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Diego El Cigala presentará en Cali su producción ‘Indestructible’ junto a la Cali Big Band de José Aguirre, el 4 de abril, a las 8:00 p.m., en el Teatro Jorge Isaacs. | Foto: Cortesía para Elpaís.com.co

MUSICA

Diego 'El Cigala', un flamenco en su salsa

El Cigala tuvo una charla profunda y sincera sobre su producción en homenaje a la salsa. Confesó cómo llegó de nuevo el amor a su vida, tras la muerte de su esposa Amparo y con la alegría del nacimiento de su hijo Manuel.

12 de marzo de 2017 Por: Isabel Peláez R.  / Reportera de El País

Perder a su esposa el 19 de agosto de 2015 y a su madre en octubre del año pasado. Ver saltar al gitano Rafaelito a sus rodillas sin poder permitirse una lágrima por su “ma’e” y por la de su hijo. Parir, en medio del luto por la mujer a la que amó durante 26 años, un disco soñado por los dos, un canto alegre atravesado por una brutal melancolía y nostalgia. Todo eso hace a Diego El Cigala indestructible.

‘Indestructible’ es la versión aflamencada de la mejor salsa de los años 60 y 70 que se mezcla en la garganta de El Cigala con sorbos de café, ron añejo y amargura.

En medio de la grabación de este disco y de su gira con Omara Portuondo, un cáncer le arrebató para siempre a Amparo Fernández, la dueña de su amor y su polo a tierra, también en pleno escenario se enteró de la muerte de su madre.

Por esas ironías de la vida, hizo el disco más alegre en medio de un mar de dolor. “Lo soñamos juntos. Grabé en medio de las tristezas y las añoranzas, sintiendo mis ojos inundarse en lágrimas, al ver ese fuerte caudal que ha dejado ella en esas semillas tan bonitas”, dice refiriéndose a sus hijos con ella, Diego y Rafael.

Nada volvería a ser igual sin su Amparo del alma. Pero Diego se fue haciendo ‘indestructible’, como dice la canción que popularizó el percusionista y cantante Ray Barreto en los años 70, que da nombre al disco. La misma que no para de tararear, desde que la grabó, él, que poco gusta de escucharse a sí mismo: “Cuando en la vida, se sufre una herida, cuando se pierde sangre querida, en ese momento coge el destino en tu mano, echa pa’lante mi hermano con la ayuda de nueva sangre”.

Lea también: "Cantar Juanito Alimaña me costó la vida": 'El Cigala'.

Pese a las críticas y a la propia voz de su conciencia, que es la que suele gritar más duro, siguió grabando, en medio de su gira con la figura de Buenavista Social Club, Omara Portuondo, el CD+DVD ‘Indestructible’, el décimo álbum de estudio de su carrera y el que más lágrimas negras le ha costado. En tantas noches que pasaron en estudio dice que sintió la presencia de Amparo, “algo que solo puede explicarse escuchando el disco”.

Al hijo del barrio popular El Rastro de Madrid, España, muchos no le perdonan que haya osado poner sus cuerdas vocales en clave de salsa. No le perdonan volver flamencas letras y melodías antes impensables en un ritmo distinto al son.

No saben que Ramón Jiménez Salazar, el hijo de Aurora Salazar Motos (la hermana de Rafael Farinas), y José de Córdoba que se ganaba la vida cantando en los tablaos, además de estar familiarizado con las bulerías y el cante jondo, le encanta tanto Héctor Lavoe ‘El cantante de los cantantes’ como Camarón (de la Isla). “Los llevo de la mano. Me he pasado tantas noches de fiesta, de rumba escuchando ‘Hacha y machete’, ‘Periódico de ayer’, ‘El Cantante’, ‘Qué Lío’, ‘Juanito Alimaña’”, confiesa.

Diego, el nombre que le pusieron tras una rara disputa familiar, y El Cigala, como le bautizaron los hermanos Losada, reconoce que no tiene “ni puñetera idea” de cómo bailar lo que ahora canta. Que cantar temas como Juanito Alimaña le costó la vida misma. “No para, no te deja respirar: ‘Juanito Alimaña, con mucha maña, llega al mostrador, saca su cuchillo sin preocupación’... y la versión que hizo nuestro querido Héctor Lavoe fue mucho más lenta, en un tiempo más atrás. Yo quería que fuera más adelante, que caminase más”.

Pero siguió el consejo de su superhéroe Bebo Valdés: “Tú canta como ese flamenco que eres, que yo tocaré el piano como ese cubano que soy”. Entonces abusó, como diría Celia Cruz, sacó provecho de su amistad con grandes soneros y se entregó al dios Changó, el orisha de la danza, para mostrar cómo se goza un gitano la música de Héctor Lavoe, de Óscar D’León, de René Touzet, Willie Colón y Tite Curet y cómo le imprime su sentimiento flamenco.

