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El grado del Marymount

. Mientras educamos generaciones con el permiso de que no importa lo que hagan, la fiesta continúa…

11 de junio de 2018 Por: Gloria H.

Pasó en Barranquilla pero podría haber sucedido en cualquier otro lugar de Colombia. Un profesor del colegio, consigue los exámenes del Icfes, se los vende a una estudiante y ella su vez, o los vende o los reparte al resto de sus compañeros de curso. El fraude está instalado. Las directivas lo detectan y como consecuencia, suspenden la ceremonia de grado. Cada familia debe recoger el diploma por ventanilla. Las cámaras muestran el desfile de carros entrando y saliendo del plantel… Sucede en un colegio, donde se educan las nuevas generaciones. Algunos padres de familia ‘protestan’ e instalan una tutela. El colegio se sostiene en su posición. Por la noche es la fiesta de grado con Silvestre Dangond (contratarlo cuesta alrededor de 300 millones) y todos participan de la rumba. En definitiva, nada ha sucedido y la ‘fiesta debe continuar’. El próximo domingo Colombia celebra elecciones para elegir un Presidente. ¿Tienen alguna relación estos acontecimientos?

Puede alegarse que todos no participaron en el fraude y es válido. ¿Pero lo sabían todos? Y en caso de que lo supieran y no participaron, ¿el silencio es sinónimo de complicidad? ¿Denunciar a sus compañeros sería ‘tirarse’ su futuro, convirtiéndose en sapos? ¿Cuál es la responsabilidad social que se tiene con el delito de otros pero que nosotros conocemos? ¿Y si no lo sabían y no participaron del hecho, deben pagar las consecuencias por ser compañeros de sus compañeros? Sí, estos son los asuntos que deben preocupar a la educación. Ya no es tan vital conocer nombres de países y sus capitales porque Google lo responde. Ya no es tan importante acumular información como sí, vivenciar ejemplos de la vida cotidiana que tienen que ver con el acontecer, con la corrupción, con la ética, con la comunidad. ¿Los silencios son defensa o son alcahuetería?

¿Si Ud. es padre de familia apoya al colegio o participa de la tutela en contra de la medida? ¿Ud., papa o mamá, patrocina la fiesta posterior? ¿Le dice a su hijo que si sabe, se calle para evitar represalias? Si su hijo fuera el promotor del fraude, ¿qué castigo le impone o de pronto piensa que son ‘muchachadas’ y ‘más grande’ no lo volverá a repetir? Lo justifica con la excusa de, ¿quién no se ha robado un examen? ¿Ud. es el primero que ‘desautoriza’ al colegio por ‘exagerado’? Mientras, una gran parte de Colombia (y del mundo) se desgarra en la corrupción. Alguien podría decir, eso no tiene nada que ver. Una cosa son exámenes de un colegio y otra la corrupción de los políticos. Pero es que los políticos fueron estudiantes de colegio, hijos de familia y aprendieron lo correcto e incorrecto. O bueno, creemos que se los enseñaron y lo aprendieron. Porque es posible (también) que por instruir sobre tablas de multiplicar se hubiera descuidado enseñar vida y conciencia. Hoy vivimos el gran fracaso de la educación. Las elecciones del domingo tienen que ver con el fraude del colegio en Barranquilla. O en cualquier lugar. Tiene que ver con lo que se enseña y se aprende. Y tiene que ver con la disyuntiva de escoger entre la certeza del que es, lo que ya es y lo rodea y la incertidumbre del que parece ser y puede convertirse en lo que su prepotencia lo alimente. Mientras educamos generaciones con el permiso de que no importa lo que hagan, la fiesta continúa…

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