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Así llegó el caudal del río Cauca a la Estación de Bombeo Paso del Comercio, el pasado miércoles, con basuras y enseres que llegan de los canales de aguas. | Foto: José L. Guzmán / El País

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El sombrío panorama detrás de las inundaciones por basuras en Cali

Hasta la delincuencia tiene relación con la avalancha de desechos que tapona los canales de aguas lluvias de la ciudad en invierno.

19 de noviembre de 2017 Por: Alda Livey Mera Cobo / reportera de El País 

Algunas trampas de la pobreza contribuyen a que Cali se inunde cuando llueve, como ocurrió la noche del martes a amanecer miércoles. Y otras trampas de la riqueza también.

Las primeras las crean personas de pocos recursos que botan las basuras a ríos, quebradas o canales de aguas lluvias, con la idea (errónea) de que no les cobren la tarifa de aseo. Su lógica es ahorrarse unos pesos.

Pero las trampas de la riqueza son las de aquellos comerciantes que por no pagar tarifa comercial de acuerdo con el volumen de basura que generan, como debe ser, le dan algo a un habitante de calle para que las tire en espacio público, como el centro de Cali o separadores de las avenidas Simón Bolívar o Avenida Ciudad de Cali, puntos críticos de la ciudad.

Otros sacan escondido el exceso de basura, si olfatean que el operador de aseo les va a hacer la visita técnica para medir el volumen de residuos que generan y ajustarle la tarifa. Su lógica es ganar más, tributar menos.
Economías que pagan cara todos los ciudadanos, como los habitantes de 70 barrios que amanecieron inundados el pasado miércoles, en especial, de la Comuna 6 y la ladera en la Comuna 20, entre otras.

La cadena de trampas empieza en sitios donde los vehículos no pueden hacer la recolección “porque no estamos autorizados”, dice Catherine Arteaga, jefe de Comunicaciones de Ciudad Limpia. Y los que autorizan no son funcionarios del Municipio ni autoridades ni la comunidad: son los jefes de bandas delincuenciales.

Por ejemplo, a San Francisco, en lo más alto de Siloé, el carro recolector no puede subir: allí manda una de las 25 pandillas más peligrosas de la ladera y no pueden exponer la vida del personal.

Les quedó claro en 2012, cuando hacían recolección con los jóvenes del sector y un líder comunal les advirtió: ‘váyanse porque esto se va a calentar’. “Al otro día salió en Q’Hubo la foto de un cadáver tendido junto a un montón de basura que no alcanzamos a recoger”, cuenta Catherine.
A los días hubo una matanza de seis personas. Igual pasa en El Hueco, frontera invisible entre esa pandilla de San Francisco y la de Belén. Allí hacen limpieza dos veces al año.

Por eso, los usuarios tienen que llevar la basura a un punto de acopio 200 metros más abajo. Pero muchos no lo hacen así, sino que tiran las bolsas de desperdicios en ese espacio público convertido hoy en basurero.

O las arrojan a las quebradas Isabel Pérez o al Canal de la Carrera 50 o quebrada Aguarrús entamborada. Es tal el nivel de inconsciencia que reclaman al operador: “A mí no me deberían cobrar ese servicio (recolección de basura) porque yo la boto en el canal”, cuenta la vocera de Ciudad Limpia.

Ella recalca que la gente sigue sin entender que con esa actitud impacta su entorno y que las inundaciones perjudican a todos, que todo eso viene a dar a la Calle 1 y Calle 5. “Por eso sucedió hace un año la tragedia de los 6 muertos por el muro que colapsó por la fuerza del agua represada”, recuerda.

“Estas inundaciones demuestran lo inhumano de los seres humanos que habitamos Cali. El miércoles, por la Circunvalar, la Cañasgordas, la Calle 5, bajaban basuras, adicional a tierra y sedimentos de los ríos y aguas escorrentías, pero no es normal que bajen basuras”, declara Tomás Mendoza, gerente general de Promoambiental, otro de los operadores de aseo de Cali. “Eso muestra que las personas siguen arrojándolas a los cuerpos de agua y lo mal que nos estamos comportando con la ciudad”, enfatiza.

