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Cultura e infidelidad

Sin duda es pertinente, interesante, divertido y, sobre todo, bello, el ensayo...

12 de julio de 2012 Por: Benjamin Barney Caldas

Sin duda es pertinente, interesante, divertido y, sobre todo, bello, el ensayo sobre la fidelidad que leyó Fernando Cruz Kronfly en la presentación, en días pasados, en la Biblioteca Departamental, de su nueva novela ‘La vida secreta de los perros infieles’. En conclusión, la fidelidad es cultural mientras la infidelidad es biológica y una salida urbana a la poligamia ‘primitiva’. Así como las ciudades son producto de la cultura, y lo dejó en claro Lewis Mumford (‘La cultura de las ciudades’, 1938), el comportamiento de sus habitantes no lo es cuando son inmigrantes recién llegados del campo buscando su progreso, o desplazados, que difícilmente lo encuentran, como pasa en Cali. Igual que en China o India, cuyo contraste campo - ciudad es justo el tema de ‘El Dios de Las Pequeñas Cosas’ (1996), de la bella activista Arundhati Roy.El hecho es que, como dice el economista Edward Glaeser: “Para prosperar, una ciudad tiene que atraer a personas inteligentes y permitir que colaboren unas con otras”. (‘El triunfo de las ciudades’, 2011, p. 310). Es lo que han permitido desde siempre las ciudades que son tales: permitir que los ciudadanos se relacionen físicamente con otros (y hoy no apenas por Internet), en calles, plazas y parques, para lo que tienen que ser compactas y no desperdigadas como Cali, y especialmente provocar que interactúen en esos edificios públicos en donde se dan actividades intelectuales puramente urbanas. Desde el encuentro en restaurantes, cafés, bares y tiendas de esquina, compartiendo “una mesa, una sonrisa o un beso”, hasta en los museos, bibliotecas, teatros, salas de música, centros culturales y aulas universitarias.Mientras que en Cali la ‘infidelidad’ ronda por todas partes por parte de sus muy atractivas mujeres, la ‘cultura’ hay que buscarla como aguja en un pajar, y se la confunde apenas con la literatura y si acaso con la pintura, y ahora con el ‘arte’ que puede ser cualquier cosa (M. Vargas Llosa, ‘La civilización del espectáculo’, 2012), cuando no con la ‘salsa’. La ciudad como escenario de la cultura se desconoce, los hallazgos arqueológicos se desprecian, el patrimonio construido se demuele por ‘viejo’ y la arquitectura es vista como una moda más. Y lo de moda es una infortunada constante más en esta ciudad que ha tenido la desgracia de crecer demasiado rápido, y en la que muchos de los más inteligentes emigran y los que se quedan cada vez más tienen menos donde colaborar unos con otros.Ahora son los centros comerciales los que atraen a las personas y en donde, más que colaborar unos con otros, los jubilados acceden a la infidelidad imaginada, comen mal y de vez en cuando ven cine, generalmente malo: simple espectáculo. Pero hablan unos con otros de lo humano y lo divino, lo que es la esencia de lo urbano cuando se trata de una conversación significativa como dice Mumford. Y muy placentera cuando está adobada por el maravilloso clima de Cali y sus brisas frescas que levantan faldas. Toda una secreta vida de perros infieles; y perras también, aclaró Cruz Kronfly , y las que más rieron fueron, como no, las muchas mujeres de la nutrida audiencia que asistió a su presentación. ¿O será que en Cali, como se titula la otra novela de Cruz Kronfly, presentada hace un mes, ¿sólo queda el ‘Destierro’?

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