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Alberto Salcedo Ramos asegura que el personaje de sus historias que le ha sacado más lágrimas ha sido Antonio Cervantes Reyes o Kid Pambelé. | Foto: Especial para El País

LITERATURA

La de Alberto Salcedo Ramos, una historia de nocaut

Alberto Salcedo Ramos escribió una crónica sobre Kid Pambelé por la que será premiado en Francia y en la que se basa la serie de televisión.

26 de junio de 2017 Por: Isabel Peláez R., / reportera de El País

Era un niño introvertido, un tanto inseguro y tímido, incapaz de hablarle a su primer amor, Ana Milena, pero con gran imaginación para inventar cartas de una tal María María y percatarse de que los adultos las hallaran para que creyeran que al fin había logrado conquistar a una niña.
Alberto Salcedo Ramos nació en Barranquilla, pero creció en Arenal, un pueblo pequeño de Bolívar, junto a su hermana y sus abuelos maternos, que tenían diez hijos, y donde se escuchaban a todo volumen los vallenatos de los hermanos Zuleta y los porros de Pedro Laza y el futuro escritor jugaba fútbol con los pies descalzos en medio de aguaceros frecuentes.

Dice el ganador de cinco premios de periodismo Simón Bolívar y del Premio Internacional de Periodismo Rey de España que fue por esa familia numerosa donde todos hablaban al tiempo y a gritos, que se dedicó a escribir: “Creo que escribo porque en la casa de mis abuelos era difícil que se oyera mi voz. Sofocleto, humorista peruano dice que escribir es una forma de hablar sin que a uno lo interrumpan”.

Y fueron precisamente sus abuelos quienes incentivaron en Salcedo Ramos la idolatría por la figura del ex boxeador Antonio Cervantes Reyes, la misma que inspiró su libro ‘El oro y la oscuridad: la vida gloriosa y trágica de Kid Pambelé’, cuya edición en francés fue ganadora del Grand Prix do Reel a Mejor Libro de no Ficción del Año, en la categoría Autor Extranjero, que recibirá en Francia en septiembre próximo.

Es esa crónica el soporte narrativo de la serie que ya promociona el Canal RCN para su horario primetime sobre la historia del púgil conocido como Pambelé, nacido en Palenque, Bolívar y dos veces campeón mundial del peso Welter Junior en boxeo.

Cuenta que su abuela le regaló la historia de Pambelé y su abuelo lo levantaba a ver las peleas. ¿Ellos lo inspiraron a escribir el libro sobre él?
Sí. Cuando Pambelé peleaba en el lejano oriente había que madrugar en Colombia para poder ver las peleas. Mi abuelo me despertaba para que las viéramos juntos. En parte por eso yo quería hacer este libro. Era también una deuda emocional. En cada página me imaginé que escribía para mi abuelo.

¿Fue difícil convencerlo a él para entrevistarlo?
Al principio Pambelé era una figura fantasmal. Lo buscaba y no aparecía. Cuando llegaba a un sitio donde supuestamente estaba, me decían que acababa de irse o que vendría en dos días, y así. No encontrarlo me obligó a buscar otras voces, y esas voces me lo fueron retratando. Yo aprendí a dialogar con el fantasma de Kid Pambelé antes de empezar a hablar con él en persona.

Pero finalmente habló con él. ¿Cómo fue ese primer encuentro?
Duré dos años frecuentándolo. Me vi con él en por lo menos tres ciudades distintas. Mi idea no era solamente contar su vida sino hacer memoria de una época que marcó mi propia vida. Mi idea era contarle al niño que fui la historia de uno de sus ídolos, y hacerlo con perspectiva histórica para ver los cambios de esa persona a través del tiempo.

¿Con quiénes de la familia, de las mujeres y amigos de Antonio Cervantes pudo conversar?
Hablé con su esposa, Carlina Orozco, con sus hijos de Colombia y con los de Venezuela, con sus hermanos, con boxeadores que lo conocen de cerca, con periodistas que cubrieron sus peleas en diferentes lugares del mundo, con mucha gente, más de cincuenta personas.

¿La imagen de quien fuera su ídolo de infancia cambió al terminar su libro?
Yo había leído muchos textos sobre Kid Pambelé que se enfocaban en su relación con las drogas. Hacer este libro me permitió ir mucho más allá de ese tema y comprender el alma de un atleta inmenso que además es un ser humano muy bello.

