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Desde hace cuatro semanas y todos los días se mantienen las protestas en Venezuela. Los enfrentamientos con las autoridades ya llevan 30 muertos. | Foto: Agencia EFE

VENEZUELA

Maduro tiene a Venezuela cada vez más sumergida en aguas turbulentas

El chavismo se queda sin amigos. Crisis humanitaria, escasez petrolera, giro del continente a la derecha, las razones. Análisis.

30 de abril de 2017 Por: Jessica Villamil Muñoz - Reportera de El País

En una jugada desesperada, el gobierno de Nicolás Maduro anunció el pasado miércoles su salida de la Organización de Estados Americanos (OEA). No resistió que 18 embajadores de los 35 países que conforman el organismo convocaran —sin su autorización— una reunión de cancilleres para estudiar la crisis que se vive en su nación y emitieran posibles sanciones:

* Perder el derecho a voto y participación en las instancias del organismo.
* Perder la posibilidad de beneficiarse de los órganos financieros del sistema.
* La OEA vigilaría y escrutaría el desarrollo de las funciones del Estado y el ejercicio del poder.
* Los demás países miembros asumirían que Venezuela no tiene un gobierno democrático.

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Pero con escabullirse, el hombre que procura mantener intacto el legado de Hugo Chávez no evitaría del todo el aislamiento. Incluso, algunos analistas, sostienen que el resultado de la votación en la reunión extraordinaria del Consejo Permanente de la OEA del miércoles pasado ya fue un campanazo y prevé un peor escenario que lo deja flotando solo en su burbuja.

Alianzas y simpatías

Cuatro veces habían sido citados los 35 embajadores por diferentes motivos para analizar la crisis política, social y económica en Venezuela. La penúltima fue en agosto de 2015 y convocada por Colombia, porque Maduro, en un arranque, expulsó de su país un millón de compatriotas y además cerró de manera unilateral la frontera.

La mayoría decidió que el problema debían resolverlo Colombia y Venezuela a puerta cerrada y la cumbre de cancilleres no se citó. Como antes, los dirigentes de las pequeñas islas que conforman el Caribe votaron en blanco y guardaron silencio ante lo que muchos calificaron una arbitrariedad.

Pero, ¿por qué el cuarto intento fue el vencido? Los argumentos van y vienen. Sin embargo, hay tres que permanecen en el ambiente: el continente está girando nuevamente a la ‘derecha’, es inevitable desconocer la crisis humanitaria y los recursos de Venezuela para preservar la fidelidad de sus pequeños aliados se esfumaron.

José Roberto Concha, director del Consultorio de Comercio Exterior de la Universidad Icesi, de Cali, dice que Venezuela ya no es el país poderoso de hace diez años, cuando Hugo Chávez comandaba su revolución y las naciones que se beneficiaban del petróleo empezaron a entender que no tiene sentido respaldar a una nación en una situación tan difícil. Por eso, asegura, “se ponen del lado del ganador”, que ya no es Venezuela”.

A eso se suma, precisa Mauricio Jaramillo, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario, que los países que conforman la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba) han visto “seriamente reducido” el músculo petrolero que antes les permitía tener mayor injerencia en la región.

El Gobierno venezolano dijo este sábado que no tiene intención de abonar las cuotas que debe a la OEA, US$10,5 millones, que es una “humillación” y “que nadie le puede obligar a pagar”.

Pero sin duda, asegura, el cambio en la orientación política de América es fundamental: Ecuador y Bolivia tienen una simpatía ideológica y además comparten la idea de que hay una conspiración injerencista en sus territorios y la convicción no los va a alejar de Venezuela porque sienten que, de lo contrario, van a quedar más aislados que nunca.
Pero Brasil, Argentina, Guyana, entre otros países del Caribe y de América Central, han abandonado sus gobiernos de izquierda y por obvias razones le dicen ‘no más a Maduro’.