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El ejecutivo contó que en la Avenida Ciudad de Cali, frente a la Ptar, tuvieron que cambiar la logística normal y reasignar personal para hacer un barrido más fuerte y recoger los residuos sólidos que el canal arrojó al río Cauca, cuando el volumen de agua superó su capacidad.

La misión era liberar las bocatomas de los canales colectores de aguas lluvias de neveras, poltronas, colchones y otros enseres viejos que flotaban en un aguamasa, para que la planta de tratamiento de Puerto Mallarino pudiera captar el agua y evitar otra suspensión del servicio. Una tarea que empezó a las 6:00 a.m. y se prolongó durante seis horas y media.

Los operarios de Emas, el operador de aseo del Oriente de Cali, del Distrito de Aguablanca, igual tuvieron que batirse desde las 5:00 a.m. con maquinaria pesada y palas para sacar barro, escombros, ramas, enseres y basuras.

La situación más difícil se presentó en el jarillón, a la altura de Vallegrande, en la Comuna 21, y en Ciudad Córdoba, donde los usuarios deben llevar sus basuras a las Unidades de Almacenamiento de Residuos, porque las vías son peatonales y los carros no pueden ingresar, pero no siempre lo hacen.

Manuel Sendoya, jefe de Comunicaciones de Emas, atribuye el fenómeno a que los habitantes de calle llenan los canales de muebles y enseres viejos. Pero la gran problemática para ellos es la mala disposición en los separadores de la Avenida Ciudad de Cali y Avenida Simón Bolívar, por falta de una escombrera en la ciudad.

“Tenemos más de 50 puntos críticos de escombros, que botan los carretilleros, propietarios de vehículos del programa de sustitución de carretillas o habitantes de calle, a los que la gente les paga, pero ellos no van a dejarlos a la estación de la Carrera 50, sino que los dejan en cualquier sitio y cuando llueve, eso tapa las alcantarillas”, denuncia Sendoya.

Mendoza reconoce que la autoridad ha impartido el comparendo ambiental, pero los usuarios no entran en razón. “No son el 100 %, muchos sacan sus basuras en horarios y frecuencias indicadas, pero otros no. No hay como antes, ese querer a Cali, amar su terruño. Hoy hay gente que cree que todo sitio es bueno para arrojar la basura”.

El ejecutivo dice que en las campañas de sensibilización y capacitación en los colegios, los niños y jóvenes saben de qué les estamos hablando y captan el mensaje. “Pero el problema son los adultos, ponemos más quejas, pero actuamos menos; exigimos mucho y recordamos que tenemos derechos, pero olvidamos los deberes y así comenzamos a perder todos. Una sociedad funciona cuando los deberes del uno son los derechos de otro. Lo que más nos afecta es la falta de cultura ciudadana”, reclama.

Catherine Arteaga confirma que hay modelos ejemplares de cultura ciudadana en el buen manejo de residuos sólidos, como en la Galería Alameda, que permanece siempre limpia; barrios de Terrón Colorado, o frente a la Biblioteca de Tierra Blanca, de Siloé, donde la comunidad se ha empoderado y no permite que infractores boten basuras como ocurría antes.

Aún hay sitios críticos donde Ciudad Limpia ha ubicado contenedores, como en la Galería de Siloé, cuyo contenido recogen dos veces al día, pero la gente hace mal uso de ellos: es solo para residuos orgánicos, pero le arrojan escombros, se les roban las llantas, en fin.

Y necesitan instalar contenedores en otras zonas, pero no han podido porque se requiere autorización de Planeación Municipal. “Llevamos tres meses esperando para poner dos en la Portada al Mar y no lo hemos logrado porque el Municipio debe demoler unas losas que la misma comunidad construyó con sus recursos para acopiar las basuras, y no lo ha hecho”, demanda Arteaga.

