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Si fallo absuelve a las Farc, entonces ¿quién mató a monseñor Isaías Duarte Cancino?

Revocada la condena contra las Farc por el asesinato del prelado, nuevas hipótesis sobre el crimen cobran vigencia.

28 de marzo de 2013 Por: Fabio Posada | Editor de la Unidad Investigativa

Revocada la condena contra las Farc por el asesinato del prelado, nuevas hipótesis sobre el crimen cobran vigencia.

El pasado 15 de marzo, un día antes de cumplirse once años desde esa noche fatídica en que dos sicarios fulminaron con cuatro tiros al arzobispo de Cali, Isaías Duarte Cancino, el Tribunal Superior de esta ciudad dejó sin validez la condena a 25 años de prisión y $1.000 millones de indemnización, impuesta al secretariado de las Farc por el magnicidio.La sala penal del Tribunal, con dos votos a favor y uno en contra, consideró que la sentencia de primera instancia no reunía condiciones para ser confirmada. Dicha sala desestimó las evidencias más importantes del caso, entre ellas el testimonio de tres desmovilizados y el conductor de monseñor.Incluso los magistrados critican que el Juez Segundo Penal, que condenó a las Farc, solo hubiera tenido en cuenta “los nefastos antecedentes de la agrupación subversiva” para basar su decisión.De ahí que el Tribunal se aparte de la condena y decida revocarla absolviendo a alias Alfonso Cano, Timochenko, Efraín Guzmán, Pablo Catatumbo e Iván Márquez, líder de las negociaciones de paz que se adelantan entre el Gobierno y las Farc.Sospechosos de siempreTras conocerse la revocatoria el crimen de monseñor Duarte sufre una especie de regresión en el tiempo y se sitúa en el mismo lugar en que estaba al día siguiente de los hechos, el 17 de marzo de 2002: sin autores intelectuales o determinadores, como se dice en el argot judicial.De ahí que los investigadores de la Fiscalía deberán encarar el caso desde cero y tratar de encontrar una nueva hipótesis que les ayude a esclarecer la verdad sobre el asesinato de este líder espiritual.No será una labor sencilla pero al revisar los archivos de prensa de la época se encuentran evidencias de que, como lo señalan los magistrados del alto tribunal caleño, "no solo las Farc tenían motivos para atentar contra el religioso, sino también otros grupos al margen de la ley se sentían amenazados por las intervenciones públicas de Monseñor donde rechazaba el narcotráfico, así como la corrupción política, aspectos que no fueron investigados y que ameritan revisarse".Esa nueva hipótesis, una vez descartada la autoría de las Farc, recae en una alianza entre narcotraficantes y políticos, como el mismo arzobispo lo denunció el viernes 8 de febrero de 2002, cinco semanas antes de ser asesinado.Según el portal Votebien, especializado en el cubrimiento electoral, Monseñor y los obispos de la región hicieron un llamado al pueblo católico para votar por “personas transparentes, que no estén financiadas con dineros del narcotráfico, causante y financiador principal de la violencia y la ignominia en Colombia”.Las declaraciones del prelado se sumaron a las de los entonces candidatos vallecaucanos al Congreso, Santiago Castro, actual director de la Aeronáutica Civil, y Jaime Alberto Cabal, embajador en Corea del Sur, quienes dijeron que “en la región hay listas que tienen nexos con el narcotráfico” y “están corriendo ríos de dinero por las campañas al Congreso sin que haya control sobre su origen”.Los últimos díasEl caso adquirió ribetes de escándalo cuando el presidente Andrés Pastrana presionó a Monseñor para que revelara nombres de los candidatos financiados por el narcotráfico, además lo acusó de tirar la piedra y esconder la mano.Ante el ruido que se armó la Fiscalía lo citó a declarar el 19 de marzo. Como al parecer no tenía datos concretos, personas allegadas a Monseñor recuerdan que durante la semana en que fue asesinado estuvo averiguando sobre qué políticos podrían haber recibido dineros ilegales, lo que alertó a los financiadores quienes creyeron que los iba a denunciar.Eso aumentó la presión sobre el prelado, lo que se expresó en una serie de críticas por sus posturas y acciones radicales frente a fenómenos que siempre condenó, como la vez que suspendió de sus funciones al párroco de Yumbo al comprobar que recibió dinero de parte de ‘Pacho’ Herrera, capo del cartel de Cali, para que mediara durante su entrega.En el blog Periodismo Católico, que escribe Henry Gómez, recuerdan sobre los últimos días de Monseñor, “en muchas ocasiones se pronunció fuerte contra el daño que generaba el narcotráfico en la moral de la sociedad caleña. En público y en privado fustigó a empresarios, periodistas, políticos y particulares”.La información más sensible a la que Monseñor tuvo acceso se relaciona con la infiltración y poder que ejercía en la política de Yumbo, alias ‘Mango’. Un reconocido ‘traqueto’ que según el general en retiro, Oscar Naranjo, negoció su entrega con las autoridades de los Estados Unidos a mediados de la década pasada.Otra versión que pensaba aportar a la Fiscalía eran las declaraciones dadas por un guerrillero, desertor del ELN, quien antes de ser entregado al Programa de Reinserción le confió a Monseñor las relaciones de redes del narcotráfico con facciones del ELN y políticos de la región.Pero esta versión encierra una dolorosa paradoja. Hay quienes creen que el asesinato de Monseñor se precipitó por el temor que generó entre los financiadores non santos y los candidatos beneficiados por dineros calientes, la audiencia a la que la Fiscalía citó al líder católico, donde supuestamente iba a entregar una carta con toda la información que poseía.No fue así, a los pocos días de haber caído muerto, personal de su confianza encontró la carta pero en ella pedía que se le respetara el fuero eclesiástico, por el cual no tenía la obligación de dar detalles como lo exigía el Presidente.La Fiscalía tiene ahora el reto de recuperar el tiempo perdido y demostrar que no le tiembla el pulso para encontrar a los responsables de este horrendo crimen.

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