El libro ‘El oro y la oscuridad’, versión francesa, ganó en Francia el Grand Prix do Reel que se entrega al mejor libro de no ficción del año (autor extranjero).

¿Cómo surgió la idea de la serie de televisión de Kid Pambelé?
Lo de la serie me lo propusieron hace años. Tengo claro que aunque se hayan basado en mi libro, lo que harán en la televisión será otra narración, con sus propios códigos. No me involucré y me parece mejor así. No hay que juzgar un libro por la película que hagan sobre él.

¿Cuál es la situación financiera de Pambelé? ¿Recibió él retribuciones por el libro o la serie?
No tengo interés en la vida financiera de Pambelé. La productora de la serie le dio un dinero, pero no me compete meterme en esos asuntos.

¿Si no fuera periodista, sería boxeador o futbolista?
No hubiera servido para ninguno de los dos deportes. No tengo el coraje que se requiere para subir a un ring a que me partan las dos cejas y me saquen tres dientes. Como futbolista me brotaban hojas porque era tremendo tronco.

¿Qué escribió primero en la máquina que le dio su abuelo a los 19 años?
Han pasado tantos años que no me acuerdo. Por esa época escribí un artículo malísimo sobre Kafka. Menos mal, digo ahora, que ningún periódico en Barranquilla quiso publicármelo. Me preocupa que un amigo mío dice que lo conserva y me amenaza con mostrarlo.

¿Qué es lo más malo que ha escrito?
He escrito muchas cosas malas, como todo el que escribe. Héctor Abad dice que todos estamos habitados por un mal escritor. Debemos mantenernos en guardia para que no sea ese mal escritor quien termine haciendo el trabajo. Hay que borrar, volver a empezar, acudir a editores que nos ayuden a encontrar la mejor versión posible.

¿Cómo superó su timidez?
Me ha costado y aún me cuesta. García Márquez dijo una vez que los discursos y las presentaciones en público son los compromisos humanos más terroríficos. Cuando me toca hablar ante un auditorio, me tomo un par de whiskies y me persigno, como los fubolistas cuando entran a la cancha a disputar una final en la que no son favoritos.

¿Hubo muchas ‘Ana Milena’ en su vida o ha sido de buenas en el amor?
Jajajaja. En el amor no me quejo. Como decía el filósofo Diomedes Díaz cuando se aburría en mitad de la canción, “se las dejo ahí”.

¿Como buen cronista, seduce a las mujeres con la palabra?
Qué va. Para eso soy tan tronco como para el fútbol.

¿Es casado? ¿Cree en el matrimonio?
Separado. Dos hijos. El mejor matrimonio es el que venden en las fritangas de Barranquilla: bollo de mazorca con queso criollo encima.

Empezó primero a trabajar en la radio. ¿Qué tal la experiencia?
Sí. Mi primer trabajo remunerado fue en Todelar Cartagena. Me tocó reemplazar a un periodista que había sido operado. Sólo duré 20 días. Luego empecé en El Universal. Allí fui feliz. Siento cariño y gratitud por ese diario que me dio la primera oportunidad.

¿Sigue siendo tan despistado como cuando estaba en el colegio?
Mucho, sobre todo para orientarme en las ciudades. En Barranquilla tuve una novia a la que visitaba diariamente. Encontraba su casa porque había un almendro en la puerta. Un día cortaron ese árbol y me jodí; no pude dar con la dirección. Mi abuelo decía que no soy despistado sino bruto. Tenía razón.

Vida de novela

Por estos días se anuncia la serie del canal RCN sobre la vida del boxeador Antonio Cervantes Reyes, basada en el libro ‘El oro y la oscuridad: la vida gloriosa y trágica de Kid Pambelé’ del escritor Alberto Salcedo Ramos. Y muy pronto será parte del ‘prime time’ de la parrilla de novelas en Colombia.

Respecto a la producción, el escritor de 54 años le dijo a El País: “Espero que la aproximación de la serie a Pambelé sea humana y respetuosa”.


El canal ha trabajado en ‘Kid Pambelé’ desde hace dos años y negoció los derechos de la obra con Salcedo Ramos, como lo hizo con Pambelé, quien será espectador de su propia historia.

Colombia conocerá detalles de la vida de unas de las glorias del país, que mantuvo el título de las 140 libras por 8 años. El personaje de moda que cenaba con celebridades, se codeaba con el presidente de Colombia y asistía a corridas taurinas invitado por los toreros del momento. El mismo que protagonizó escándalos, dado su trastorno bipolar afectivo, que lo llevaba a convertirse del sobrio caballero al alcohólico o drogado hombre violento.