“La opinión pública no me ha importado. El temor que yo tenía era si estaba haciendo lo correcto. Pero si has tenido a toda la Fania, a estos genios en Puerto Rico, que hacía 22 años no se veían las caras, que vengan Bobby Valentín, Roberto Roena, Luis Felipe Ortiz y Jorge Santana y te digan: “Joé, te la comiste con papas, no?”, pa’ qué más”.
Diego, que ya ha pasado por géneros distintos al suyo, como el latin jazz, el bolero y el tango, no se contentó con grabar canciones de Ray Barreto, Cheo Feliciano, y de intérpretes como Héctor Lavoe, La Sonora Ponceña o La Fania All Stars, salió de viaje para buscar la esencia de cada una en diversos países.

“Hubo un parón en la salsa, una decadencia. Ahora han querido mezclar la salsa con el reguetón, con otros ritmos. Yo no, yo he ido a buscar la esencia como dice mi compadre Óscar D’León, artistas que le den fuerza y carácter a este género, que nunca muere porque es indestructible”.

Para grabar ‘Fiesta para Bebo’, el único tema inédito del disco (compuesto por el pianista y productor de ‘Indestructible’, Jaime Calabuch ‘Jumitus’), se fue a Cuba. “¿Adónde podíamos ir sino a la tierra de Bebo Valdés, con Los Muñequitos de Matanza, con ese pedazo de guaguancó, que hasta la letra habla de eso: ‘El guaguancó de los maestros sonando está allá en el cielo... ¡Qué rico!’”, dice agitando las palmas.

Visitó San Juan (Puerto Rico), La Habana (Cuba), Punta Cana (República Dominicana), Miami, Jerez de la Frontera en España, y en cada rincón donde la clave llama. Se metió a Nueva York, en barrios como el Bronx, el Harlem, “de boricuas y jíbaros, donde llegaron nuestros inmigrantes latinos. Y encontraba yo los aires, los olores, cómo se ponían en las puertas de las calles con dos palos, con las palmas haciendo clave y se juntaban un corro. Me acordé de Tito Puente, me hubiera encantado, te lo juro, tener al maestro en este proyecto. Se me ha quedado en el tintero Giovanni Hidalgo, el mejor conguero del planeta; temas de ‘Maelo’ (Ismael Rivera), como El Incomprendido, de Celia Cruz, que cuando pasé por Nueva York vi que han sido vitales para la salsa”, dice El Cigala”.

“La palabra salsa se creó allí por un cúmulo de cosas de esos genios que llevaban un alma y un corazón muy grande que era la música, en aquella época llamada música tradicional tropical. Y llegó Johnny Pacheco y dijo: ‘A esto lo vamos a llamar salsa’. En Cuba no puedes decirle a un cubano ‘salsa’ porque se enoja, el cubano no es salsero, lleva ese son en el alma, es sonero, trovador, rumbero”, continúa.

Lea aquí: "La salsa me ha hecho sentir tan cómodo como el flamenco": Diego 'El Cigala' .

El Cigala también estuvo en Cali grabando con José Aguirre y su Cali Big Band, “pedazo de arreglista, de músico, de trompetista. Una leyenda viva”, como lo llama el cantaor.

Contó con más de 70 músicos de distintas nacionalidades, como Óscar D’León, Bobby Valentin, Larry Harlow, Roberto Roena, Eddie Montalvo, Nicky Marrero, Jorge Santana (hermano de Carlos), Gonzalo Rubalcaba, Luis Perico Ortiz, Horacio el Negro y Diego del Morao. Y culminó añadiendo en Jerez de la Frontera guitarra, coros, cajón y palmas flamencos. “Hay temitas como El Paso de Encarnación’ (que canta con Óscar D’León) y Juanito Alimaña que pedían esas palmitas, el cajón y la guitarra” de Diego El Morao. Al final, se encerró en su estudio en República Dominicana, donde reside hace cuatro años con sus hijos, “para cantar durante cinco horas diarias todo el disco con un técnico y Jaime Calabuch ‘Jumitus’, el productor”.

Diego El Cigala no entiende la sorpresa de muchos que llaman a lo suyo “atrevimiento”: “La salsa y el flamenco son primos hermanos, sin saberlo ni el uno ni el otro. Cuando sucede eso, es pura magia”.

“La opinión pública nunca me ha importado. El temor que yo tenía era si estaba haciendo lo correcto. Pero si has tenido a todos estos genios en Puerto Rico, que hacía 22 años no se veían las caras, y que vengan Bobby Valentin, Roberto Roena, Luis Felipe Ortiz y Jorge Santana y te digan: “Joé, te la comiste con papas, no?”. Ya, pa’ qué más”, dice con una alegría casi infantil.

