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Michaela Walsh, la primera mujer en llegar a Wall Street y la creadora de la Banca Mundial de la Mujer. | Foto: Áymer Andrés Álvarez - El País

WALL STREET

Diálogo con Michaela Walsh, una rebelde de 87 años que ha hecho historia

Michaela Walsh fue la primera mujer en llegar a Wall Street, la primera gerente de Merrill Lynch y la creadora de la Banca Mundial de la Mujer.

16 de octubre de 2022 Por: Paola Andrea Gómez P, Jefa de Redacción de El País

Atrevida, rebelde, incansable. Muchas veces le dijeron que estaba loca y ello, en lugar de diezmarla, fue un combustible para no rendirse. Hoy el nombre de Michaela Walsh ya es leyenda, porque llegó al corazón financiero de Manhattan, en los años cincuenta del pasado siglo, cuando era impensable que una mujer trabajara en Wall Street.

Su vida ha sido un constante movimiento y la palabra primera antecede muchos de los logros en su hoja de vida. La primera mujer en gerenciar Merrill Lynch International (el segundo mayor banco de E.U. de su época), la primera mujer en ser socia de Boettcher and Company y la primera asesora de la estrategia del Fondo de los Hermanos Rockefeller.

Nada fue tan apasionante para ella como haber creado la Banca Mundial de la Mujer, dándoles la oportunidad de ser dueñas de su propia cuenta bancaria y de solicitar servicios y apoyos a sus negocios.

Toda una revolucionaria que a sus 87 años inspira con su carácter y lucidez. Además de contagiar optimismo con una sonrisa que revela la ausencia de miedo, ese que insiste hay que vencer para llegar lejos.

El País habló con esta visionaria, impulsora de la equidad, que recientemente estuvo en Cali, en la celebración de los 40 años de la Fundación WWB Colombia, de la que nuestra ciudad fue la primera sucursal en el mundo.

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Usted es un referente mundial de la equidad y de quienes buscan romper techos de cristal ¿Qué ha necesitado para lograrlo?

La mayor parte de lo que sucedió conmigo fue por fortuna y suerte. La relación que tenía con mi madre no era muy buena. Yo quería crear mi propio camino y decidí ir a Nueva York y trabajar en Wall Street, porque era donde estaba el dinero y donde estaban los hombres. Luego, cuando empecé a trabajar en Merrill Lynch, ellos no sabían qué hacer conmigo, dónde ubicarme. Hasta que me remitieron a una nueva organización y estuve trabajando ahí por tres años.

Después abrieron una nueva sucursal en Beirut, Líbano, y yo quería irme a trabajar a ese lugar. Me dijeron que era peligroso enviar a una mujer sola a través del Atlántico, e incluso mi hermano me incitaba a no ir. Sin embargo, yo quería hacerlo y así me fui a trabajar allá, durante cinco años.

Estuve laborando fuertemente, pero también jugando, divirtiéndome. Conocí nuevas personas, cosas maravillosas y una experiencia asombrosa, principalmente porque no tenía miedo. No dejé que este me impidiera hacer cosas.

¿ Cómo ahuyentó el miedo y consiguió el respeto de los hombres?

En realidad considero que la razón por la que me ha ido bien es porque tengo una boca muy grande y porque no tengo miedo de hacer preguntas. Por eso, mi mensaje para las mujeres en este momento sería que no tengan miedo, no usen la palabra miedo, decir ‘no entiendo’ es mucho mejor que afirmar que le temen a algo. En la vida siempre hay problemas, pero también es maravillosa.

¿Cuál fue su primera impresión, al llegar a Wall Street, siendo una jovencita, en un mundo para ese entonces tan masculino?

Creo que el ambiente de Wall Street aún es muy difícil, aunque sea más sofisticado. Todavía hay partes a las que las mujeres no pueden acceder. Cuando trabajaba allí, el problema fue con mi ética, porque me pedían cosas que según mi moral no podía hacer, aunque fuesen legales.

Yo trabajaba muy duro y había muchos hombres que competían conmigo. Los que menos me querían cerca eran los hombres mayores.  Lo más importante en la vida es la habilidad de adaptarse, de seguir aprendiendo, trabajar duro para lograr el cambio, siendo astuto, honesto y que las cosas te importen.

Siempre van a existir personas elitistas, pero es importante trabajar en donde se generan las decisiones. No se trata solo sobre el dinero. Pude haberme quedado ahí y ganar muchísimo, pero no quería cerrarme a la oportunidad de seguir creciendo. Por eso viajé a México, a la reunión de mujeres en las Naciones Unidas. Por eso vine hasta Cali, que ha resultado ser un lugar maravilloso.

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¿De qué manera la marcó esa Primera Conferencia Mundial de la Mujer, en 1975, en México?

Mi experiencia en México cambió mi vida por completo. Fue como un pare a todo ese tren de cambios que venían sucediendo. Esa reunión tuvo la asistencia de 7000 mujeres, y se trataron temas de desarrollo económico. Yo no tenía conocimiento sobre ello. Sin embargo, fue la oportunidad de poderme conectar con quien era y comprender que las personas son más importantes que el dinero. Me preguntaban que si estaba segura de salirme de Wall Street por la suma de dinero que ganaba, pero yo sabía que iba a encontrar una mejor manera de sobrevivir.

