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Quien carga a Rocco sobre el regazo es Cristian Alzate, el muchacho que la semana pasada emprendió una cruzada mediática con la esperanza de que el cachorro que le habían robado a su hermana (a su derecha en la foto) regresara al centro de la familia. | Foto: Foto: Aymer Andrés Álvarez / El País

ZOONOSIS

La pesadilla de perder una mascota en Cali, un drama que pocas veces termina con final feliz

Es imposible saber cuántos animales dan tumbos extraviados por la ciudad. Los reencuentros, sin embargo, ocurren. Crónica de ladridos que a veces tienen un final feliz.

12 de enero de 2020 Por: Jorge Enrique Rojas - reportero de El País

Caminamos sin darnos cuenta entre manadas de perros y gatos que deambulan perdidos. Aunque nadie sabe cuántos se extravían a diario, Joaquín Palomeque, director del Centro Zoonosis de Cali, admite que día de por medio reciben animales atropellados por carros y motos, que llegan hasta ahí a través de la Policía; por el estado en que quedan abandonados, pocos seguramente alcanzan a sobrevivir.

Con el estruendo de la pólvora en diciembre, la vida todavía es más perra para ellos: Radio Conexión Animal, un programa de radio en internet que promueve la defensa y el activismo, y que se transmite desde Cali, tiene cálculos según los cuales 1063 perros y gatos fueron reportados perdidos a través de redes sociales, mientras transcurrían las fiestas de fin de año que acaban de pasar. 110 se habrían extraviado el día de las velitas. Otros 136 el día de Navidad. Para el 26 de diciembre los extravíos se contaban en 789.

Ángela Caro, directora administrativa de la Fundación Paz Animal, dice que cada mes reciben entre cincuenta y sesenta remisiones de abandono en la sede del barrio El Peñón. Pero teniendo en cuenta todos los rechazos a los que se ven obligados por falta de cupo, Ángela cree que los casos que mensualmente tocan sus puertas llegan a los 150. En una ciudad donde seiscientas personas desaparecieron durante los primeros diez meses del año pasado, ¿a quién se acude para buscar una mascota perdida? ¿Se puede encontrar una aguja en un pajar?

Son pocas, pero las historias felices existen. La más reciente y quizás más ruidosa, es la de un bulldog francés ‘máscara negra’ de seis meses, pelo amarillo y nombre Rocco, que el pasado 4 de enero fue robado por un tipo en bicicleta, mientras su dueña —una chica de 15 años— lo paseaba por un parque del barrio Quintas de Don Simón.

Cristian Alzate, el hermano de la muchacha, es un administrador de empresas del Icesi que confiesa haberle regalado el cachorro con el pretexto de su cumpleaños, sabiendo en el fondo que el regalo era para él: Cristian llevaba mucho tiempo anhelando tener un perro en la casa, por lo que desde el momento en que se lo arrebataron se dedicó a ‘ladrar’ por todos los medios posibles, y a todas horas, lo que les pasó a plena luz del día.

Además de conseguir el video de la cámara de seguridad de una unidad contigua al parque donde los robaron, y de viralizar las imágenes del momento del hurto, Cristian imprimió fotos de Rocco y luego de la misa de domingo que celebran en La 14 de la Pasoancho, se subió a una mesa de la plazoleta de comidas para predicar el evangelio de la esperanza: “Estoy buscando a mi perro —gritó respetuosame—. Lo raptaron el día de ayer, se lo quitaron a mi hermana con su celular y sus pertenencias… Si alguien lo comparte, se crea una ola —decía mostrando las imágenes—. Por favor ayúdenme… No puede tener hijos…”

En otros centros comerciales repitió la rutina con las fotos del animal y su nombre destacado en una cartelera. Cristian tiene 27 años y, dedicado a un negocio familiar, su día a día se focaliza en las ventas. Así que su oficio es el ejercicio de la perseverancia. Luego de decenas y decenas de posteos en redes sociales, suyos, y de la gente conmovida, el ladrón lo llamó el 6 de enero para decirle que él también estaba enternecido, por lo que iba a enviarle el perro en un servicio de Uber, como ocurrió finalmente. Hoy, Cristian, feliz y completo, cree que todo se definió gracias a la intensidad de su búsqueda. Hasta encontrarlo, jura, no se iba a detener. Mientras habla, a sus pies, Rocco sonríe batiendo la cola.

Lo que se ve como un milagro de Reyes Magos, con final Disney y un ladrón honrado, puede que no lo sea tanto. Carolina Agudelo es una economista que desde hace quince años le da cuerpo y alma a Mascotas Perdidas Cali, una fundación que se esfuerza por promover la tenencia responsable de animales en la ciudad, en una lucha que también incluye misiones de rescate, esterilización y permanente difusión sobre extravíos.