Aunque Uruguay se mantiene en la otra orilla política, “no comulga con lo que está pasando en Venezuela y aunque empezó muy tímido, ahora ya hay sanciones, por ejemplo, en Mercosur”, cuenta Jaramillo.

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Y es que es difícil ignorar la situación de ese país, cuando las últimas cuatro semanas las protestas dejan una treintena de muertos, miles de personas encarceladas por reclamar alimentos en los supermercados, reducción de la violencia, médicos en los hospitales, pero también una fecha para elecciones locales, regionales y presidenciales. Ya la oposición no se reduce a un puñado de políticos buscando el poder, sino a una amplia mayoría de venezolanos que claman salir de lo que consideran una dictadura.

Hasta la Unión Europea se pronunció el pasado jueves pidiendo respeto por la Constitución y “los principios democráticos, incluidos el reconocimiento del rol de la Asamblea Nacional y un calendario electoral claro”. Según ellos, esas condiciones son esenciales para aliviar la tensión y unir al país.

Y hacía dónde gira Venezuela

El barco que dirige Nicolás Maduro naufraga en aguas turbulentas. El general Fernando Ochoa Antich, exministro de Defensa y Relaciones Exteriores de Venezuela, dice que la reacción mundial tiene unas consecuencias prácticas como la dificultad de acceder a créditos internacionales.

Y aunque explica que la comunidad internacional puede jugar un papel importante, esa presión siempre será débil. Sin embargo, el sociólogo nicaragüense, Óscar René Vargas, dice que los gobiernos siempre terminan intentando una negociación y más en la medida en que se van quedando aislados.

Admite que no tiene claro cuál sería el efecto de la presión internacional sobre el Gobierno, pero explica que entre más tarde tome la decisión de acceder a una negociación, será peor para el país.
Mauricio Jaramillo, el internacionalista de la Universidad del Rosario, sí lo tiene claro y dice que son tres opciones las que tiene Maduro.

Uno, sentarse con la Asamblea Nacional (parlamento) a negociar las próximas elecciones y de común acuerdo pedirle al Consejo Nacional Electoral que adelante los comicios programados para el 2018, aunque reconoce que es una opción poco probable porque no lo van a aceptar las milicias, ni los colectivos, ni el chavismo de base que todavía acompaña al Presidente.

Lo segundo es que el Jefe de Estado decida hacer presión sobre los jueces para que desbloqueen el referendo revocatorio, es decir, que el proceso que se congeló en octubre, de recolección de firmas, se reactive y con ello se calme la presión.

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La última opción es que todo siga como está: que Maduro no se mueva un centímetro, que no haya calendario electoral, que no haya referendo revocatorio, que no hayan elecciones anticipadas, y en ese caso, advierte Jaramillo, no descartaría que se termine produciendo un golpe de estado porque Venezuela “se acerca de manera tenebrosa” a una explosión social.

El principio del fin

La Unión Europea también hizo un llamado al gobierno de Nicolás Maduro esta semana. Dice el experto en política internacional, Mauricio Jaramillo, que esto no tiene nada qué ver con lo que ocurrió un día antes en la OEA.

“Diría que hay un desbordamiento humanitario como no ocurría antes, la muerte de 30 personas en medio de protestas pone al país en estado de emergencia y eso hace que la Unión Europea reaccione”, explica.
Así mismo, dice entre tanto la OEA reacciona en el contexto de hacer presión porque haya un calendario electoral, porque se liberen los presos políticos o se restablezca el poder de la Asamblea Nacional, el de Europa es un llamado humanitario.

Pero José Roberto Concha, de la Universidad Icesi, dice que si la presión que durante varios años ha ejercido Estados Unidos sobre Venezuela no lo ha hecho cambiar las políticas, “imagínese la Unión Europea, que está más lejos geográfica y culturalmente”. Sin embargo, sostiene que el aislamiento es el principio del fin de los gobiernos.

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