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Así actuaba la mafia que vendía los carros de Emcali

Falsificación de documentos, suplantación de funcionarios, posible complicidad de la vigilancia, son algunos de los ingredientes del coctel que la mafia que operaba al interior de Emcali armó para vender de forma fraudulenta decenas de carros de la empresa.

1 de mayo de 2016 Por: Unidad Investigativa

Falsificación de documentos, suplantación de funcionarios, posible complicidad de la vigilancia, son algunos de los ingredientes del coctel que la mafia que operaba al interior de Emcali armó para vender de forma fraudulenta decenas de carros de la empresa.

Los secretos que empiezan a develarse sobre lo que ocurría en el interior de los Talleres de Emcali son cada vez más aterradores. Además de que  operaba una red criminal que puso en venta parte del parque automotor de las Empresas Municipales, también se investiga ahora un supuesto negocio paralelo de venta de armas.

Dos semanas después de que El País publicó una investigación periodística  que puso en evidencia que a Emcali se le robaron al menos 64 vehículos en los últimos tres años a través de falsos remates, algunas de las personas que adquirieron, según ellos de buena fe,  esas camionetas, motos o maquinaria pesada relataron la manera como se gestó el daño patrimonial a la principal empresa pública de los caleños.

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Lo primero en que coinciden es que el número  de automotores que le ha sido hurtado a Emcali es mucho mayor al revelado por El País, que centró la investigación en los últimos  tres años, porque el auge de las ventas, dicen,  fue entre 2011 y 2013. “Lo que me decían ante la demora para entregarme el carro que supuestamente me adjudicaron es que la empresa no puede sacar más de tres o cuatro carros semanales”, dijo uno de los compradores.

Corrían los primeros días de enero del 2012  y Walter * realizaba la primera de las 25 o 30 visitas que hizo durante un año y medio  a los Talleres de Emcali. La primera de ellas para mirar los vehículos en venta y las posteriores para presionar la entrega de las dos camionetas que pagó.

Un mes y medio atrás había conocido en un diagnosticentro del sur de Cali a Alexánder Orozco, funcionario de Emcali asesinado en agosto pasado, y tras un diálogo corto en el que le expresó su interés por los carros, Orozco le contó que era el encargado de los remates de Emcali y lo invitó a los talleres a mirar los vehículos que, según afirmó,  serían subastados.

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“Lo que me dijeron es que yo pagaba en el Banco Popular, luego salían los listados y finalmente me presentaba al remate. El día que fui había una Nissan Patrol muy buena, varias Toyota 4.5, unas motos DT, unas volquetas y una retroexcavadora. Al lado izquierdo del patio tenían también como 50 motos guardadas”, recordó Walter.

“A los días me llamó Álex a decirme que para que me evitara todo ese trámite, (Héctor) Viveros-- también asesinado el año pasado-- me iba a hacer el favor para que fuera a la fija y me citaron en un centro comercial del sur para entregar los cinco millones que me costaba la camioneta Patrol. Ese día que le entregué la plata, llegaron como cuatro personas más a pagar y eso me generó confianza”, dice.

No obstante, pasó un año sin que le entregaran el vehículo y  para tranquilizarlo le dieron unas motos con sus seguros, las tarjetas de propiedad, los traspasos abiertos, pero sin el acta de adjudicación por lo que nunca puedo registrarlas ni hacer negocio con ellas.  

Documentos falsos

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Uno de los documentos que sirvió de base para defraudar las Empresas Municipales de Cali fue la Resolución 000539 del 27 de diciembre del 2011, en la que supuestamente el entonces gerente Ramiro Tafur encargaba a Alexánder Orozco de la jefatura  del Departamento de Gestión Administrativa.

Ese cargo era clave porque meses atrás, en la gerencia de Susana Correa, se decidió que las personas delegadas para actuaciones ante la Secretaría de Tránsito eran el Gerente de Gestión Humana y Administrativa o, precisamente,  el Jefe del Departamento de Gestión Administrativa.

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Sin embargo, Orozco nunca ocupó ese cargo y la resolución en la que era nombrado para el mismo resultó ser falsa y aún así, habría servido de soporte ante la Secretaría de Tránsito para realizar durante el 2012 varios traspasos ilegales de vehículos a particulares.

Para adulterar el documento tomaron el cabezote de una resolución verdadera del 29 de marzo del 2011, en la que se le reconocía el pago de unas cesantías parciales a un funcionario de Emcali, le redactaron el supuesto encargo y le escanearon la firma de Tafur. (Ver facsímil)

“Yo no encargué a nadie en ningún departamento en Emcali. Cómo iba a encargar a alguien si ahí estaba era Justiniano (Múnera), yo ni de fundas”, dijo el exgerente Ramiro Tafur al conocer de la supuesta resolución. 

