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Los transportadores de carga han sido uno de los afectados con el paro cívico que se desarrolla en Buenaventura desde hace 20 días. El movimiento de carga se ha limitado por los brotes de violencia que se han generado al ingreso del municipio. | Foto: Foto: Giancarlo Manzano / El País

BUENAVENTURA

El sombrío panorama que 20 días de paro cívico dejan en la economía de Buenaventura

La mayoría del comercio sigue cerrado, no hay transporte de pasajeros ni de carga y pese a los brotes de violencia y las pérdidas, la comunidad se mantiene en paro.

4 de junio de 2017 Por: Redacción de El País 

Incertidumbre y zozobra son sentimientos que hoy acompañan a la comunidad de Buenaventura que ve como la protesta de un paro cívico -que nadie niega tiene causas justas- se diluye entre brotes de violencia de grupos que aprovechan el caos.

Julio Morales, comerciante del puerto, considera que el Distrito pasa momentos difíciles, “vemos que la situación se complica, abrimos los negocios por raticos, pero la gente no tiene plata para comprar sino lo básico: los alimentos. Han pasado tantos días y tenemos que pagar las deudas, los servicios, los empleados, esas cosas no esperan, nos estamos reventando”, expresó al tiempo que reclamó del Gobierno Nacional una solución definitiva y pronta.

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Ese mismo reclamo lo hizo Felipe Ríos, un joven arquitecto del Distrito, quien lamenta que lo que era una manifestación pacífica se haya convertido en un completo caos y desorden por la intervención de personas ajenas al paro, pero también por las confrontaciones con la fuerza pública. “Los atropellos contra la población han generado un ambiente de inseguridad que afecta no solo a las personas de los barrios, también al comercio, a la industria, a todas las actividades económicas.

Para este joven, la falta de responsabilidad del Gobierno está llevando a que el paro se salga de control y “eso no le conviene ni a Buenaventura ni al Estado”.

En las calles del puerto la tensión se siente, algunos almacenes del centro que no pasan de 20, dice Javier Ocampo, líder de la Asociación de Comerciantes Unidos, abren hasta las 3 de la tarde; en los barrios se consiguen alimentos en las tiendas y en las verdulerías que cierran a las 6 de la tarde. “Las panaderías andan a media marcha y algunas droguerías sí están abiertas”.

Para Javier Torres, presidente del gremio que agrupa a los transportadores de cabotaje, esto lo que demuestra es que el paro está fortalecido y “cada día recibimos más mensajes de solidaridad que nos indica que no podemos bajar la guardia”.

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Asegura que más que los brotes de violencia generados en el puerto, que incluyen quema de tractomulas, preocupa que el Gobierno siga enviando pie de fuerza en lugar de soluciones a las problemáticas sociales (falta de agua, salud y educación).

La tensión se ha apoderado de los bonaverenses, el comercio exterior está frenado y todos los sectores pierden plata, pero los habitantes del puerto están dispuestos a continuar en paro hasta ser escuchados.

"Llegamos al punto de quiebre"

Se estima que hay unos 8200 comerciantes formales e informales afectados por el paro cívico de Buenaventura debido a que durante 20 días no han podido abrir sus puertas de manera continua.

Las pérdidas para estos y para los restaurantes y hoteles pasan de los $12.000 millones, según cálculos que hacen en el Distrito.

Javier Ocampo, director de la Asociación de Comerciantes Unidos, entidad que apoyó el paro, dijo que ya “llegamos al punto de quiebre, tiene que ceder el Gobierno y ceder la comunidad, vivimos un ambiente tenso”, dijo.

Impacto en el comercio exterior

Varios riesgos están afrontan los exportadores del Valle del Cauca a raíz del paro. Algunos han enviado una parte de sus trabajadores a vacaciones porque no tienen materia prima para operar, otros se enfrentan a los riesgos de incumplir con sus pedidos en el exterior y todos están asumiendo más costos por tener mercancías sin poder nacionalizar o transportar desde y hacia el puerto.

Ese el balance que presenta Juan David Castaño, director en el Valle de Analdex, gremio a agrupa exportadores. “Sabemos que este es un tema social muy delicado, pero la situación crea impactos más allá de las empresas y es que se genera desconfianza entre los inversionistas.

