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Élmer Agudelo, de 56 años, estaba vinculado a esta casa editorial como corresponsal gráfico en Palmira desde 2007. | Foto: Foto: especial para El País

POLICIA NACIONAL

Élmer Agudelo, un amante del periodismo, el fútbol y su familia

Élmer Agudelo, corresponsal de El País y Q’hubo en Palmira, fue asesinado en el antejardín de su casa.

27 de agosto de 2017 Por: Luz Stella Cardona / corresponsal de El País en Palmira  

A Élmer Agudelo Vidales lo recuerdo cuando llegué a trabajar a Palmira Hoy hace 15 años. En su pequeño Renault 4 siempre estaba dispuesto a llevarlo donde uno necesitara, siempre sonriendo con su típica frase: 'Hola vieja' o 'q'hubo, chino'.

Este domingo, a las 12:15 del mediodía, un sicario acabó con su vida de tres disparos cuando se encontraba afuera de su casa, ubicada en la Calle 22 A # 16A-41 del barrio El Sembrador, en este vecino municipio.

El pistolero llegó hasta allí, donde estaba junto a dos de sus hijos, Jefferson y Junior, sus nueras, su esposa Millerlandy, varios de sus nietos y un vecino.

Estaban preparando un sancocho en la olla de barro que había comprado hace días pero que justo este domingo, con el vecino, le dio por estrenar.

Entregó su vida a la reportería gráfica en Palmira

El reportero gráfico, que empezó su vida profesional en el Banco Cafetero pero después se enamoró de las cámaras, inició como 'freelance' para el diario El País haciendo fotos sociales y también para el semanario Palmira Hoy, un producto de esta casa editorial que por muchos años circuló en la 'Villa de las Palmas'. 

Posteriormente se vinculó directamente a El País S. A. con la llegada del Q'hubo a Palmira hace diez años, donde además de tomar fotografías también empezó a escribir crónicas deportivas, pues era amante de los deportes y enamorado de su equipo del alma, el América de Cali.

Élmer era muy conocido en el municipio. Sus años de portero en varios equipos y su oficio de reportero gráfico y fotógrafo de las páginas sociales locales, le dieron mucha notoriedad.

Le encantaba llevar pantalones anchos, con resorte en los tobillos y medias tobilleras, además de zapatillas que combinaba según la ropa, razón por la cual era objeto de burlas por parte de sus compañeros de oficina, a lo que él solo atinaba a reírse. 

Amaba profundamente a sus hijos, Mauricio, Jefferson, Junior, Jeniffer y Valentina, a quien le preparaba una gran fiesta para el próximo mes de febrero con motivo de sus 15 años.

Precisamente, su hijo Jefferson, quien es muy parecido a su padre en el aspecto físico, no tuvo sino palabras de admiración para el hombre que le dio la vida.

"Mi padre era un hombre correcto, todo tenía que quedar bien hecho, sino le daba pereza hacerlo. Era amigable, se reía de todo, no tenía enemigos y amaba a sus nietos. Aún no termino de asimilar esto que pasó", dice muy dolido por lo sucedido.

En este mismo sentido se pronuncia su cuñada, Luz Marina, casada con su hermano Guillermo, quien lo describe como un excelente padre y abuelo.

"Yo le decía por qué no se van de esa casa y él me decía: 'sí, vieja, nos vamos ir, pero mire'. Mi cuñado era una persona muy especial, buena gente. Lo que más rabia me da es que se salvó de un cáncer para venir a morir así", sostiene con profunda tristeza la mujer.

Su amigo Angelmiro López no despierta, como muchos en Palmira y Cali, de lo ocurrido. "Lo conocía hace más de diez años cuando empezó en el Q'hubo. Lo que más recuerdo de él es su efusividad, 'manejate bien', me decía. Era una personota".

Este domingo, cuando llegué a la oficina, su puesto estaba intacto, como lo acostumbraba a tener él: la silla marcada con su nombre; las fotos de su madre, quien murió recientemente, y las de sus siete nietos y compañera de vida Millerlandy. 

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