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Resucita el G7

Los líderes allí reunidos tienen la tarea de rebalancear el poder de China, de enviar un mensaje claro de repudio a Rusia, y más que nada de construir una alianza de países libres que pueda limitar el poder de los crecientes brotes autocráticos

20 de mayo de 2023 Por: Muni Jensen

Esta semana se lleva a cabo la cumbre del Grupo de los 7 en Japón, con la participación de las siete democracias industriales. El grupo, creado como un foro político durante la crisis energética de los años 70, reúne a Japón, Estados Unidos, Francia, Italia, Reino Unido y Alemania.

La reunión, que se lleva esta semana en Japón, lejos de ser una cumbre más tiene hoy más que nunca una importancia política y estratégica, aparte de ser una radiografía de los equilibrios y las fuerzas del poder. El componente simbólico es grande: la sede de la reunión es Hiroshima, una ciudad que carga un recuerdo muy marcado de las consecuencias de un ataque nuclear, hoy una amenaza mayor que en el pasado reciente. Las reuniones tendrán lugar cerca del museo de la paz de esa ciudad, recordando la muerte de cientos de personas por la explosión y la radiación posterior.

El G7 ha vivido varias transformaciones desde su fundación. Creado para buscar consenso, el grupo se desdibujó cuando se formó el G20, incluyendo a países en desarrollo. Hoy el G7 tiene la oportunidad de resurgir como un bloque fuerte, ya que el G20 está en líos, con diferencias entre India y China sobre la sede de la próxima reunión, y la diversidad general de pensamiento entre los participantes. Es el momento ideal para que esta coalición de democracias le pegue una patada a la mesa.

Hoy, mientras China fortalece su arsenal nuclear, Irán y Corea del Norte aumentan su capacidad, y Rusia amenaza con escalar la invasión a Ucrania, la agenda en Japón se centra justamente en hacer contrapeso a los mayores riesgos mundiales.

La presencia como invitado especial del Volodímir Zelenski les agrega inmediatez y urgencia a las discusiones. Los participantes tienen una visión similar del conflicto existente a las reuniones, especialmente cuando la mayoría de los participantes ha prometido misiles, aviones, munición y ayuda económica a Ucrania.

Tener a los superpoderes democráticos reunidos en su continente también es un mensaje claro al gobierno chino con sus intenciones expansionistas y nucleares, ubicado a solo dos mil kilómetros de Hiroshima. La sede es también un espaldarazo a Japón, preocupado por el escalamiento nuclear que ha impulsado Beijing. En esta cumbre Japón saldrá fortalecido militar y diplomáticamente y el grupo tendrá la oportunidad de mostrar su poderío.

Las expectativas sobre los resultados de esta cumbre son altas. Los líderes allí reunidos tienen la tarea de rebalancear el poder de China, de enviar un mensaje claro de repudio a Rusia, y más que nada de construir una alianza de países libres que pueda limitar el poder de los crecientes brotes autocráticos, no solo de Putin y Xi Jin Ping. Aunque cada líder llega con un enorme costal de problemas que debe resolver en su propio país, este encuentro tiene el potencial de empezar a enderezar la dinámica de poder hacia el modelo de libertad y participación democrática.

Con una misión clara, apurados por amenazas y crisis inminentes, se abre un espacio para Occidente, con Japón como amable componedor para crear estructuras de protección ante la expansión China, la belicosidad de Putin, y el crecimiento de modelos políticos que destruyen las libertades y la estabilidad. Que sirva de mensaje para países envalentonados con los modelos dictatoriales y a los gobiernos populistas.

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