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Monseñor Juan Carlos Cárdenas, obispo auxiliar de Cali | Foto: Especial para El País

PAPA FRANCISCO

Habla el vallecaucano que ayudó a organizar la visita del Papa Francisco

Monseñor Juan Carlos Cárdenas, obispo auxiliar de Cali y uno de los organizadores de la visita papal a Colombia, invita a ver este acontecimiento sin egoísmos. “El papa Francisco es un líder global, no se rige por agendas regionales”, dice.

6 de agosto de 2017 Por:  Paola Guevara, editora de Vé

El Obispo Auxiliar de Cali es una de las personas clave tras la visita del papa Francisco a Colombia (desde el 6 de septiembre en Bogotá, Medellín, Villavicencio y Cartagena).

Filósofo y teólogo, monseñor Juan Carlos Cárdenas anuncia que la capital del Valle se unirá a la visita papal con conversatorios en universidades, pantallas en parroquias y plazas, y otras actividades en alianza con la Alcaldía y el sector privado. Invita a pensar en Colombia como un todo.

Usted es un obispo muy joven...

Por fortuna la juventud es una enfermedad de la que uno se recupera rápido... (Risas). Y no soy tan joven, ya voy a cumplir 50 años.

Pese a su ‘corta edad’ usted hizo parte de la planeación de la visita del Papa a Colombia. ¿En qué consistió su tarea?

Soy miembro del comité organizador. Somos tres obispos, elegidos por la asamblea: Fabio Suescún Mutis, obispo castrense de Colombia; Luis Manuel Alí Herrera, obispo auxiliar de Bogotá, y yo. Fuimos elegidos en febrero del año pasado y preparamos un proyecto de visita que se le presentó al Papa. El proyecto incluye la conceptualización, el marco teológico pastoral, el lema y demás. El Vaticano analiza y luego toma las decisiones.

¿De cuántos días de visita fue el proyecto que presentaron?

Se envió un proyecto para una semana entera, un proyecto que incluyera al país en términos geográficos, sabiendo que en la lógica de Francisco eso no funciona así, él no suele dedicarle más de dos días a cada país, solo ha concedido cuatro días a México y a Estados Unidos. Cada Papa tiene mentalidad distinta, Juan Pablo II era peregrinador, iba de una ciudad a otra. Francisco es distinto, hay que entender que es un hombre de 85 años y que tiene restricciones de salud, entre otras.

¿Qué ciudades incluía el plan?

Es mejor no decir lo que pudo haber sido y no fue. Era un proyecto ambicioso, recogía al país representativamente, en la mentalidad nuestra, pero El Vaticano es el que selecciona las ciudades que luego se publican, porque hay un análisis de muchos factores y tienen que ver con la comodidad de los itinerarios para el Papa, temas geográficos, etc.

Por ejemplo, que el Papa debe volver a dormir a Bogotá cada noche...

No porque sea Bogotá. El criterio es dormir siempre en el mismo sitio. Eso implica hacer grandes desplazamientos cada día y restringir mucho la visita. Si hubiera sido como el papa Juan Pablo II habría alcanzado a visitar dos ciudades por día, una en la mañana y otra en la tarde, dormía allí y pasaba a otra ciudad en la mañana. Pero entendemos que el Papa es un líder global que no está sometido a las agendas regionales y cuando visita el país lo hace con una mentalidad universal, enfocada en Colombia como un todo. El Papa viene a hablarnos a todos los colombianos. En su mente no hay regionalismos.

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Viene a Colombia cuatro días, igual que a México y a Estados Unidos...

Cuatro días es mucho. Significa que Colombia es altamente estratégica en términos del catolicismo a nivel mundial; significa que Colombia es un bastión para la Iglesia y eso lo demuestra al dedicarle cuatro días que no les va a dedicar ni a Chile ni al Perú, donde estará solo dos días en cada país. Dijimos: ‘Si nos va bien nos dedica tres días’, y nos dedicó cuatro, eso ya es muy positivo.

¿Por qué no el Pacífico, Quibdó, por ejemplo?

Quibdó habría sido un buen punto de encuentro por lo que significa,
porque ha sido golpeado por todos los factores deshumanizantes y de periferias, para usar términos de Francisco. Él habla de periferia geográfica y existencial, y el Pacífico lo es. El país tiene una deuda muy grande con esa zona, pero hay factores climáticos que hacían muy difícil ir y regresar en la misma tarde, y situaciones de seguridad.

Háblenos de la decisión de incluir a Villavicencio...

Villavicencio es periferia, representa una ciudad a la que el país ha vivido de espaldas, conscientemente subpoblada, olvidada y golpeada por todas las violencias. Tiene riqueza, pero sin grandes inversiones de desarrollo. Villavicencio es la puerta a la otra mitad de Colombia, la Orinoquía y la Amazonía, una región crítica por la amenaza que pesa contra ese pulmón del mundo y el Papa es tremendamente sensible a los temas ecológicos. Es el primer Pontífice que escribe una encíclica sobre temas ambientales: ‘Laudato si’ (‘Alabado seas’, en español). Él llama al planeta “la casa común” y ese tema ambiental será importante al ser nuestro país una reserva natural del mundo. Hablará de una Colombia biodiversa a la que hay que cuidar.

