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Luis Fernando Londoño, presidente de Asocaña.

ECONOMÍA

"Polarización política permeó al sector empresarial": Luis Fernando Londoño

Luis Fernando Londoño se despide la presidencia de Asocaña luego de 11 años. Dice que la agroindustria azucarera es hoy más sostenible. Afirma que su gran legado es haber dejado una paz laboral en el Valle.

21 de mayo de 2017 Por: Alfredo García Sierra / Reportero de El País

Tras once años de gestión como presidente de la Asociación de Cultivadores de Caña de Colombia, Asocaña, el gremio de los ingenios azucareros, Luis Fernando Londoño, cambiará esa posición para vincularse al servicio diplomático como nuevo embajador en Argentina.

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Señala que gracias al esfuerzo conjunto con los empresarios se logró convertir a ese sector en uno de talla mundial por su alto nivel tecnológico productivo, y ante todo en medio de una paz laboral que reina en el Valle.

Dice que no fue fácil llegar a los acuerdos con el Gobierno en materia de aranceles, precios y otros renglones, pero todo se pudo con base en el diálogo y la concertación “y no con peleas”.

Sin embargo, cuestiona las bajas cuotas de exportación de azúcar que se pactaron en el TLC con EE.UU..

¿Cuál cree fue su principal logro en uno de los sectores más complejos como el azucarero?

Cuando acepté hace once años el ofrecimiento por parte de las directivas del gremio de la agroindustria de la caña, lo hice sobre la base de que dedicaría parte importante de mi tiempo a desarrollar programas sociales y ambientales. Y por supuesto todo el tema económico.

Me siento satisfecho por haber logrado, entre varias cosas, la solución del paro de los corteros, por allá en 2008 cuando llegué a Asocaña, el cual duró dos meses, y que bloqueó el 80% de la producción de todos los ingenios del departamento.

Eso fue el resultado de una propuesta que hice a la Universidad Javeriana y a exmisioneros jesuítas, para que se organizara un equipo de trabajo junto con otros jerarcas de la Iglesia, para desarrollar la cultura del diálogo entre los corteros de caña y las empresas.

¿Se puede decir que deja un sector con plena paz laboral?

Existían cooperativas de trabajo asociado, un modelo que fracasó y estaba mandado a recoger por lo que los salarios promedio eran bajos, y tampoco había formalidad.

Pero todo eso cambió y llevó a que las empresas contrataran directamente a los corteros de forma gradual, lo cual les dio sentido de pertenencia y más seguridad, aumentó la productividad y trajo paz laboral.

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En nueve años ha habido paz laboral total en esta región por cuenta de la agroindustria de la caña, además de que se respeta la libertad de asociación de los corteros a sindicatos y centrales obreras, y negocian sus convenciones colectivas con las empresas. Todo eso contribuyó a unas mejores condiciones de vida para los trabajadores y sus familias, y, por supuesto, mayor estabilidad en los ingenios. Fue una gran satisfacción en mi paso por Asocaña.

¿Los precios internacionales del azúcar sí han fortalecido la estabilidad del sector, y más ahora con una tasa de cambio alta, o se trata de algo pasajero?

Los precios del azúcar han estado bien. La verdad es que en los dos últimos dos años hemos tenido mejores cotizaciones, entre 16 y 25 centavos de dólar por libra, lo cual ha sido muy favorable para darle sostenibilidad al empleo, a los cultivadores de caña y a los ingenios.

El precio en el mercado nacional se ha comportado igualmente bien. Si se compara el precio de enero del 2016 con el de abril de 2017, el mismo ha caído en beneficio de los consumidores colombianos.

En el Índice de Precios al Consumidor, IPC, según lo dice el Dane, el azúcar hoy es uno de los últimos productos que pesa en la canasta familiar. Es decir, que no es preocupante su impacto en el costo de vida ni la inflación.

La rebaja de aranceles al azúcar importada, siempre ha sido un tema polémico. ¿Hasta qué punto se puede soportar esa competencia, pues hay sectores que sostienen que los azucareros están hoy superprotegidos?


Una cosa es el Sistema Andino de Precios, SAP, en cuanto al llamado arancel variable, y otra es el arancel fijo. El variable hace mucho rato que no llega al 70% con base en los precios internacionales, y si estuvieran muy bajos el arancel se dispara. Por eso el SAP está bien.

Lo arancelario obedeció a una concertación, así me lluevan rayos y centellas, porque uno debe construir y no chocar con el Gobierno. La pelea debe ser con argumentos y diálogo. En otras palabras, trabajar en equipo. Eso se lo he dicho a mis afiliados y le recomiendo respetuosamente a todos los gremios que las cosas se alcanzan concertando y construyendo soluciones conjuntas.

