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Manuel Lago, el arquitecto que modernizó a Cali, viene de una familia de artistas

Sus hermanas son la pianista Pilar Lago y la caricaturista Consuelo Lago. Aunque dice que su padre era muy culto, su vena artística la heredó de su madre.

26 de octubre de 2014 Por: Redacción de El País

Sus hermanas son la pianista Pilar Lago y la caricaturista Consuelo Lago. Aunque dice que su padre era muy culto, su vena artística la heredó de su madre.

Su padre, un gallego del municipio de Vigo, era banquero, y su mamá, ama de casa. Al papá de Manolo Lago le decían ‘El inglés’, porque estudió en Inglaterra; fue en Londres que conoció a Jorge Garcés Giraldo, dueño del Banco del Pacífico, quien lo convenció a descubrir el trópico y Cali lo hechizó. Aunque el arquitecto Lago cuenta que su padre era muy culto, considera que la parte artística él y sus hermanas, la pianista Pilar Lago y la caricaturista Consuelo Lago, la heredaron de su mamá. “La artista era ella, tocaba piano. En casa siempre había un ambiente de cultura, de optimismo, de buen humor, veíamos todo el tiempo a personajes como Antonio Maria Valencia”, cuenta Lago. Manolo nació en Popayán en 1932, donde pasó sus diez primeros años de vida, ciudad natal también de su hermana Consuelo (la autora de Nieves). Pilar, la pianista, nació en Cali diez años después. Aprendió a leer con las hermanitas Velásquez y estudió en la escuela de Carlos Villaquirán. “Popayán ha sido un parte muy importante de nuestra vida, anímicamente hablando. No he tenido que hacer mucho allá. Pero va en buen camino de hacer cosas alrededor, pero sin tocar la ciudad vieja”, dice.Cuentan que su afición principal en su niñez, además de dirigir una orquesta imaginaria, era correr por los tejados de barro, desde donde veía a las señoritas Chaux mientras se bañaban en la pila del patio muy ligeras de ropas.Estudió en el Gimnasio Moderno de Bogotá. Fue muy amigo del pintor Alejandro Obregón, a quien su padre consideraba una mala influencia, y viajó a la Universidad de Cornell, siguiendo un consejo paterno: “Un arquitecto siempre será un buen pintor, pero un buen pintor jamás podrá ser arquitecto”. Vivió la Roma de la post-guerra, mezcla de ruinas colosales y la nueva arquitectura lineal y limpia de Mussolini. Regresó a Cali y se enamoró de Lola Granger, de quien tiene cinco hijos.En una entrevista anterior con El País Lago confesó: “Quise mucho a mi mujer pero no me gustó el matrimonio como institución y por eso no volví a casarme. Estuve a punto de repetir con Gloria Zea, pero ella tampoco quería”.Sobre su ‘matrimonio’ arquitectónico con Jaime Sáenz, la arquitecta Elly Burckhardt dice: “Ambos se han complementado y han sido referentes en la vida urbana de la ciudad, han ganado importantes reconocimientos y buena parte de la ciudad ha sido edificada por ellos”. Lago reconoce el valioso aporte de su socio, pues dice que “él era magnífico en la hechura de los planos constructivos. Lo que no hace él, tiene defectos”. Y confiesa que Sáenz decidió trabajar menos y descansar más, y ahora es profesor de la Universidad Javeriana.Burkchardt dice sobre Manolo, a quien conoce “de toda la vida”, que “es una persona muy agradable, buen conversador y de regio sentido del humor. Es además artista, la pintura siempre lo ha acompañado. Yo conservo un cuadro que me regaló, pienso que pintar ha sido para él una formidable compañía para su soledad”.Asegura la colega de Lago, que tanto él como Sáenz se destacan por la buena calidad de sus obras. “El Museo La Tertulia, al comienzo, tuvo algunas críticas, pero ha tenido la cualidad de haberse arraigado en el imaginario de los caleños. Para casi todos los caleños esa edificación es un referente de su ciudad”.Cuenta Burkchardt que Lago y Sáenz “llegaron a la ciudad después de Borrero Zamorano y Giovanelli, quienes marcaron para Cali una importante pauta a las generaciones posteriores. Han ganado premios y como firma han sido un estímulo. Supieron aprovechar muy bien ser herederos del prestigio de Borrero y Ospina, Sáenz estaba casado con la hija de Ospina y respondieron a la altura con sus trabajos. Y lo siguen haciendo con el proyecto para el Banco de Bogotá, que sin duda merece todos los elogios”.

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