técnica efectiva de lo que hay. Hecho eso se verán qué ajustes o arreglos se necesitan. De igual manera, en vez de echar en saco roto los méritos de nuestro sistema de salud y tomar medidas erráticas como desmontar las EPS sin un análisis serio previo, toca primero intervenir la gerencia del sistema para que funcione y así detectar los ajustes que se deban hacer. Aproximaciones de reforma a un sector tan crítico como la que se intentó con la recolección de las basuras en Bogotá nos dejarían sin salud a todos los colombianos.

Finalmente, a partir del 7 de agosto nuestro presidente deberá tener siempre presente que es el máximo jerarca de todos los colombianos; que lo estamos eligiendo para que proteja nuestra democracia, nuestras instituciones y nuestra Constitución. El próximo presidente va a tener que buscar más que cualquiera de sus antecesores recientes la unión de todos sus conciudadanos pues Colombia está en un punto de quiebre histórico. Es el momento para generar consensos de rechazo al clientelismo, al populismo irresponsable y a visiones sociales de mediados del Siglo XX que han llevado a pueblos hermanos al hambre y a la miseria. Es sobre todo el momento para fortalecer y honrar nuestra democracia, impulsar la consolidación de una economía pujante y moderna y generar un modelo de nación unida, incluyente y justa. El reto del próximo presidente será grande; que su elección sea la oportunidad para que dejemos atrás la polarización y todos trabajemos unidos por una Colombia mejor.