Eso le ha permitido al sector azucarero no estar deteriorado como esperaban algunos, porque infortunadamente la polarización ideológica y política que vive el país ha permeado al sector empresarial y a algunos gremios que creen que este Gobierno va a acabar con la agroindustria de la caña. Torpe el Gobierno que lo haga, pues desde el punto de vista social su impacto es muy importante.

Pero no fue un duro golpe cuando el Gobierno les impuso millonarias multas a los ingenios por haber conformado un supuesto cartel para frenar las importaciones y adicionalmente bajó esos aranceles...

El arancel fijo en el primer cuatrienio del presidente Santos por la presión de los industriales transformadores de azúcar se consideró que era importante bajarlo del 20% al 15%. Pero como nosotros no somos mancos, obviamente, reaccionamos y le dijimos al Gobierno, o todos en la cama o todos en el suelo. Y preguntamos porqué los productos transformados tenían más protección que la materia prima. Y fue ahí cuando fue rebajado al 15% el arancel fijo (impuesto) de los productos transformados con azúcar.

Últimamente el Gobierno quería bajar aún más el techo del arancel variable de la Franja Andina de Precios y se llegó a un acuerdo para que se le hiciera un ajuste al arancel fijo (del 15% al 10%), y esa propuesta fue aceptada. No fue que el Gobierno tomara una decisión inconsulta en ese sentido.

Se cumplen cinco años del Tratado de Libre Comercio, TLC, con Estados Unidos. ¿Cree que fue justa la cuota de exportaciones de azúcar que ese país le impuso a Colombia?

Colombia llega a ese mercado con unas ‘cuoticas’ que nos dieron. Pero ellos si tuvieran excedentes de azúcar podrían llegar sin barreras a nuestro país. Hoy, esa cuota de exportaciones es de 50.000 toneladas al año, que representa apenas el 2% de toda nuestra producción anual.

¿Qué tan amenazado está el etanol colombiano por las crecientes importaciones desde Estados Unidos precisamente bajo el TLC?

El etanol de Estados Unidos se fabrica a base de maíz y no es amigable con el medio ambiente. No reduce las emisiones de gases efecto invernadero como si lo hace el etanol de caña que se produce en el Valle.

El nuestro es más amigable cuando se mezcla con la gasolina, pues disminuye esas emisiones en un 74% por el proceso de tratamiento de las vinazas, mientras el de maíz de Estados Unidos las reduce en solo 10%.

Si traemos ese etanol, así haya déficit en la producción nacional, y más ahora con el invierno que afecta a la caña, sería complicado. Se debe importar etanol, pero de mejor calidad, y más cuando ciudades como Medellín tienen altos niveles de contaminación ambiental. Eso va en contravía del compromiso del presidente Santos cuando firmó en París el llamado COL 21 junto a otros países para bajar en un 20% los gases efecto invernadero.

Importar ese etanol de mala calidad es un absurdo, y por esa razón Europa no se lo compra a Estados Unidos porque no reúne los estándares ambientales que ellos exigen.

La cogeneración de energía, es el nuevo negocio de los azucareros.

¿Cree que es definitivamente el futuro de la agroindustria en el Valle?

Los ingenios desde hace 90 años cogeneran energía para sus propias necesidades, quemando el bagazo para sus calderas. En los últimos años, se ha incrementado la cogeneración, ya que los ingenios han invertido más de US$400 millones en ampliaciones y nuevas plantas.

Hoy, existen doce plantas en el Valle geográfico del Río Cauca con un aumento del 19% en las ventas de excedentes de energía. Producen energía suficiente como para atender a una ciudad como Cartagena que consume 1400 gigavatios-hora.

Sin duda, es una nueva y gran apuesta de negocios, junto al desarrollo de los subproductos de la caña como los bioplásticos, ácido acético y otras materias primas como el papel, por lo que somos más que azúcar y una agroindustria de talla mundial.

¿No es paradójico que teniendo caña de azúcar importemos alcoholes para fabricar licores?

Creo que en la medida en que la Gobernación del Valle, como lo he propuesto, piense más en los ingresos fiscales y quienes saben fabricar alcohol y licores, eso se puede hacer.

El Valle, Cauca y Risaralda tendrían una fuente de ingresos muy importante, pues el etanol que producen los ingenios presenta una pureza del 99,8%, y se puede convertir fácilmente en alcohol etílico.

Y existe la posibilidad de tomar franquicias por parte de la empresa privada en cuanto a rones. Por qué en otros países productores de azúcar fabrican todo tipo de rones, como en el caso de República Dominicana, Guatemala, El Salvador, Panamá y Costa Rica. E incluso en Venezuela, que no tiene una gran agroindustria azucarera, produce rones.

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