Así es ‘La última línea: Antimemorias de una jefe de Gabinete’, el libro que acaba de lanzar María Paula Correa

Por Juliana Londoño Mejía

María Paula Correa Fernández es abogada de la Universidad de Los Andes y especialista en Gestión Pública de la misma universidad. Ha recibido diplomas en Comunicación Política de la Universidad Javeriana y se graduó de la Maestría en Administración Pública de la Escuela de Asuntos Internacionales y Públicos de la Universidad de Columbia, en Nueva York.

Fue asesora de la Secretaría Privada de la Presidencia de Álvaro Uribe, cónsul en Nueva York y directora senior de Estrategia en Concordia. Del 2018 al 2022, fue la jefe de Gabinete de la Presidencia de la República de Colombia durante el gobierno de Iván Duque. Llegó al cargo por invitación y confianza, del propio Presidente, para que fuera su mano derecha, lo apoyara y le llevara la contraria cuando fuera el caso.

Acaba de presentar su libro ‘La última línea: Antimemorias de una jefe de Gabinete’, rol que asumió a los 36 años y en los que vivió varios de los peores y mejores días de su vida, siempre con la certeza que no duraría para siempre.

¿Cómo llegó la idea de contar su experiencia en un libro?

El presidente Duque es un convencido de que lo que no queda escrito no pasó. Básicamente, él a todos sus ministros siempre les decía que dejaran todo por escrito, es la forma de contar las gestiones, y todo lo que hemos vivido. No soy muy tecnológica, todavía soy de cuadernos, entonces yo escribía todo y llevaba mis apuntes siempre conmigo. Tengo una cantidad de cuadernos por ahí, que además fueron demasiado útiles para escribir el libro porque no es posible acordarme de todo.

Un día un amigo me escribe por Instagram: “Oye, deberías escribir un libro de todo lo vivido en el gobierno”. Le dije que lo escribiera conmigo, pero me contestó que lo hiciera con alguien “que piense como ustedes, porque yo ahí nada que ver”. Le dije: “No, todo lo contrario, me parece más chévere que sea con alguien que no piensa como nosotros”. Así empezó a concretarse la idea y lo trabajamos durante los últimos meses del gobierno. Después los astros se alinearon y un día en septiembre del 2022, me contactaron de la editorial.

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¿Habla más que de su rol como jefe de Gabinete?

Es un libro de María Paula Correa y de cómo llega al servicio público, su vocación, su familia y todo lo que la forjó para llegar a donde llegó. En ningún momento es una rendición de cuentas, todo lo contrario, es un libro de experiencias, de autocrítica, con burla, es un libro que, como lo escribo en uno de los primeros capítulos, es algo que a mí me hubiera gustado leer cuando decidí formarme en lo público.

¿Pero cuenta cómo lograron sobrevivir a la agenda cada día, en medio del Covid y el país en paro?

Cada día está lleno de desafíos, de carreras, de comparaciones y esa es mi pregunta: ¿cómo lograste cuatro años en el gobierno donde no siempre todo el mundo empieza y termina? Para dar respuesta, me voy un poco más atrás. Y es que cuento con vocación política desde que tengo uso de razón. Empecé a involucrarme, no puedo decir trabajar porque tenía 16 años, en la campaña de Andrés Pastrana y fui tocando puertas. Yo llegué a la sede de Pastrana y dije “buenas, quiero trabajar” y empecé. Tuve la fortuna siempre de tener y encontrar personas que me dieron la oportunidad de llegar hasta donde he llegado. Me caracterizo además por ser muy intensa, entonces así me cerraran la puerta, yo siempre volvía a intentar. Creo que eso también es uno de los mensajes que quiero dejar con el libro, y es puede que te cierren muchas puertas, pero hay que seguir intentando.

¿Cómo fue trabajar con el presidente de Colombia?

Yo traía con conmigo algunas cosas difíciles. Llegaba a acompañar al presidente más joven de la historia de Colombia, yo era muy joven, soy mujer (algo novedoso en esa posición) y venía de vivir por fuera 10 años. Todo mal. Cuando el presidente Duque me invitó al equipo le dije: “Yo soy contestataria y siempre le voy a decir cuando no esté de acuerdo en algo. Podemos discutir el argumento y usted ganar, pero siempre le voy a decir lo que pienso”. Creo que ese tipo de relación honesta fue la que nos ayudó a que pudiera estar los cuatro años ahí en ese cargo. Adicional a eso, es que uno no puede tener agenda propia, la agenda de uno tiene que ser la del presidente. Por eso el libro se llama ‘La última línea’, porque uno es la última persona antes de llegar al presidente y eso significa que es uno el que decide con quién se reúne él o a qué evento va. Es un poder de decisión gigante y de mucha responsabilidad.

Yo no tengo aspiraciones políticas de absolutamente nada, no quiero lanzarme a nada. Si se da otra oportunidad, claro que sí, pero no tengo esos planes y creo que es una de las cosas más importantes que me ayudaron a estar en ese cargo.

El problema con Iván Duque es que no duerme, pero además tiene una capacidad que yo no tengo -y muy poca gente tiene- y es que sabe lo que es una buena siesta. En el avión decía, voy a cerrar los ojos 10 minutos y se levantaba como un tigre. Si yo hacía eso, abría los ojos destrozada.

Siempre había una llamada a las cuatro o cinco o seis de la mañana, dependiendo de lo que pasara ese día, así que era estar en estado de alerta todo el tiempo. Siempre tienes que tener las respuestas a las preguntas que él te haga, pero adicional a eso tienes también que contestarle a todo el mundo que te está llamando, además de hacer todo lo que el presidente pide, porque uno es como la voz a través de él.

¿Cuál diría que fue el momento más duro en la presidencia?

Tomar la decisión de cerrar el país por el Covid, era una decisión inédita, aunque creo que las protestas para mí tuvieron un impacto duro, la violencia, la criminalidad, fue algo muy difícil de llevar.

¿Pero lo volvería a hacer?

Sí. Extraño poder seguir ayudando y aportando para el beneficio de Colombia.

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