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El desgaste de Trump

Con el escándalo de Rusia acosando a su entorno, su agenda política estancada y las cifras de aprobación por el suelo, el presidente de Estados Unidos salió de la Casa Blanca este fin de semana para hospedarse en el Trump Golf Club de Bedminister, en Nueva Jersey.

6 de agosto de 2017 Por: Editorial .

Con el escándalo de Rusia acosando a su entorno, su agenda política estancada y las cifras de aprobación por el suelo, el presidente de Estados Unidos salió de la Casa Blanca este fin de semana para hospedarse en el Trump Golf Club de Bedminister, en Nueva Jersey. A pesar de las críticas que le caen por esta nueva jornada de descanso que decidió tomar en medio de la tormenta, el presidente asegura que estará dos semanas alejado de Washington en “unas vacaciones de trabajo”.

Su última semana ha sido una de las más agitadas desde que asumió la Presidencia. Enfrentamientos y despidos en su equipo de Gobierno, filtraciones y ataques furiosos contra la prensa y el Congreso, a quienes culpabiliza de todos sus males. Y un desafortunado discurso lleno de saña en una ceremonia con niños scouts, acompañado de nuevas revelaciones en el entramado ruso que prometen más sobresaltos a su gobierno.

El desgaste en los pocos meses que lleva en la Casa Blanca es evidente. La más reciente encuesta de la Universidad de Quinnipiac demuestra que solamente el 33% de los estadounidenses aprueba su gestión. Sus números son malos por donde se le miren. El 52% de los encuestados desaprueba el manejo de la economía; el 59%, la política exterior y su política migratoria.

Resulta interesante saber que este sondeo fue realizado apenas unos días después de que Trump y los republicanos fracasaran en un nuevo intento de derogar el programa de salud conocido como Obamacare y reemplazarlo con una reforma con la que iba a dejar a millones de estadounidenses sin cobertura médica.

Antes de marcharse a jugar golf, el mandatario estadounidense desvió la atención hacia lo que parece su otro deporte favorito: acorralar la prensa, atacarla y cortar cualquier información que no sea revisada por su equipo de gobierno. Para eso desplegó una enorme ofensiva desde el Departamento de Justicia, con Jeff Sessions a la cabeza, quien advirtió que “la cultura de las filtraciones de prensa debe parar”.

Sus palabras vinieron con el anuncio de que se triplicaron las investigaciones sobre estos casos. La decisión provocó el rechazo de la Unión Americana de Libertades Civiles, advirtiendo que una represión de ese estilo es una represión contra la prensa libre y la democracia.

No es un buen momento para el impredecible Mandatario estadounidense. El Rusiagate subió de volumen luego de que Robert Mueller, el Fiscal especial para desenredar el entramado, anunció un gran jurado para profundizar su investigación por la intromisión de Moscú en las elecciones presidenciales de Estados Unidos y la presunta conspiración con el equipo de campaña de Trump. El millonario respondió con voces destempladas, calificando la investigación como “una caza de brujas” y “una farsa”.

Apenas van seis meses en la era Trump y por el momento, el Mandatario está refugiado en su campo de golf. Tal vez espera que alejándose de Washington baje una marea que puede convertirse en un tsunami que podría arrasar con un gobierno que cada día que pasa pierde más credibilidad, se erosiona y que tiene gran facilidad para autodestruirse.

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