La ejecutiva agrega que la zona más crítica es la del centro, donde Ciudad Limpia recoge la abrumadora cantidad de 30 toneladas diarias que los obligan a hacer cuatro recorridos al día. Y que si las autoridades hicieran los controles, se podría detectar a los responsables.
Recuerda que en un operativo se identificó que la basura provenía de restaurantes de San Antonio –esas casas no tienen shut– y fueron sancionados. Otro día detectaron un camión que llegó a botar la basura en El Calvario, Calle 11 con Cra. 12.

“El Dagma es la autoridad ambiental, con la Secretaría de Gobierno, podrían hacer los controles, porque la basura no camina sola, pero sí habla, según su contenido se puede determinar su procedencia, pero no están haciendo la tarea”, reclama ella.

“Igualmente pasa con la Policía. Siempre pasamos a las 10:00 a.m. haciendo limpieza por la Carrera 10. Un día vi un hombre dejando las bolsas de basura en el separador y el cuadrante estaba viendo y no pasó nada. Nosotros no podemos denunciar porque esa no es nuestra competencia”, aclara.

Desde que entró en vigencia el nuevo Código de Policía, el pasado 1 de agosto, al corte del 7 de noviembre, se habían impuesto 55 comparendos por mala disposición de residuos sólidos en toda la ciudad.
Tomás Mendoza opina que de pronto “se nos volvió tan natural que haya basuras en las calles y enseres por los canales de aguas lluvias, que sencillamente no aplicamos el comparendo”.

Diego Benavides, jefe del grupo de residuos sólidos del Dagma, dijo que la entidad tiene doce técnicos que recorren a diario dos comunas cada uno, y permanecen vigilantes para evitar que se boten basuras y escombros en espacios públicos. Sin embargo, las basuras vuelven a aparecer en los sitios críticos que los operadores de aseo han identificado.

No obstante, Rubén Olarte, director de la Unidad Administrativa Especial de Servicios Públicos del Municipio, (UAESPM) considera que las inundaciones no son ocasionadas solo por sacar las basuras en horarios o sitios inapropiados. “Por supuesto que hay que reconocer que las basuras contribuyen a agudizar el problema, pero no es la única explicación; hay otros factores como toda la erosión que baja de la ladera y el agua de escorrentía, que viene cargada de sedimentos que taponan las alcantarillas y producen inundaciones”, dice.

Agregó que Cali tiene un sistema de drenaje con muchas limitaciones, por la naturaleza plana de la ciudad.

El funcionario está de acuerdo en que el Código Nacional de Policía tiene normas más drásticas para sancionar a los infractores, pero que infortunadamente son tantos, que ha sido difícil para las autoridades de inspección y vigilancia darle cumplimiento.

“El señor Alcalde ha dicho que habiendo privilegiado la cultura ciudadana como eje de su administración en los dos últimos años, en vista de que los resultados no han sido los esperados, no solo en el manejo de las basuras sino de otros comportamientos ciudadanos, entonces se le dará más insistencia en aplicar las normas de control y vigilancia, con sus medidas sancionatorias, es decir, no solo habrá zanahoria, sino garrote”, puntualizó Olarte.

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Jornada

El miércoles pasado los operadores de aseo de Cali tuvieron que sacar todo su arsenal para que la ciudad no colapsara. Ciudad Limpia coordinó 50 personas, volquetas, amplirroles y minicargador para retirar 120 toneladas de lodo de la Av. Circunvalar.

En el Oriente, los carros compactadores de Emas suspendieron la recolección habitual, para evitar que el agua que inundaba las calles se entrara a las casas.

Promoambiental debió sacar dos barredoras, una para la zona norte (comunas 2,4,5,6,7 y 8) y otra para el sur (comunas 10, 16, 17, 18 y 22), con énfasis en Puerto Mallarino.

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