La serie es producida por 11-11 Films, empresa del actor Manolo Cardona, quien ha dicho que “la producción tendrá 90 capítulos de una hora de duración”. El equipo de actores estuvo dirigido por Sergio Osorio, que en 2015 grabaron en Cartagena, en el barrio de Chambacú, el Parque Centenario y San Basilio de Palenque. Bogotá, Girardot y Ricaurte fueron otros escenarios.

Jarlín Martínez personificará al boxeador. Lo acompañan actores cartageneros como la ex Miss Afrodescendiente Angely Gaviria, Alberony Cortés, y Ómar Murillo y María Nela Sinisterra.

Salcedo Ramos asegura que no tuvo injerencia en el libreto, más allá de la evidente influencia de su crónica. “Lo más relevante para mí es que se contará la historia del hombre que nos enseñó a ganar en el deporte”.

El narrador

Aburridoramente sano. Así se describe a sí mismo Alberto Salcedo Ramos. “Entre los 16 y los 38 años fumaba Marlboro rojo. Nunca me pareció serio fumar cigarrillos mentolados. Uno o come mentas o se envenena, pero las dos cosas al tiempo son una pendejada”.

Andrés Alexander Puerta Molina, periodista y profesor de la universidad de Medellín, quien hizo su tesis doctoral sobre Salcedo Ramos en Barcelona, lo define así: “Es un animal contador de historias. Desde que uno se encuentra con él, le está relatando un chiste, una cita de un libro, una anécdota, una frase de su abuelo, de su abuela, de su madre o de su tía, algo que le pasó con alguno de sus personajes”.

Su sonrisa es permanente, al punto que el cronista argentino Roberto Herscher lo ha definido como una ‘fuerza de la naturaleza’, que usa camisas no aptas para daltónicos.

Cuenta Puerta que las primeras historias que oyó de Salcedo eran las contadas por los viejos (de duendes y fantasmas) que se reunían afuera de la casa para escapar del calor en San Estanislao, a una hora de Cartagena, en el que se sienten más de 30 grados centígrados y las calles son tan polvorientas que se conoce como Arenal”.

Lo describe como el niño que bajaba frutos de almendros y tamarindos, el travieso que les pegaba chicles a sus amigos en la cabeza, el tímido que mojó la cama hasta que tenía 14 años, el curioso que por la tardes se iba hasta el parque para ver a los enamorados besarse. El que no creía en Superman; su héroe de carne y hueso era Antonio Cervantes Kid Pambelé, que con sus golpes hacía sonreír a su abuelo. Que admiraba a Gabriel García Márquez y su prosa “encoñadora”.

“En la escritura comenzó tratando de imitar las historias que veía en las telenovelas y después ponía a actuar a sus amigos de infancia. Un día escribió una carta que le permitió a un amigo reconquistar a su novia. Corrió el rumor de que hacía milagros y empezó a escribirlas por encargo. Con el dinero que ganaba iba al cine”, relata Puerta.

Y se remonta a la época escolar en la que Salcedo Ramos caminaba largas distancias para ahorrarse el pasaje del bus: “Sus historias tienen la marca indeleble de la suela de los zapatos, camina mucho para encontrar la información. Le gustan las historias de perdedores porque piensa que muestran los conflictos esenciales del ser humano”.

Alberto Martínez, quien fue jefe de redacción en El Universal, de Cartagena, recuerda que Salcedo Ramos llegó recién salido de la Universidad Autónoma y “con estética, investigación y narrativa, a una edad en la que lo más probable es que el embeleco de la reportería lo arrastre en una corriente de la que a veces resulta imposible escapar.

Planteaba trabajos de profundidad, reportajes y crónicas y al año ya estaba publicando, junto a Jorge García Usta, ‘Diez Juglares en su Patio’ y luego ‘Los Golpes de la Esperanza’. Como practicante le exigimos la cuota sacrifico poniéndolo a cubrir la fuente judicial, no sabíamos que iba a nutrir su pluma. Halló historias humanas que logró plasmar en relatos fantásticos”.

Salcedo Ramos, quien además de escribir sobre músicos, ha compuesto vallenatos y tiene un programa radial dedicado a la música, recuerda: “Cada que les entregaba un texto a los editores me lo devolvían repleto de tachaduras que me desmoralizaban. Hoy les agradezco porque me enseñaron gratis”.

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