Si yo te digo 8º 59'56" de latitud Norte y a 73° 58’ 16’’ de longitud Este. Es posible que no me entiendas. Si te añado que nació al norte del municipio de Chimichagua en el Cesar, es posible que comencemos a comunicarnos.
A pesar de ser una zona de muy alta humedad, cuenta con dos estaciones secas,
a pesar de que nunca fueron secas para la creatividad del compositor José Barros,
nacido en el Banco, Magdalena.
El paisaje colombiano, a veces plano y cenagoso, a veces vertical y abrupto; la Depresión Montesina bañada por los ríos Magdalena, el Cauca y Cesar, llenó a las familias de canciones memorables y líricas como: “Me contaron los abuelos que hace tiempo, navegaba en el Cesar una piragua, que partía del Banco viejo puerto a las playas de amor en Chimichagua”. Rungo de cabeza de bagre; viuda de bocachico salado; Chica con agua de Azahares…
Todos estos conocimientos, la amalgama de ideas, costumbres y tradiciones son la cultura de todo un pueblo y a veces de toda una época.
Sin darnos cuenta, esos platos que degustamos servidos con amor por las abuelas, vienen aderezados de los sistemas de valores, de las creencias, y por supuesto, de las tradiciones.
Las visitas a las fincas; los paseos de olla; el tintico de la mañana; mis
intentos de bailar salsa y joropo; las monedas lanzadas por la ventanilla
del carro en las curvas ascendiendo la carretera de La Línea, no son sino
la punta del iceberg de la increíble diversidad cultural y natural que tiene Colombia.
Así son los recuerdos. La reactivación de los circuitos neuronales, originalmente
creados con la activación de los genes y los complejos moleculares durante el aprendizaje.
Memorias de vital importancia para el individuo, pero también para un país, permiten
viajar en el tiempo, hacia delante y hacia atrás. Influyen en cómo nos sentimos y marcan
en cómo nos proyectamos.