“Allí lo que había era una mafia impresionante para el manejo de los carros. En mis archivos no figura ninguna resolución de encargo de diciembre del 2011 y además, los encargos no los firma el gerente general sino el administrativo”, indicó Tafur.

Pero no fue esa la única  resolución apócrifa. Hasta el momento se han encontrado alrededor de 25 actos administrativos y resoluciones falsas, destinadas todas a traspasar a particulares vehículos de Emcali que supuestamente fueron dados de baja o  rematados por desgaste o como chatarra.

Entre ellas una del 2013 en la que el entonces gerente Administrativo, Justiniano Múnera, avalaba el remate de varios carros, pero la cifra fue alterada y le incluyeron trece vehículos más de los que realmente fueron autorizados para llevar al Martillo del Banco Popular.

De esta red delincuencial queda también claro que hacía parte personal de seguridad de los talleres de Emcali y de las empresas privadas de vigilancia porque muchos de los vehículos fueron sacados en camabajas o grúas y ninguno aparece registrado en las bitácoras de ingreso y salida ni las decenas de personas que desfilaron por las instalaciones.

“A mí solo una vez me preguntaron el nombre y me apuntaron; las demás veces que fui pasaba derecho; incluso, cuando uno sacaba vehículos solo le daban un papelito para dejar en portería donde decía el nombre de uno, la placa del carro y la fecha del remate en el que fue adjudicado, pero de la gente con que hablé, ninguno estuvo en un remate”, dijo uno de los testigos.

Entre esos carros que salieron ilegalmente figura un campero que fue adjudicado a un reconocido economista y dirigente político del Departamento del Cauca, quien reconoció en diálogo con El País que el vehículo con la placa que encontró la Unidad Investigativa a su nombre sí fue de su propiedad y que ya lo vendió.

“Yo sí tuve ese campero; lo compramos a través de un familiar   que se enteró de que Emcali iba a rematar unos carros a mediados del 2014 y el carro lo tuve cuatro meses, lo arreglé y luego lo vendí porque ya estaba un poco viejo. Hasta donde recuerdo, nosotros pagamos siete millones de pesos por él”, aseguró desconcertado el político caucano al saber que en 2014 no hubo remates.

“Yo no soy un comerciante de vehículos y lo único que hicimos fue dar la plata porque nos pareció una buena oportunidad; pero le digo que no fui yo solo y me imagino que ustedes deben tener una lista larga de personas de aquí (de Popayán) que tienen vehículos que compraron de Emcali”, aseguró el profesional.

El informe exclusivo publicado dos semanas atrás daba cuenta de que al menos cuatro de los vehículos que fueron sacados ilegalmente de Emcali circulan hoy por las calles de Popayán, además de otras ciudades como Bogotá, Armenia y Pereira.

Se ofertaron armas

El de los carros no era el único negocio ilegal que se movía desde los talleres de las Empresas Municipales. Dos de las personas que hablaron con El País aseguraron que paralelo al negocio de los vehículos se registraba la venta de armas y seguros del Soat que salían a nombre de Emcali; información que también tiene la Fiscalía.

“Un día se me ocurrió preguntarle a Alexánder por qué andaba escoltado y me respondió que porque hacía parte del sindicato de Emcali y eso dio pie para hablar de un arma muy bonita que él tenía, una pistola ‘Baby Jericho’ 9 milímetros, dorada, y de inmediato me dijo que él tenía el contacto y que las sacaba con papeles o sin papeles”, dijo la fuente.

Según su versión, el tipo de armas que le ofrecían era la misma pistola Jericho, Prieto Beretta y Glock; “en algunas ocasiones me llamaban  y me decían ‘mirá, me están ofreciendo tal arma o hay para la venta tales y tales armas y me mandaba las fotografías y los precios por el PIN del Blackberry, pero veía todo legal porque él andaba con esas pistolas en el carro y estando escoltado por los policías”.

Otro de los visitantes constantes en los talleres de Emcali, quien compró varias motos “para arreglarlas y revenderlas” aseguró que el negocio le sonó mal el día que le ofrecieron armas. 

“Yo lo último que compraría en la vida es una pistola y no me agradó el tema porque querían meterme un arma por los ojos. Incluso, me quedaron mal con una moto DT que no me entregaron y querían que en contraprestación me quedara con una y preferí perder la plata”, indicó.

 El otro negocio rentable del que se lucraban varios funcionarios de los talleres de Emcali era la venta de seguros obligatorios.

Un ‘privilegio’ del que gozaban quienes compraban ilegalmente los vehículos porque no solo obtenían un carro económico, con placa oficial, que no tiene pico y placa, sino que cada año compraban por $150.000 o por $200.000 el Soat que normalmente costaba el doble de ese valor. Lo único es que el seguro seguía estando a nombre de Emcali  porque era la empresa la que cubría el costo  dentro del bloque de seguros que contrataba para su parque automotor.

* El nombre ha sido cambiado

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