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El Mundial y la discordia

"Esa feria del dinero, que sale de las arcas del Estado -o deja de ingresar- por el evento mundialista, es la que no aceptan muchos brasileños mientras ven que se reducen los recursos para educación, hay alzas en el transporte, la inseguridad y la violencia se pasean por el país y se destapan los escándalos de corrupción en el Gobierno".

26 de abril de 2014 Por:

"Esa feria del dinero, que sale de las arcas del Estado -o deja de ingresar- por el evento mundialista, es la que no aceptan muchos brasileños mientras ven que se reducen los recursos para educación, hay alzas en el transporte, la inseguridad y la violencia se pasean por el país y se destapan los escándalos de corrupción en el Gobierno".

La felicidad desbordó a Brasil el 30 de octubre del 2007, cuando fue elegido como sede del Mundial de Fútbol 2014. Ahora, a dos meses de comenzar el certamen deportivo, las sonrisas les han cedido terreno al inconformismo y a la incertidumbre de su población, que reclama las mismas atenciones e inversiones para resolver sus problemas sociales.No hay duda que el fútbol está arraigado al corazón y a la cultura de Brasil. Las cinco copas mundiales que ha ganado lo demuestran, así como tener a varios de los futbolistas considerados como los mejores de todos los tiempos y a equipos que son referentes internacionales. Los brasileños quieren al fútbol y éste quiere a los brasileños, por eso no hay país que se merezca más ser la sede un Mundial.Ello no significa que sus ciudadanos estén conformes con las decisiones que se han tomado. Además de la corrupción descubierta en la Federación de fútbol de ese país, que llevó a la expulsión en el 2013 de Jorge Texeira, quien fuera su presidente por 23 años, están las denuncias por sobrecostos y retrasos en los 12 estadios que se construyen para el Mundial. Las obras se han realizado con recursos públicos, se ha triplicado la inversión prevista en el 2007 y al final serán entregados en concesión a equipos de fútbol o empresas que son de carácter privado.A esto se suman las concesiones del Gobierno a las exigencias para muchos exageradas que ha hecho la Federación Internacional de Fútbol Asociado, Fifa, una multinacional privada, como exonerarla del pago de impuestos durante el Mundial y por cinco años más. Esa feria del dinero, que sale de las arcas del Estado -o deja de ingresar- por el evento mundialista, es la que no aceptan muchos brasileños mientras ven que se reducen los recursos para educación, hay alzas en el transporte, la inseguridad y la violencia se pasean por el país y se destapan los escándalos de corrupción en el Gobierno.Las protestas son constantes desde el año pasado: lo estudiantes reclaman inversiones en su sector, la comunidad se revela frente a los problemas de violencia y exige más recursos para salud, la Policía Federal que está hoy en paro en varias ciudades pide su nivelación salarial, mientras precisa que entrará en cese laboral en el Mundial si no hay acuerdos. La presión para boicotear el Mundial llega incluso de personajes como el ex jugador Romario, quien critica que mientras el país realiza inversiones tan altas y no destina recursos a atender las necesidades de su gente, “la Fifa no ha traído ni un Euro y se irá con mil millones”.No obstante las voces en contra y la inconformidad de algunos de sus habitantes, esa Nación se sigue preparando para que el evento se realice sin contratiempos y para recibir bien a los miles de visitantes que se esperan. Si el Gobierno de la presidenta Dilma Roussef logra demostrarles a sus ciudadanos que sus necesidades son tan dignas de atención como el Mundial, el éxito estará garantizado. Brasil es un gigante como siempre lo ha demostrado, y si hay un gigante que represente al fútbol, ese es Brasil.

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