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La afición se juega su propio partido en Brasil 2014

De un lado de la cancha están aquellos que anhelan que ruede ya el balón en el juego inaugural. Y del otro, quienes reclaman atención a los problemas de salud y educación.

10 de junio de 2014 Por: César Polanía Enviado especial de El País, Sao Paulo, Brasil

De un lado de la cancha están aquellos que anhelan que ruede ya el balón en el juego inaugural. Y del otro, quienes reclaman atención a los problemas de salud y educación.

Quien sea ajeno a estas tierras y piense que las calles de Brasil están teñidas de verde y amarillo, se equivoca. Esa es solo una foto imaginaria, porque a escasos dos días de rodar el balón, aquí no palpita la fiebre propia de un Mundial.La afición brasileña parece jugar su propio partido. De un lado de la cancha están quienes anhelan que suene ya el pitazo inicial en el estadio Arena Conrinthians de Sao Paulo para la inauguración del campeonato. Y, del otro, aquellos detractores radicales que aún amenazan con sabotear el torneo, reclamando la inversión en necesidades básicas como la salud y la educación.Entonces, en las esquinas, los cafés, los bares, los hoteles, los centros comerciales, el Metro y las afueras de los estadios se cruzan sentimientos encontrados.En las calles de Sao Paulo, ciudad donde Brasil y Croacia le darán apertura al Mundial este jueves 12 de junio, hay quienes transitan con algún distintivo propio de la selección ‘canarinha’ o de cualquiera de los otros 31 equipos. Pero también, y no en menor cantidad, quienes caminan indiferentes y manifiestan abiertamente su rechazo al torneo.Mientras tanto, los delegados de la Fifa y el Comité Organizador Local ultiman detalles para espantar ese fantasma de incumplimiento que ronda por culpa de los retrasos en las obras de los estadios, al tiempo que cientos de periodistas llegan de todas partes del planeta para el cubrimiento del Mundial.Ricardo Rodrigues, un ingeniero civil que reside en Sao Paulo, dice que el fútbol es un sentimiento innato en territorio brasileño y que nada puede opacar la fiesta más grande de este deporte, y menos en un país cuya selección ha alzado cinco veces la Copa del Mundo. “Mire usted: dicen que no serán entregadas las obras a tiempo, que las marchas y las protestas les quitarán protagonismo a los partidos, pero no será así, al final de cuentas, el balón pondrá a gozar a todo un país y sus cientos de miles de visitantes”, sostiene Rodrigues.En la orilla opuesta, Clariana Nunes, una mujer dedicada al comercio informal, se lamenta. Tras lanzar improperios contra el gobierno de la presidenta Dilma Rousseff, dice que nunca Brasil había sentido tanta ausencia administrativa en los problemas de la salud y la educación.“Hay que ser claros, cada vez nos parecemos más a países como Venezuela, que lo tienen todo y no tienen nada. Para qué un Mundial, si eso no nos soluciona nuestras necesidades y lo único que hace es engordar los bolsillos de los corruptos”, dice la mujer, quien asegura haber trabajado hasta hace unos pocos años como maestra escolar.A las voces de estos dos ciudadanos del común se suman las de personalidades que se han enfrentado verbalmente en pro y en contra del campeonato, como si estuvieran en una cancha de fútbol.Romario, campeón como jugador con la selección Brasil en el Mundial de Estados Unidos 94 y ahora diputado federal por el Partido Socialista Brasileño, ha dicho que “está claro que esta no será la Copa de las Copas”, como se ha promulgado en algunos sectores.Sus críticas apuntan particularmente a los evidentes retrasos en las obras de algunos de los estadios, la falta de condiciones en varios aeropuertos que no están a la altura para cumplir con un certamen de este calibre y los proyectos de movilidad urbana que se prometieron y nunca se cumplieron en las doce sedes del Mundial. “Nada sorprende ya al pueblo brasileño”, ha manifestado Romário.Otro exastro brasileño, Ronaldo, ha defendido a capa y espada los beneficios del Mundial como miembro del Comité Organizador Local. Inclusive, ha llegado a enfrentarse con Romario, pero recientemente reconoció que se siente “avergonzado” por la imagen que su país le está dando al mundo, debido al inminente incumplimiento en la totalidad de algunas obras.Un hombre ajeno a las canchas, pero amante del fútbol, el escritor brasileño Paulo Coelho, dijo recientemente en una entrevista con el periódico O Globo que aunque tenga las entradas para asistir a los partidos del Mundial, no vendrá. “No puedo estar dentro de un estadio sabiendo lo que sucede afuera con los hospitales, la educación y todo lo que el clientelismo del Partido de los Trabajadores (el de Dilma Rousseff) ha provocado”. Una frase que causa más ebullición en pleno año electoral.Y hay un rival que aún no ha sido vencido por el Mundial y que tiene en vilo a las autoridades del fútbol. Varios movimientos socialistas ya anunciaron una masiva movilización para este martes, cuando se realiza el Congreso de la Fifa en Sao Paulo. Quizás las protestas no vayan a ser tan graves, como en mayo pasado --cuando hubo caos y bloqueo en la reconocida Avenida Paulista, y protestas con alteraciones de orden público en otras 49 ciudades de Brasil, entre ellas Río de Janeiro--, pero la Fifa teme que cualquier escaramuza empañe su congreso, en vísperas del comienzo del Mundial.La pelota está en el centro de la cancha. De un lado, aquellos que quieren vibrar con la fiesta del fútbol. Y del otro, los que pretenden sacarle partido al torneo para reclamar la atención del gobierno en la salud y la educación.

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