Cartagena es el claro ejemplo de la brecha entre la riqueza y la pobreza extrema. ¿El Papa irá a la ‘otra’ Cartagena?

El Papa habla de la cultura del descarte, y aplica a las cosas materiales, pero también de las brechas que hacen a ciertos grupos humanos ‘descartables’. El Papa va a ir a la otra Cartagena, la va a recorrer, se va a bajar del Papamóvil en esa Cartagena que no se le muestra al turista. Se encontrará con los habitantes de calle y va a bendecir la primera piedra de una obra social con habitantes de la calle en Cartagena. Además, se reunirá con niñas que han sido víctimas de la trata de personas y de explotación sexual. Ese es un mensaje al mundo, un mensaje para los turistas que ven a Cartagena como un destino, lamentablemente, sexual.

En Bogotá se reunirá con jóvenes...

La temática es ‘Artesanos de la paz, promotores de la vida’. Es un mensaje que el Papa quiere darles a los jóvenes y habrá encuentro con ellos en la plaza de Bolívar.

Ustedes quieren hacerle eco a ese encuentro en universidades de Cali, en parroquias; con foros, charlas, pantallas...

Con el Arzobispo hemos planteado lo siguiente: queremos convocar a ciertos grupos de Cali que están comprometidos con el tema, para que se congreguen en lugares con pantallas, para estar atentos de las palabras del Papa y, pasada la celebración, pensar en los ecos de esos mensajes, qué retos plantean, qué luces ofrecen. Es como hacer una didáctica de los mensajes del Papa, capitalizando la fuerza del mensaje en caliente para aplicarlo al contexto local.

¿Y en Medellín?

El tema allí es la vocación cristiana como discipulado. El Papa tiene mucho que decirle a la Iglesia Católica, ya lo hizo con Europa al hablar de la crisis desde muchas orillas y les recordaba: “No olviden las raíces cristianas de Europa”. Porque si un país olvida sus raíces se pierde y el cristianismo es uno de los valores que fundaron a Colombia.

Medellín es la región que más vocaciones aporta en Colombia,
¿eso influyó a la hora de elegirla?

Ciertamente la región antioqueña es la que más vocaciones sacerdotales aporta, religiosos, religiosas. Medellín como arquidiócesis tiene 1300 sacerdotes; Cali tiene un poco más de 230. Pero el Papa va a hablarles a todos los religiosos y religiosas de Colombia. Habrá un encuentro en el Centro de Eventos de La Macarena. De Cali van 200 personas, se espera que sean en total 12.000 curitas, seminaristas, monjas y religiosos.

¿Y del proceso de paz hablará?

A nuestro país le ha pasado algo terrible: la paz ha sido secuestrada por sectores que la sesgan, al punto en que hoy la gente no habla de paz sin pensar en ciertas figuras políticas del país. Cuando la Iglesia habla de paz está situada en el Evangelio, más allá de las precomprensiones y polarizaciones. Desde el Evangelio la paz es mucho más profunda.

Si no entendemos que hay que deponer el odio, ver al otro no como un enemigo al que hay que destruir sino como un hermano con el que debo construir, todo lo demás es carente de espíritu. El Papa no va a hablar de la paz de modo sesgado. En Villavicencio va a hablar de la reconciliación con Dios, con los colombianos y con la creación.

La reconciliación es condición ‘sine qua non’ para construir la paz. No termina solo con firmar un acuerdo con un actor armado, sino reconociendo que nuestro país está muy enfermo: cuando una enfermedad es larga se vuelve compleja y aquí hay muchos tipos de violencia, de heridas, y no se logrará sanar de la noche a la mañana.

Un acuerdo con un actor armado es solo un paso, pero si queremos soñar un país pacífico tenemos que pensar en décadas, en políticas de Estado de largo aliento sin el vaivén de un partido u otro. Si el Papa habla de paz, será en un concepto amplio e integral y no en uno reduccionista.

En pocas palabras

Veo positivo, como vallecaucano, que a Cali le haya dolido no tener al Papa. Significa que en Cali y el Valle amamos al Pontífice. Pero es algo que no estaba en nuestras manos.

Dos de los ornamentos que el Papa va a usar se están confeccionando en el Valle: el ornamento de Cartagena y el que usará en Medellín son hechos en Cartago, por bordadores vallecaucanos.

Los diseños son tomados de tribus indígenas de distintos sectores del país. Son tribus amenazadas, en vía de extinción. El Papa va a llevar encima de sus ropas a la Colombia que sufre.

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