Desde la cuenta que tiene en Instagram, ella cree que cada mes puede hacer unas cuatrocientas publicaciones. Y cada dos o tres días saber de un reencuentro. En la mayoría de oportunidades, los perros recuperados no pueden reproducirse. De modo que eso pudo salvar a Rocco: cuando el captor supo que a su rehén no podía sacarle cría, le salió más barato devolverlo que tratar de negociar con un criadero clandestino. Además, a la chica que robó, alcanzó a quitarle un Iphone XR que no regresó junto al perro. Así que lo suyo no fue honestidad. A lo sumo pragmatismo.

Infortunadamente, dice Carolina, situaciones como estas no son raras. Aquí se pierden perros por tres razones, explica: porque algo los asusta y huyen; por descuido de sus dueños, o porque se los roban. En Cali, asegura, siguen robando muchos animales de raza. El año pasado ella se dio cuenta de al menos veinte casos. Nada raro, es verdad. Lo que tal vez sí resulte extraño es que ninguno de esos casos haya sido reportado a las autoridades. De acuerdo con el intendente Conrado Patiño, comandante encargado de la Policía Ambiental, en el 2019 no recibieron ni una sola denuncia por hurto. Y el intendente Burbano, líder de una unidad judicial encargada de seguir justo esos casos, tampoco tuvo reportes.

El 31 de diciembre en los altos de Dapa, Violeta, una Yorkie color trigo de seis años, se perdió entre los truenos del festejo. Su familia, de viaje por Europa, la había dejado al cuidado de unos amigos, pero Violeta siempre ha sido muy nerviosa y en algún momento escapó asustada.

Su mamá es una odontóloga, Natalia Campo, que cuenta desde España que al enterarse de la noticia, se empeñó en replicar la imagen de la perrita por todos los canales de difusión que pudo, acudiendo a cuentas de asistencia para situaciones de este tipo que permanecen activas y siempre al servicio. Basta teclear mascotas perdidas, o perros perdidos, o gatos perdidos, y el buscador despliega las sugerencias. Violeta apareció a los dos días y Natalia está segurísima de que sin la bulla 2.0 que hizo junto a su familia, jamás habría vuelto a verla otra vez. Cuando la llamaron, le dijeron que la habían hallado en medio de la carretera, al borde del paso de los buses. Las pruebas ladran por sí solas: quienes pierden un animal, ahora acuden primero a las redes sociales que a la Policía.

Vea además: así fue como recuperaron al perrito robado en un parque del sur de Cali

El asunto entonces es ladrar con fuerza. De la intensidad del ruido en la búsqueda, depende el reencuentro. Aunque tampoco es que estemos hablando de un invento de la modernidad: en el 2018, el estruendo mediático y una recompensa de un millón de pesos, le permitió a una familia del barrio El Ingenio recuperar a Enzo, un hermoso cachorro Akita Americano raptado del edificio donde vivían, y que una semana después apareció en Siloé.

Lo que sí han cambiado son las formas de ladrar. En compañía de su esposa, que es diseñadora gráfica, el publicista caleño Andrés Felipe Villegas, por ejemplo, desarrolló una plataforma de búsqueda de mascotas, en la que aplican las mismas estrategias que implementan en las campañas de posicionamiento de marca que hacen para clientes comerciales.

Desde el año pasado, amigoperdido.com cuenta con pago online y un servicio de tres planes: Pekinés, Beagle, y Danés, a través del cual los usuarios pueden decidir el paquete de rastreo que quieran pagar. Básicamente lo que ofrecen es un sistema de publicidad segmentada, que dirigirá los avisos de alerta y de información sobre el animal, a un sector específico de Cali. Con base en un widget de georreferenciación, los anuncios se van desplazando por distintas zonas de alcance de acuerdo con las posibles áreas de desplazamiento del objetivo.

La plataforma está inspirada en un modelo que funciona con éxito en otros países, donde los resultados avalan su existencia. Aquí, sin embargo, este emprendimiento apenas promedia registros de uno o dos casos al mes. De acuerdo con datos recogidos por la Federación de Comerciantes, Fenalco, en cuatro de cada diez hogares caleños hay un perro. De acuerdo con las sumas y restas, vivimos pues en la ciudad de los perros perdidos.

No lo olvide

No es necesario conseguir lecciones en una academia militar de gatos, o contratar al encantador de perros, para establecer códigos de comunicación claros e identificables. Si ellos aprenden a obedecer al menos al llamado elemental, será más fácil que cuando se alejen de sus dueños, tengan mayores chances de regresar al sonido de la orden.

Lo más importante sin embargo, e independiente del nivel de adiestramiento de las mascotas, es que todas cuenten con sistemas de identificación. Las placas son vitales porque incluyen información básica del animal, junto al teléfono de contacto de sus propietarios. En otras ciudades del mundo, la identificación con microchip es obligatoria.

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