Con esa misma gracia cuenta que, paralelo a la producción, hizo la gira con Omara Portuondo y grabó el documental de ‘Indestructible’, que saldrá a la luz a finales de marzo. No fue fácil mantenerse concentrado en medio de tantas cámaras: “Había un equipo detrás que se encargaba de captar todos esos momentos mágicos sin molestar porque en cualquier momento que me molestase algo, soy como las luciérnagas...
pzzzzzz... me distraigo”,
dice.

Y no es que se crea salsero. “El salsero se lo dejó a Óscar D’León (con quien canta El Paso de Encarnación) a Gilberto Santa Rosa, a Roberto Roena”.

Diego El Cigala presentará en Cali su producción ‘Indestructible’ junto a la Cali Big Band de José Aguirre, el 4 de abril, a las 8:00 p.m., en el Teatro Jorge Isaacs. Info: Colboletos. Teléfono: (2) 661 1111.


Precisamente Cigala dice que Roena será el padrino de su hijo Manuel. “Porque mi compañera de la vida de hoy, Quina Méndez, se dio cuenta de que estaba embarazada, en Cali y tenía dos meses. Nos fuimos a Puerto Rico y lo primero que hizo Roberto fue llevarnos ropita de bebé. Él es para mí un patriarca, es un gitano hasta en la manera de vestir, en esas camisas que se pone, que no le sientan bien a nadie y a él le quedan perfectas”.

Manuel nació el 27 de diciembre del año pasado. Es su cuarto hijo. “Yo nací el 27 de diciembre a las 4 de la madrugada, y Manuel el 27 de diciembre a las 8 de la mañana. Se lleva conmigo cuatro horas. Lo más bonito para mí, para poder seguir cantando y en esto que yo amo tanto, la música, son mis hijos”.

Y admite que todos tienen gustos musicales disímiles. “Johnny, con 22, es flamenco por la gracia de Dios; sin embargo a Diego con 19, le gustan Bob Marley y Jimi Hendrix; Rafael, de 11, escucha Frank Sinatra y Camaron. Y cuando miro a Manuel veo que algo importante va a suceder con él”. El propio Cigala ama encerrarse en su habitación para escuchar la voz de María Callas y la guitarra de Paco de Lucía. Adora El Réquiem de Mozart, la Novena Sinfonía de Beethoven, así como a Ray Charles con su ‘Mess Around’, a Steve Wonder y a Michael Jackson.

Ahora suele escuchar a una jerezana llamada Dolores, a quien todos conocen como Quina, una cantaora de flamenco. “Fui a un concierto a colaborarle a la cantante Aymee Nuviola (hizo de Celia Cruz en la telenovela sobre la Guarachera de Cuba), en el tema ‘Ya no creo en ti’, pasé a Cubaocho y entra una mujer muy bella, cantando bulería y dije: ‘¿Quién es esta mujer, por Dios?’ ¡Pero qué ven mis ojos pequeñuelos!”, relata.

“Ella me conquistó cantándome, en mis planes no estaba enamorarme así, después de lo que más he querido en la vida: Amparo. En un año y pico de irse, yo estaba reacio, pero pasó. Dios te quita lo más preciado del mundo, pero también te recompensa, te da un bálsamo. En Quina encontré a una persona que escucha, que te abraza, que te comprende y llora contigo”, admite.

“Voy a ser padre de nuevo”, anunció El Cigala el 15 de octubre de 2016 en el periódico argentino Clarín. “Quina me quiere, la quiero y me entiende como nadie. Veo a mis hijos, a mi mujer, a mis nietas y tiro para adelante”, dijo a los medios.

Esa nueva ilusión le sirvió para terminar ‘Indestructible’, un disco gestado durante tres años, en el que incluyó 11 canciones, la que da nombre al disco, así como Moreno Soy, El Ratón, Conversación en Tiempo de Bolero, Fiesta para Bebo, Como Fue, Periódico de Ayer, El Paso de Encarnación, Hacha y Machete, Juanito Alimaña, y por sugerencia de Rafaelito, su hijito cantante, Se nos Rompió el Amor. Intuyó que ese clásico de Rocío Jurado “metido en salsa” iba a ser un “temazo” y pegaría en España.

De todas maneras, adelanta que “tiene que haber otro ‘Indestructible’, porque no se me ha quedado un tema ni dos, pero voy a ir dejando que me pasen cosas, como en este”.

Al mucho oro que lleva en cuello, orejas y manos, le ha incorporado una pulsera de los chamanes mexicanos, “a ver si, de una vez, me protegen”. Pero advierte: “Sí creo en un Dios verdadero y real que está en el reino de los cielos y que me cuida las 24 de los 7 O.K. Todo se lo dejo a él en sus manos. No forzo la máquina, porque cada vez que he intentado forzarla me he ido a pique”.

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