Cuando me quedé sin ese mundo que conocía, en mi proceso de cambio volví a comenzar. En México, cuando vi a todas estas mujeres comprometidas, me di cuenta de lo tonta que era, empecé a aprender más y mi proceso avanzó. Durante cuatro años hablamos con las personas que nos pudieran ayudar a que las mujeres tuvieran su propio empoderamiento.

En esa conferencia pasaron muchas cosas. Queríamos abordar los problemas de desigualdad, entonces me enfoqué en crear una red que pudiera empoderar a las mujeres.

¿Ese fue el punto de partida para crear una banca de la mujer?

Sí, En ese momento de mi vida comencé a pensar en cómo podía lograr este nuevo pensamiento, que nadie más entendía. En los países bajos, los bancos tenían una oportunidad para desarrollar fundaciones relacionadas con medio ambiente y fue así como tuvimos la iniciativa de crear la fundación que inicialmente se llamó Stichting Women’s World Banking, para responder a las necesidades de las mujeres del mundo.

Cuando se trasladó a Estados Unidos se llamó Fundación WWB, que significa fundación de los servicios bancarios globales para la mujer; es decir, servicios bancarios y no bancos, porque nuestro trabajo era promover el acceso a las mujeres a instituciones globales, a las que no tenían entrada y para las que necesitaban autorización de los hombres.

¿Qué mujeres la inspiraron en este camino por la igualdad?

Puedo mencionar a Margaret Snyder (científica social, fundadora de ONU Mujeres). Ella salió de Nueva York a estudiar en África. Fue una pionera y ha liderado con sentimiento la defensa de los derechos humanos. Pero en realidad, cualquier mujer que se pare en contra de la desigualdad y hable por la igualdad es relevante para mí. No selecciono mujeres, sino que considero que es un trabajo que hacemos todas en conjunto. Se trata de sentarnos en el comedor, hablar y escucharnos a nosotras mismas.

¿Cuál es su opinión sobre el trabajo de la banca para mujeres que se realiza en Cali?

En general ha sido una buena experiencia estar en Cali, como lo fue la primera vez que vine. Las mujeres aquí son excepcionales, hermosas, inteligentes y valientes. Aquí ocurren transformaciones todo el tiempo; creo que el cambio es lo único permanente. En los últimos años han crecido y mejorado muchos aspectos, como la tecnología, que nos ayuda a comunicarnos mejor.

Otra de las cosas que ha cambiado es que de repente todo el mundo quiere hablar con esta señora mayor. Ja-ja-ja. Cuando vine por primera vez hablé de mi experiencia con la fundación y ahora que volví y he estado dialogando con Margarita Bernal (fundadora de WWB Colombia) ha sido muy emocionante ver cómo han crecido y de verdad para mí esta historia necesita ser contada.

En una ciudad como esta, donde hay tantas mujeres que no salen de sus entornos violentos porque temen no poder mantener a sus hijos, ¿Qué se puede hacer?

Es necesario crear centros de crisis, para que ellas tengan un lugar a dónde ir y poder hablar. Es importante que encuentren apoyo para salir de sus entornos violentos. Hay que crearles un ambiente seguro. Mi hermana vivió una situación de ese tipo y esos espacios (centros de crisis) le cambiaron la vida completamente. Es indispensable que la comunidad y el gobierno respalden estas iniciativas, y para hacerlo hay que admitir, tanto las afectadas como los gobernantes, que sí existen.

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¿Qué decirles para que venzan los temores y logren salir adelante?

Le cuento algo. Cuando visitábamos un país con la Fundación WWB, comprendíamos que cada uno tenía su forma de hacer las cosas. Por eso era importante que las mismas mujeres identificaran cómo podrían adaptarse y avanzar, y finalmente empezamos a florecer.

Hay que reconocer que el miedo nos retiene y frena de hacer cualquier cosa. Por ejemplo, el miedo nos impide comprender la ley y es necesario entenderla, porque tenemos derecho a la educación y a un montón de beneficios que nos asisten como ciudadanas. Hasta que no entendamos que tenemos derechos, el miedo siempre nos seguirá restringiendo.

¿Cómo ve hoy, a sus 87 años, lo que ha sido su vida, sus luchas y logros?

Me veo a mí misma como manejando un bus. La fundación siempre ha trabajado con muchas mujeres, soy parte de algo, no soy solo yo. Nadie hace nada solo, uno tiene que aprender a impulsar las cosas en equipo.
La vida siempre es una aventura. Por ejemplo, le cuento que voy a llegar a mi casa a aprender más español.

WWB en Colombia

La Fundación WWB Colombia es una institución independiente y autónoma, que trabaja para cerrar las brechas de desigualdad para las mujeres y promover su participación en el desarrollo económico.

Su trabajo se concentra en el cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible: fin de la pobreza, educación de calidad, igualdad de género, trabajo decente y crecimiento económico, reducción de desigualdades y alianzas para lograr los objetivos.

En el 2021, 15.241 personas se financiaron de sus programas, y acompañaron 5.329 negocios para mejorar su capacidad.

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