Según Silvio Bedoya, inspector cafetero, desde que inició el paro han dejado de salir por el puerto unos 100.000 sacos de café.

No llegan los turistas

Las empresas que trabajan en el sector turístico de Buenaventura estiman que las pérdidas ascienden a $8500 millones, pues desde el inicio del paro cívico no llega nadie a El Puerto. Por ejemplo, normalmente en un fin de semana con puente festivo pasan por el muelle turístico unos 10.000 visitantes.

Asimismo, se estima que los barcos de cabotaje que transportan personas y mercancías por los pueblos del Pacífico, que permanecen unidados al paro, pierden al día $1.800.000 al no estar operando. De igual forma, se calcula que el 98 % de los pobladores del litoral Pacífico están desabastecidos de alimentos, dado que no hay transporte hacia esas zonas.

Los sobrecostos del transporte de carga

Sacar la carga de Buenaventura por los puertos del Caribe como se ha propuesto no es tan fácil ni tan barato. El costo de la ruta Buenaventura – Bogotá es de $3.385.938 mientras que la de Cartagena – Bogotá es de $5.302.754, lo que significaría un aumento del 56 % en el flete.
A eso hay que agregarle que sería difícil que los transportadores hagan una ruta sin carga hasta los puertos del Atlántico ya que trabajarían a pérdida, según cálculos de Colfecar.

Hasta el viernes había 831.519 toneladas de carga acumulada, entre graneles, carga general y contenedores represadas en los tres grandes puertos de Buenaventura.

“Para movilizar toda esta carga desde los puertos del Atlántico se necesitarían 10.124 tracto camiones que se demorarían más de 15 días puesto que las distancias desde dichos terminales a los destinos se incrementarían en cerca del 85 %”, dijo Juan Carlos Rodríguez, presidente de Colfecar.

Este gremio estima que las pérdidas para los transportadores ascienden a $48.708 millones por el lucro cesante o inmovilización improductiva de sus vehículos.

Pero argumenta que las pérdidas colaterales que se registran por el paro cívico superan los $100.000 millones ya que de la operación del camión dependen otras actividades como estaciones de combustibles, restaurantes, peajes, talleres, lavado y engrase, parqueaderos y hoteles, entre otros.

El sector transportador ha sido uno de los que más ha sufrido las consecuencias del paro cívico de Buenaventura por los daños ocasionados a los vehículos (4 camiones incinerados).

Nidia Buitrago, directora de Fedetranscarga, afirmó que el Gobierno no ha ofrecido garantías suficientes para que los camiones se muevan por el puerto y menos ahora que se han presentado hechos vandálicos.
Calcula que la pérdidas por los vehículos quemados llegan a los $1.000 millones.

Desde que empezó el paro cívico y hasta el 1 de junio se movilizaron desde y hacia el puerto 7933 camiones cuando en tiempos normales, en 15 días recorren esa ruta cerca de 30.000 tractomulas.
Asimismo, los puertos empezaron a desviar embarcaciones hacia la Costa Caribe.

Industria avícola, en alerta

Para los empresarios del sector avícola el paro impacta de manera directa la seguridad alimentaria de los colombianos, debido a que paraliza el suministro de las materias primas para la elaboración de alimento balanceado de los pollos.

Por Buenaventura llegan cada mes 234.000 toneladas de maíz, frijol soya y torta de soya, lo que significa 7800 toneladas diarias que deben ser movilizadas a las plantas. “Lo anterior implica un enorme esfuerzo en la cadena logística y una gran dependencia del normal funcionamiento de las vías, los puertos marítimos y los sistemas de transporte de carga”, dijo Andrés Valencia, presidente del gremio.

Asimismo, Carlos Maya, presidente de la Asociación Porkcolombia, hizo un llamado de urgencia para la búsqueda de una solución y señaló que de continuar el paro aumentará el riesgo de una mayor inflación, dado que la carne de cerdo subiría de precio. “El paro ocasiona enormes represamientos de mercancía que no ha podido transportarse y zozobra entre los porcicultores”, dijo.

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